“Es que este árbol no es nuestro. No nos pertenece. Es de la historia, de la vida, de la tierra, de nuestros abuelos y bisabuelos y tatarabuelos. No es nuestro”. Esta frase hace referencia al que quizá sea uno de los subtextos más poderosos que alberga el nuevo largometraje de la directora española Icíar Bollaín. La relación recíproca entre la tierra (representada por un olivo) y la persona, algo que se ha perdido al expropiar de manera indecente –siempre por intereses económicos– el hábitat en el que coexistimos y que para nada nos pertenece. Que no nos engañe su estructura demasiado genérica; el trabajo de Bollaín resulta sincero, delicado y pasional. Hace menos de un año tuvimos otra cinta española, Amama, en la que se puede encontrar algún que otro paralelismo en la unión con la naturaleza y en el paso generacional (la figura del abuelo). Paul Laverty (guionista colaborador habitual de Bollaín y, además, su pareja sentimental) ubica la historia en una España consumida por la crisis, en la que aún permanecen en el suelo los cristales rotos de las aspiraciones de la familia protagonista (un negocio que quebró). Plantea el dilema de rehusar nuestros orígenes en pos de una estabilidad económica.
El olivo es una road movie a través de Europa en la que nos narra los intentos de Alma por recuperar el olivo de su abuelo con el que estrechó una profunda simbiosis. La introspección de los personajes nace de su relación con la hipocresía, que se establece como una barrera defensiva por el temor de una realidad que surgiría con la sinceridad. También hay que elogiar la poderosa labor actoral de Javier Gutiérrez, Anna Castillo y Pep Ambrós –el trabajo del plantel de secundarios resulta desaprovechado–, siendo sus personajes los que se involucran en este viaje hasta Alemania. En este trayecto, se plantea un temor latente en la actualidad: la poca estabilidad laboral. Bollaín idealiza al trabajador que se revela contra sus cadenas mediante el uso de una pequeña estatua de la libertad que portan en el camión, simbolizando la libertad frente a la opresión. También podría aplicársele a la crítica –algo insustancial, eso sí– sobre la corrupción medioambiental, y cómo se genera este pequeño inciso bien llegados al tercer acto. El problema es que alguna que otra subtrama –como los conflictos paternofiliales entre las dos generaciones que se presentan en el film– avanza a trompicones y su resolución resulta muy poco inspirada.
Su carácter elíptico podría haber resultado demasiado almibarado, pero establece una lectura muy optimista sobre la importancia de que la huella (colectiva) que inmortalice nuestra estancia en este lugar nunca resulte hiriente para la naturaleza, y sobre nuestra implicación –y obligación– para con el medio ambiente. Ese sentimiento (demasiado utópico, por otro lado) termina por impregnarse en la narración. Una cinta divertida y tierna; profunda y reflexiva.
Crítica realizada por Brian Garrido
Ficha técnica:
Título original: El olivo Director: Icíar Bollaín Guión: Paul Laverty Música: Pascal Gaigne Fotografía: Sergi Gallardo Reparto: Javier Gutiérrez, Anna Castillo, Pep Ambrós, Manuel Cucala, Miguel Ángel Aladrén Distribuidora: eOne Fecha de estreno: 06/05/16