Americana Film Fest 2015 – Día 2 | La Cabecita

La segunda jornada de la Americana demuestra que la variedad de estilos está presente en el festival. Ayer pudimos ver The Better Angels, Life Itself, Cheatin’ y Rich Hill. Con esta parrilla vimos los dos documentales del festival, la única cinta animada y nos introducimos en la sección NEXT. Lo más destacable de la jornada, sin duda, la espléndida historia que se retrata en Life Itself  y la originalidad de la animación de Bill Tympton con Cheatin’. Un día que ratifica que entre las cintas elegidas por el festival, hay calidad.

The better Angels

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The Better Angels, primera cinta con la que nos topamos de la sección NEXT, es la ópera prima de A. J. Edwards, íntimo y frecuente colaborador en el cine de Terrence Malick. Su debut como director se centra en contar la historia de la la humilde infancia de Abraham Lincoln, en los años que vivía rodeado de la naturaleza en Indiana. La historia refleja los hechos que marcaron la personalidad de Lincoln y las personas más influyentes en su vida y carácter.

Los años tras las cámaras de A. J. Edwards se perciben, a pesar de ser su primera película como director, la veteranía en sus trabajos con Malick le benefician. La forma en la que está rodada la película es impecable, una cámara que lleva el volante y nos conduce por los itinerarios más íntimos de la infancia de Lincoln, que aleja y profundiza el relato gracias a su precisión pero que no logra la profundidad del universo Malick. Muchas veces se ha dicho ya que las comparaciones son odiosas, pero en este particular caso es imposible no caer en ellas. Ayer hablábamos de Shawn Christensen como un director que imita pero se busca a sí mismo, A. J. Edwards es el hijo orgulloso de su “padre” (Malick) al que identificamos como un predecesor de su cine, y esto; sin duda, le perjudica en sus limitaciones de trascender más allá de la belleza técnica. The Better Angels, sobre todo, bebe -tanto que se atraganta- de la maravillosa El árbol de la vida, y justo estas constantes referencias descompensan su relato, señalando un contenido más vacío y pobre narrativamente. Aún así, apreciable su dominio tras las cámaras pero difícil su emancipación del cine de Malick.

Life Itself

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Después del sabor agridulce de la anterior proyección, llegaba el turno para Life Itself, la sesión más esperada -por mi parte-, de la tarde. Las probabilidades de decepción eran extremadamente bajas. Y obviamente, la estadística no falló. El documental narra la vida de Roger Ebert, uno de los críticos más conocidos e influyentes de Estados Unidos de todos los tiempos. Ebert escribió sus reseñas y críticas para el Chicago Sun- Times, publicó numerosos libros de cine, participó en guiones cinematográficos y fue el primer crítico de cine en ganar el premio Pulitzer. Además de repasar su vida como crítico y amante del cine, el documental muestra los últimos meses y la dureza del cáncer de tiroides que provocó su fallecimiento el 4 de abril de 2013.

Es tan fácil conectar y empatizar con un personaje tan entrañable como Roger Ebert, su cercanía y entrega hacia el documental, así como la de su esposa, Chez; favorecen el terreno en el que se desenvuelve el proyecto. Steve James, director de la cinta, concibe un material que se convierte casi de manera instantánea en un imprescindible de todo cinéfilo. Técnicamente el trabajo de montaje está impoluto, 120 minutos que se escapan de la habitual percepción del tiempo; haciéndonos reír, disfrutar y amar el cine a partes iguales. Se intercala el recorrido de Ebert en su reputada carrera como crítico, su rivalidad y amistad con Siskel; su implicación vital con el cine… Con imágenes del propio Ebert en el hospital, sufriendo el cáncer de tiroides en sus últimos meses de vida. El documental muestra la carismática personalidad de Ebert, pero sobre todo, a su persona; y gracias a esta proximidad, incluso en las partes más emotivas, logramos mantener esa media sonrisa ante la gran pantalla. El amor eterno por el cine de Ebert, aquello que al final de sus días le alejaba de sus problemas y le motivaba a seguir luchando, es lo que hará que, a pesar de su ausencia, siga estando presente. 

“I was born inside the movie of my life. The visuals were before me, the audio surrounded me, the plot unfolded inevitably but not necessarily. I don’t remember how I got into the movie, but it continues to entertain me.” Roger Ebert

Cheatin’

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La tercera sesión quedaba a cargo de la única película de animación del Festival, Cheatin’. Cheatin’, triunfó en los premios Annie de 2014, alzándose con el premio a Mejor película, director y música. Es el séptimo largometraje de Bill Plympton, cuyo estilo y picardía permiten que se le reconozca en su estilo rápidamente. Esta vez el animador extiende los límites a partir de un relato de James M. Cain. Cuenta la historia de Jake y Ella que tras un peculiar accidente de coche, llevado a la animación a través de una atracción de feria, se convierten en una pareja muy feliz y apasionada. Pero el ambiente entre ellos deja de estar calmado con la aparición de terceros que les somete en un bucle de celos e inseguridad.

Pocos minutos se necesitan para darnos cuenta del estilo tan característico del polifacético Plympton, encargado de la dirección animación; guión y producción (si esto no es indie…). Plympton narra una historia cargada de un lenguaje hiperbólico que, a su vez, se encuentra repleto de metáforas visuales tanto explícitas como implícitas. Recordando que los límites en la animación se hallan en la imaginación de cada uno. Así consigue configurar un relato en el que la sátira hacia los cánones convencionales divierten y entretienen con un procedimiento poco habitual. Una cinta que revitaliza el género de la animación para adultos y se presenta como un precedente reivindicativo para aludir su existencia. Eso sí, con un ritmo más ágil y ameno en su primera parte, pero que gracias a la favorable banda sonora, consigue una cinta circular prescindiendo de unos diálogos que para nada se echan de menos. 

Rich hill

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La última sesión del día quedaba a cargo del segundo documental del festival, también dentro de la sección TOPS, gracias a su triunfo en el Festival de Sundance de 2014 como ganadora del premio a Mejor documental. Rich Hill se centra en las miserias de un pequeño poblado en Missouri, de 1.396 habitantes. La historia se desarrolla a partir de tres adolescentes: Andrew, Harley y Appachey. Los tres pertenecientes a familias desestructuradas que no garantizan facilidades en su futuro.

Los dos directores de la película, Andrew Droz Palermo y Tracy Droz Tragos, ambos debutantes, narran el largometraje con una conciencia del entorno apreciable. Andrew Droz Palermo también se encarga de la dirección de fotografía y eso ayuda a la evidente implicación con la cinta. La estética del documental está extremadamente cuidada,  nos transporta de manera inmediata al ambiente turbio de Rich Hill. Acostumbrados a la ficción de estos relatos, despertar en la realidad de un barrio de estas características desconcierta, pero se necesita.  El documental converge con una pretensión de denuncia hacia el arraigado capitalismo y la intencionada ignorancia hacia estos sectores. Bastante efectivo pero con una banda sonora que a menudo se anticipa a las sensaciones que podamos llegar a sentir, cuando debería avanzar de la mano del documental; lentamente introduciéndonos cada vez más y más en las penurias.