No debe ser nada fácil presentar la gala de los Oscars. Tras unos años con cierta inestabilidad, en la edición pasada tuvimos a una Ellen DeGeneres que cumplió adecuadamente gracias a su rol de presentadora invisible: hacía unas cuantas bromas, se paseaba entre las estrellas (haciendo que ellas la ahorraran el trabajo) y se limitaba a no ofender a nadie, a ser correcta, para luego desaparecer a menudo. Este año contaremos con un experto en la materia, Neil Patrick Harris, ya veterano en el oficio de conducir galas, al igual que de comenzarlas con un número musical. Y es aquí donde quiero llegar: abrir la ceremonia con una coreografía que anime al espectador y le provoque ganas de meterse de lleno en el meollo.
No sé si el señor Harris va a comenzar con una o se ceñirá a los más clásicos monólogos de presentación, pero mientras lo descubrimos me gustaría recordar uno de los grandes momentos de los Oscars en cuanto a presentadores y show puro y duro se refiere: el número musical de Hugh Jackman en la edición de 2009. Con la “excusa” de la crisis y de sus habilidades para cantar y bailar, se montó un espectáculo maravillosamente cutre e imaginativo que hacía un rápido tour por algunas de las películas más importantes del año, desde Slumdog Millionaire hasta Mi nombre es Harvey Milk, pasando por El caballero oscuro o El curioso caso de Benjamin Button. Tanto triunfó que Tom Hooper se fijó en el actor australiano y en la momentánea participación de Anne Hathaway para posteriormente convencerlos de que protagonizaran la nueva adaptación de Los miserables. En definitiva, una vibrante presentación que ojalá sea superada este año.