En los últimos años, la figura del italiano de Luca Guadagnino, se ha instalado el séptimo arte como uno de los cineastas autorales más laureados de la industria. Su vinculación con la actriz Tilda Swinton, el valor para reimaginar una obra de culto como Suspiria (2018) y su consagración al mundo queer con la imperecedera Call me by your name (2017) le han permitido crear imágenes preciosas, el imaginario de un creador imparable. Sus propuestas son de lo más variopintas, apenas unos meses atrás enloqueció a las audiencias con el erotismo de los tenistas de Rivales (2024), y ahora a dar imagen a las memorias del escritor estadounidense, William Lee. Queer relata la novela homónima inacabada del autor, abordando la realidad de un hombre de mediana edad homosexual que intenta salir adelante lejos de su país natal.
Propuesta de A24 que explora los desafíos de un expatriado que deambuló en solitario, a mediados del siglo pasado, por Ciudad de México. Lugar que servía como refugió para miembros de una pequeña comunidad estadounidense, inadaptados en busca de afecto, donde el consumo de estupefacientes se convertía en una práctica diaria para huir del dolor. En medio de esa pesadumbre, Lee se encuentra con Eugene Allerton, un joven estudiante recién llegado a la ciudad, con el que poco a poco cree haber alcanzado por primera vez una conexión íntima. Para muchos no deja de ser una heredera de la exitosa adaptación de James Ivory, por su acercamiento de lleno a la realidad de la homosexualidad, esta vez desde una visión mucho más sórdida.
El relato intenta elaborar una intriga a través de la relación de sus protagonistas, con un personaje principal dispuesto a cualquier cosa por conseguir el afecto de su compañero de habitación, sin dejar claro explícitamente si hay un afecto mutuo. Una idea tortuosa que nos devuelve a un lenguaje que deambula entre el típico simbolismo de Guadagnino y la realidad más cruda. Un camino de reflexión en torno a lo que el propio William Lee entendía por el amor y el proceso obsesivo que envuelve a la idea. Esta es una cinta que divide a la audiencia, pudiendo convertirse en el trabajo menos accesible del cineasta, pues no teme en adentrarse en ahondar temáticas adultas, con imágenes surrealistas psicodélicas o monólogos. Intenta traer un efecto poético a esta historia de abandono y deseo, pero sin dejar emitir una idea enfermiza que resulta perturbadora.
Personalmente, pienso que el autor está perdiendo cierta sutiliza mágica que le caracterizaba. Queer es una película tosca, inconexa e incluso irritante. A pesar de trabajar ideas como la negación de nuestro propio ser, o ese factor humano del ansia de la conexión social, es una película con problemas para comunicarse y que bordea una historia muy superficial. Superponiendo las imágenes sobre el texto, su exploración de las carencias emocionales se siente dilatada en el tiempo y poco pulida. Un innecesario proyecto episódico que exige un esfuerzo extra del espectador para empatizar con un entretenimiento que se supone tendría los elementos necesarios para poner las emociones a flor de piel. Un largometraje que implica un salto de fe en diferentes momentos, cuya belleza visual no es suficiente para sumergirse en el viaje remarcable del protagonista.
Es loable su intento de construir una pieza audiovisual que hable del rechazo desde la condición sexual y la imagen de rechazo que nos proyecta el propio mundo exterior, pero al igual que la novela de William Lee, esta película se siente inacabada. Una de las cintas más particulares del director que no puede evitar sentirse pretenciosa y excesiva, que enamorará a los espectadores menos exigentes por la mezcolanza de temas trascendentales que toca, pero que se siente un mero boceto de la profundidad emocional que abarca el rechazo del amor. Precisamente creo que el tema de los estupefacientes trasladado a la acción, acaba por diluir cualquier atisbo de coherencia narrativa, siendo Daniel Craig el aspecto más loable de un filme sobre la decadencia que apetece olvidar rápidamente.
El trabajo del actor británico destaca, pues no estamos acostumbrados a vislumbrar su carácter emocional tras su fachada comercial de tipo duro. Su elección para el rol es un acierto para el largometraje y para la carrera del actor, demostrando su valía en producciones de un profundo corte dramático. Aquí consigue ser convincente en la emoción constante de un perfil que vive un descenso a los infiernos vital, que es cegado por la llama vital de la ilusión que puede llegar a producirnos un alma gemela, en el momento más inesperado. La mezcolanza de momentos que navegan entre la lujuria y la miseria, componen a un personaje característico, cuya recreación cinematográfica siento que no está a la altura del peculiar William Lee. Para ejemplo queda el horrible decorado de la película, con establecimiento de cartón piedra que deslucen el poderío visual que sabemos que maneja Guadagnino. Pasar tiempo con este personaje en esta compleja atmosfera es interesante, intentando evocar cierta ternura dentro del horror al que está abocado, sin embargo, la correlación de elementos es vaga y deslucen el producto final. Tristemente, es un trabajo más hueco de lo que nos quieren hacer creer.
Crítica escrita por Juan Carlos Aldarias
Título original: Queer Director: Luca Guadagnino Guión: Justin Kuritzkes Fotografía: Sayombhu Mukdeeprom Música: Trent Reznor, Atticus Ross Reparto: Daniel Craig, Drew Starkey, Lesley Manville, Jason Schwartzman, Henrique Zaga, Omar Apollo, Andra Ursuta, Andres Duprat, Ariel Shulman, Drew Droege, Michael Borremans, David Lowery, Lisandro Alonso, Colin Bates Distribuidora: Elástica Films Fecha de estreno: 01/01/2025