Destino final: Lazos de sangre – Jugando de nuevo con la muerte | La Cabecita

Destino final es probablemente (sin contar Scream) la saga de terror adolescente más longeva y la que nadie esperaba que perdurase tanto en el imaginario colectivo intergeneracional como ha acabo siendo. La primera y fantástica entrega es del año 2000, justo el momento en el que el cine estaba cambiándolo todo a pasos agigantados y se encontraba dentro del fenómeno del slasher adolescente que estaba viviendo su mejor momento gracias a Scream. A partir de ahí la saga encontró rentabilidad en alejarse narrativamente de su primera entrega y realizando secuelas que poco o nada tenían que ver entre sí, más allá del elemento común narrativo: un grupo de personas que tendrían que haber muerto en un accidente mortal, sobreviven gracias a una premonición y ahora la muerte irá cobrándose las vidas de los supervivientes, matándolos en el mismo orden en el que debían haber muerto. O lo que es lo mismo, una fuente inagotable de ideas para reproducir una estrafalaria colección de muertes y “accidentes” a cual más rocambolesco y mortal.

La fórmula dio bastante de sí durante los tortuosos dosmiles y algunos años después, cuando estamos viviendo un nuevo resurgir del slasher primigenio propio de los maravillosos años 90 gracias a las revitalizadas franquicias de Scream y Halloween, llega cómo no, la continuación de Destino final que nadie esperaba: la buena. Destino final: Lazos de sangre supone el debut de Zach Lipovsky y Adam B. Stein como relevo a manos de una saga que por primera vez en más de 20 años se las ingenia para traer una continuación cohesiva y coherente con la película original y de paso se erige como la que probablemente sea la mejor secuela de la franquicia. La acción nos traslada al presente cuando la estudiante universitaria Stefanie decide ir a casa en busca de explicaciones, después de estar dos meses torturada por una pesadilla recurrente en la que ve a su abuela morir en un escandaloso accidente mortal en un restaurante de cristal fabricado sobre una de las torres más altas del país durante los locos años 60. Ahora la joven hará todo lo posible por tratar de entender qué trata de decirle su abuela en sus sueños y qué macabro secreto familiar se esconde detrás de un accidente que quizá solo existió en sus pesadillas.

Haciendo un encomiable esfuerzo por devolver la frescura y la dignidad a una saga que había caído en la parodia, Destino final: Lazos de sangre se convierte en la matriz de toda la saga, estableciendo una cronología y unos lazos familiares que recorren una a una a todas las personas implicadas en cada uno de los terribles accidentes mortales de las películas de la saga hasta conectar con la abuela de la nueva protagonista. Con un divertido guión co-escrito por Guy Busick y Lori Evans Taylor a partir de la idea original de Jon Watts, el film abraza su comedia más negra y su esencia camp venida a menos en las dos últimas entregas de la saga, para dar como resultado una frenética película adolescente llena de secretos familiares que giro a giro sorprenderá y entretendrá mucho a los más fans de la saga, además conquistará a una generación ávida de subirse al carro de una de las franquicias más gore y descaradas del terror adolescente.

Destino final: Lazos de sangre es un gran entretenimiento y sobre todo una película muy divertida con una buena dosis de mala leche y creatividad mortuoria a raudales que se ejecuta francamente bien en torno a un espectacular prólogo en donde se desarrolla una de las mejores secuencias originales de toda la franquicia. Ahora nadie está a salvo y la muerte irá por cada uno no solo en el orden el que debían haber muerto, sino en el orden genealógico en el que han ido naciendo. Un nuevo golpe de guión que sorprende genuinamente por lo bien orquestado que está pese a venir de cinco películas en las que aparentemente ya se habían explorado todas las posibilidades narrativas abarcables a partir de un accidente intervenido. Pero es que gran parte del carisma que desprende esta nueva entrega es que juega las mismas cartas de siempre pero de un modo nunca antes visto y eso dota de un interés recientemente descubierto que de funcionar bien en la taquilla, podría ser el nuevo punto de partida de nuevas secuelas con elementos suficientes para entretener aún durante un rato.

La nueva entrega de Destino final no es que invente la rueda ni mucho menos, pero se las apaña francamente bien para revitalizar un punto de partida que está más vivo y presente que nunca y para reconquistar al público fan de la primera entrega que se perdió por el camino entre tanta secuela descerebrada tras otra. Lazos de sangre recupera gran parte de la esencia original y aunque ahora es mucho menos ingenua y seria de lo que era inicialmente, se adapta muy bien a los nuevos tiempos que corren sin necesidad de ser esclava de los avances tecnológicos propios de la generación Z. Es actual y fresca sin recurrir a los estereotipos habituales en los que podrían caer estas franquicias al reactivarse y eso hace que el encanto primigenio sea al fin devuelto a la saga

Título original: Final Destination: Bloodlines Director: Zach Lipovsky, Adam B. Stein Guión: Guy Busick, Lori Evans Taylor Música: Tim Wynn Fotografía: Christian Sebaldt Reparto: Teo Briones, Brec Bassinger, Kaitlyn Santa Juana, Richard Harmon, Anna Lore, Owen Patrick Joyner, Max Lloyd-Jones, Rya Kihlstedt, Tinpo Lee, Tony Todd, Gabrielle Rose, April Telek, Mark Brandon, Brenna Llewellyn Distribuidora: Warner Bros. Pictures Fecha de estreno: 16/05/2025