Steven Spielberg parece vivir una segunda juventud, similar a la que viven Clint Eastwood o Martin Scorsese. Embarcados los tres en innumerables proyectos están demostrando, con mayor o menor desatino, una inagotable pasión por hacer cine. Esta pasión se traduce en la en la repetida elaboración de películas que, sin ser revolucionarias respecto de su obra anterior, revelan un espíritu enérgico (en algunos casos también juvenil) que los aleja de muchos de sus contemporáneos, tristemente condenados a realizar un cine anquilosado, sin propósito.
El hecho de que Spielberg se haya encargado de adaptar Ready Player One da buena muestra de todo esto, pues es una adaptación no complicada pero sí farragosa e inabarcable debido a las exigencias de producción que el cine contemporáneo de gran formato exige. La película está en gran parte rodada exclusivamente con CGI lo que da una buena muestra de las dimensiones del trabajo técnico realizado en ella. De modo similar a su colega John Williams (quien no le acompaña en esta ocasión), Spielberg muestra que la pasión por su trabajo importa por encima de todo. Y así queda reflejado en Ready Player One, una película bien orquestada, montada y dosificada en sus 140 minutos, habida cuenta de la complicación que supone hilar los innumerables lugares y tiempos de la película en una línea narrativa sólida y ágil. Quizá la contribución del director en aquellos pasajes en los que prima de forma categórica el CGI (que no son pocos) se note algo mermada, pero al menos el conjunto muestra que hay alguien detrás de la cámara y no un simple robot como en las producciones de Marvel o DC. No hablamos de que Spielberg sea un autor cinematográficamente muy reconocible, pero al menos su innegable talento para el orden y la sintonía en espectáculos de esta magnitud.
Sin embargo, no podemos ser tan optimistas al referirnos a la propia historia de Ready Player One, que posee capital importancia puesto que está basada en un libro juvenil muy famoso (y bastante cercano en el tiempo), que narra la aventura de un adolescente que se ve envuelto en una conspiración por hacerse con el control de un multimillonario juego de realidad virtual. La gracia del libro parece ser, es que ese mundo de realidad virtual es un totum revolutum de referencias de la cultura geek de los años 80 en adelante; una especie de Kingdom Hearts literario y atrofiado que sirve como cebo para nostálgicos y como droga para toda suerte de gamers, amantes del cine y de la música de esa época. Cuadra entonces su éxito si lo enmarcamos en la cultura del revival que vivimos; del eterno remake; del inacabable todo tiempo pasado fue mejor.
El uso continuo de referencias para buscar la complicidad del espectador es descorazonador, casi pornográfico. ¿Hay algo verdaderamente genuino en el texto de Ready Player One, o es toda una suma infinita de cosas? Ver la película me hace recordar El Congreso, de Ari Folman, Black Mirror e incluso El juego de Ender. Parece atisbarse cierta crítica social política en la lejanía, pero es una ilusión, un sustento mínimo para una historia cuyo único fin es que un sector muy concreto del público se sienta reflejado en ella. Ready Player One es, en este aspecto, un mero producto comercial; una obra en la que no se homenajea una época, se la expolia.
Tiene la virtud, claro, de que Steven Spielberg se ha encargado de ella, y ha sabido tocarla como piano para poder llevar la película a buen término. Pero Ready Player One revela también una peligrosa tendencia, que es la fagocitación de la cultura mediante su reducción a mero objeto de consumo o, si se prefiere, a un chiste, un reclamo o carnaza para mantener la atención del público. A menudo se dice que Hollywood tiene una gran falta de ideas debido a los numerosos remakes que se estrenan, pero quizá lo que ha encontrado la industria americana es una forma mucho más rentable de hacer entretenimiento. Más rentable y desde luego más fiable que la incursión en terreno desconocido.
Título original: Ready Player One Director: Steven Spielberg Guión: Ernest Cline, Zak Penn Música: Alan Silvestri Fotografia: Janusz Kaminski Reparto: Tye Sheridan, Olivia Cooke, Ben Mendelsohn, Mark Rylance, Simon Pegg, T.J. Miller, Hannah John-Kamen, Win Morisaki, Philip Zhao, Julia Nickson Distribuidora: Warner Bros. Pictures Fecha de estreno: 30/03/2018