El festival de San Sebastián anuncia dos retrospectivas para su nueva edición | La Cabecita

El Festival Internacional de Cine de San Sebastián ha anunciado durante los últimos días dos de las retrospectivas que conformarán la 62 edición del Festival.

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La primera de ellas, la retrospectiva clásica, siempre dedicada a un director clásico a reivindicar a juicio de la organización. En 2014 esta retrospectiva consistirá en un homenaje a la filmografía de la cineasta estadounidense Dorothy Arzner, que como señala la nota de prensa remitida por la organización del Festival fue la única mujer que consiguió hacerse una carrera profesional como directora en la época dorada de Hollywood. Una directora considerada actualmente como una pionera de la integración de la mujer en la industria cinematográfica, y reivindicada como una cineasta con un estilo y personalidad propia que le valieron un indudable prestigio dentro del sistema de estudios de Hollywood.

Nacida en San Francisco, pero criada en Los Ángeles, Dorothy Arzner era hija de los propietarios de un café frecuentado por célebres actores y directores de cine de la época, como Charles Chaplin, William S. Hart o Erich von Stroheim. Tras licenciarse en la Universidad del Sur de California y servir como conductora de ambulancias durante la I Guerra Mundial, Arzner se inició en el mundo del periodismo hasta que gracias a una amistad en común conoció al director William C. DeMille (hermano del célebre Cecil B. DeMille). A partir de ahí, el rumbo de su vida cambió definitivamente: tras visitar un estudio de rodaje, decidió que quería ser directora de cine. Su primer trabajo en la industria cinematográfica fue como escenógrafa en los estudios Players-Lasky (lo que posteriormente se convertiría en la Paramount), transcribiendo guiones de películas. Sus habilidades y su fuerte voluntad le abrieron camino hacia trabajos de mayor responsabilidad: redactora de sinopsis, script de rodaje y, finalmente, montadora. Fue en la sala de montaje donde Arzner se ganó una excelente reputación en la industria de Hollywood, trabajando en 52 películas y colaborando asiduamente con el realizador James Cruze. En la célebre película protagonizada por Rudolph Valentino Blood and Sand (Sangre y arena, 1922), Arzner no sólo realizó una brillante labor como montadora, sino que se encargó del rodaje de la segunda unidad en las escenas de las corridas de toros. También colaboró como guionista en algunas de las películas de Cruze.

Arzner presionó a Paramount para que le dejara dirigir una película, amenazando a los directivos del estudio con aceptar una oferta de un estudio rival, Columbia. Finalmente, debutó en la dirección con el film Fashions for Women (La reina de la moda, 1927) y al año siguiente se convirtió en la primera mujer de la historia que dirigió una película sonora, Manhattan Cocktail (1928). Arzner dirigió 15 películas más a lo largo de la década de los treinta y comienzos de los 40, y trabajó con estrellas de Hollywood como Clara Bow, Katharine Hepburn, Fredric March, Rosalind Russell, Claudette Colbert, Maureen O’Hara o Joan Crawford en comedias y melodramas que prestaban una especial atención a los personajes femeninos: The Wild Party (La loca orgía,1929), Anybody’s Woman (La mujer de cualquiera, 1930), Sarah and Son (1930), Honor Among Lovers (Honor entre amantes, 1931), Working Girls (1931), Merrily We Go to Hell (Tuya para siempre, 1932), Christopher Strong (Hacia las alturas, 1933), Nana (La reina del boulevard, 1934), Craig’s Wife (La mujer sin alma, 1936) o The Bride Wore Red (1937).

En 1933, fue la primera mujer que ingresó en el Sindicato de Directores de América y fue su único miembro femenino durante varias décadas. También pasó a la historia por haber inventado el micrófono de jirafa, ya que comenzó a emplear un micrófono atado a una caña de pescar en los rodajes de los primeros tiempos del sonoro.

Aunque su nombre cayó progresivamente en el olvido, la carrera de Arzner fue reivindicada en la década de los 60 por los movimientos feministas y fue objeto de varios homenajes, entre ellos el del Sindicato de Directores de América en 1975. Hoy su filmografía no sólo es revalorizada por constituir una insólita excepción en la historia del cine americano, sino por sus valores intrínsecos. Arzner dejó su huella a través de una serie de películas de refinado estilo visual que cuestionaban los tradicionales roles sexuales de la época y el papel de la mujer en la sociedad o que, según algunos críticos, introducían velados subtextos homosexuales en la rígida estructura del Hollywood de la época.

La retrospectiva que el Festival de San Sebastián dedicará a Dorothy Arzner estará organizada en colaboración con Filmoteca Española. El ciclo se complementará con una publicación sobre su figura y su obra.

