HOMELAND
Todos sabíamos que Homeland era una serie limitada por los hechos que desencadenaban la trama Carrie-Brody pensada para dos temporadas. Conociendo a Showtime, que tiene la enfermedad de estirar series hasta la saciedad como Dexter, los ejecutivos de la cadena tuvieron la brillante idea de realizar una tercera temporada. Una tercera temporada insulsa y aburrida, con una dinámica fría entre Carrie y Brody que hacían explotar los cimientos fuera de los platós poniendo punto y final a su relación en la serie. Alex Gansa confesaba que la tercera temporada la hacían sobre la marcha, escribiendo guiones a destiempo y sin ideas.
Con Brody fuera de circulación, Showtime aceptó una nueva temporada haciendo borrón y cuenta nueva, manteniendo a Carrie como protagonista, trasladándola en nuevas misiones, nuevas localizaciones y nuevos conflictos. La cuarta temporada empezaba con muchas dudas hasta que en su recta final pasó lo inimaginable. No solo el reseteo desde 0 funcionó, sino que llegó al nivel de las dos primeras temporadas olvidando por completo a la tercera. Saul Goodman conseguía ganar protagonismo, Peter Quinn seguía siendo el tipo con los cables cruzados y aparte de seguir con el tema terrorista de fondo, Gansa metía de forma subjetiva una trama de corrupción en la CIA. Una cuarta temporada plagada de episodios memorables llenos de acción frenética, vibrante y adrenalítica, que funcionaba como un auténtico reloj suizo a la perfección y sin errores.
Gracias a la cuarta temporada, Homeland ha conseguido la nominación a la Mejor serie dramática junto a Orange is the New Black, Mad Men, Juego de Tronos, House of Cards, Downton Abbey y Better Call Saul. Su nominación hay que mirarla con pesimismo, ya que todas las quinielas apuntan a que Mad Men, debido a su desenlace, podría llevarse al agua. Y hay que tener también en cuenta también la magnífica temporada de Orange is the New Black y la revelación de Better Call Saul. Homeland tendrá una quinta temporada situada en Alemania adentrándose en nuevas aventuras. Por un lado hay ganas y por otro escepticismo.
Texto escrito por Jaime Meco