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La 62 edición del Festival de San Sebastián también dedicará un ciclo a los nuevos cines de Europa del Este, dentro de la retrospectiva temática, la cual agrupa película que no forman parte de la habitual oferta cinematográfica y que merecen, no obstante, se descubiertas por el espectador.

Eastern Promises. Retrato de Europa del Este en 50 películas es el título de la retrospectiva que se proyectará este año en el marco de la 62 edición del Festival de San Sebastián, un recorrido por el cine producido desde el año 2000 en los países que vivieron bajo la influencia soviética tras la Segunda Guerra Mundial. Un ciclo que permitirá descubrir la riqueza creativa de estas cinematografías y a los nuevos talentos surgidos en la última década, para acabar con todo tipo de prejuicios e imágenes estereotipadas y acercarnos a la realidad de estos países tal y como ellos mismos las reflejan.

Además, como recuerda la nota de prensa publicada por el Zinemaldia, este año se cumple el 25 aniversario de la caída del Muro de Berlín en 1989. Un hecho que supuso el final de la división de Europa que había marcado la Guerra Fría y el fin de la dominación soviética en estos países, totalmente separados ideológicamente y culturalmente del resto de Europa. A partir de ese momento, una serie de trascendentales hechos históricos cambiaron por completo la geografía política de los países que formaban aquel bloque tradicionalmente conocido como «Europa del Este»: la Guerra de los Balcanes y la trágica división de la antigua Yugoslavia, la revolución de Rumanía, la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas tras la independencia de algunos de sus estados miembros, la escisión de Checoslovaquia, etc. El paso de los antiguos regímenes comunistas a las economías de mercado y la apertura a los productos culturales que habían sido reprimidos fue también determinante a la hora de provocar importantes cambios sociales en estos países, tanto en las generaciones que habían vivido el comunismo como en otras nuevas que surgieron tras la caída del Muro.

Como era de esperar, esos cambios, que han transformado radicalmente las antiguas sociedades comunistas en apenas 25 años, han quedado reflejados en el cine producido en estos países, un cine que se convierte en registro y testimonio de ese proceso social y político. Las nuevas generaciones de cineastas provenientes de países como Rumanía, Hungría, Polonia o República Checa acaparan ahora la atención de críticos y espectadores de todo el mundo, junto a las propuestas de países que están experimentando nuevos estímulos en su producción cinematográfica: Bulgaria, las Repúblicas Bálticas, Eslovaquia, Eslovenia, Moldavia o Macedonia. Todos ellos proponen nuevos imaginarios para los espectadores actuales: films de temática social que retratan los paisajes humanos contemporáneos, recreaciones históricas de sucesos de las últimas décadas que sólo ahora pueden salir a la luz, modelos de cine de género destinados a un nuevo público, jóvenes cineastas emergentes que lanzan su particular mirada al mundo que han heredado de sus mayores… El aperturismo, la crítica, la reflexión histórica o la incertidumbre ante el futuro de estas sociedades se dan cita en un riquísimo fresco cinematográfico que sirve para comprender mejor a esa Europa que permaneció oculta a nuestros ojos durante décadas y descubrir cómo afronta ahora esa nueva realidad.

La retrospectiva reunirá un total de 50 películas provenientes de Albania, Bosnia, Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Macedonia, Moldavia, Polonia, República Checa, Rumanía y Serbia, muchas de ellos inéditas en nuestro país. El ciclo incluirá, entre otros, títulos como No Man’s Land (En tierra de nadie, 2001) de Danis Tanovic, The Blacks (2009) de Goran Dević & Zvonimir Jurić, Children of Sarajevo (2012) de Aida Begic, The Parade (2011) de Srđan Dragojević, How I Killed a Saint (2004) de Teona Strugar Mitevska, The Temptation of St. Tony (2009) de Veiko Õunpuu, Cooking History (2009) de Peter Kerekes, The Wild Bees (2001) de Bohdan Sláma, Hukkle (2002) de György Pálfi, The Death of Mister Lazarescu (La muerte del señor Lazarescu, 2005) de Cristi Puiu, 12:08 East of Bucharest (12:08 al Este de Bucarest, 2006) de Corneliu Porumboiu o Panihida (2012) de Ana-Felicia Scutelnicu & Tito Molina. Una publicación coordinada por Mathieu Darras acompañará el ciclo.

Esta retrospectiva se organiza en colaboración con el Museo San Telmo, Donostia-San Sebastián Capital Europea de la Cultura 2016, Euskadiko Filmotegia/Filmoteca Vasca y CulturArts IVAC.

Dos retrospectivas que se sumarán a las distintas secciones que habitualmente ocupan el Festival Internacional de San Sebastián, el cual celebra su 62 edición del 19 al 27 de septiembre.