El director Mikel Alvariño curtido en el mundo del cortometraje y la televisión, logró el premio al Mejor cortometraje en el pasado festival de Sitges con su trabajo Óscar desafinado. Puede sorprender en cierta forma encontrarse con un trabajo como Óscar desafinado dentro del Festival de terror, pero es cierto que el certamen ha ampliado su margen de géneros en los últimos años, y no en vano, Óscar desafinado, incluye un importante ingrediente de cine fantástico dentro de su forma.
Violeta amenaza a Óscar con que si el día que ella muera no guarda dos años de luto, ésta volverá de manera espectral para castigarle. Lo que parece en un comentario jocoso, pronto se convertirá en un verdadero paradigma para Óscar cuando Violeta fallezca apenas unos días después. Dos años de luto ante la amenaza de un fantasma que situará la historia apenas 40 minutos antes de que ese plazo se cumpla. Y ahí está Óscar, a escasas horas de llegar a cumplir esos tres años, con su ligue de los últimos tres meses, un ligue al que ni siquiera se ha atrevido a tocar por culpa de la amenaza de la fallecida, pero ahora el plazo se cumple, eso sí, tendrá que esperar cuarenta minutos para ello, y no será fácil…
Lo mejor del trabajo de Alvariño se encuentra en la presencia de un pletórico Julián López, que en veinte minutos muestra su excepcional desempeño para la comedia. López, salido de la escuela chanante, es un tipo con un talento maravilloso para la comedia física, el que más de un grupo dónde cada uno de sus integrantes aportaba una cualidad distinta, el cinismo de Ernesto Sevilla, la capacidad para dar (o quitar) sentido al absurdo de Joaquín Reyes, o la cercanía rural de Carlos Areces, no habrían funcionado sin un Julián López que era el miembro del grupo con un talento más clásico, más cercano a Harold Lloyd que cualquiera de sus otros compañeros. Es él en que lleva en volandas un corto en el que tiene que soportar la losa invisible de una relación que terminó de manera precipitada, y lidiar con la necesaria pero imposible tarea de seguir adelante. Pero la presencia de López también era un riesgo para Alvariño, ya que por la trama, casi cercana al absurdo de Óscar desafinado, podría haber hecho que este trabajo se quedase con la sensación de haber sido poco más que un sketch alargado del grupo cómico. Pero el director firma un guión lúcido, en el que no es el chiste el que más presencia tiene, pues ésta función la delega en López, sino en la omnipresencia de esa novia fallecida, como un notable personaje ausente y que es el que acaba haciendo que todo fluya a la perfección.
Óscar desafinado es una excelente comedia de veinte minutos, el premio en Sitges y su próximo recorrido por distintos festivales podría dar a su realizador además una visibilidad para aventurarse a nuevos terrenos, y ahí es donde entra la prueba de fuego, porque la lucidez de Óscar desafinado no podría haber funcionado en un largometraje, pero, ¿será capaz de mantener sus virtudes cuando de este salto? Nos ha dado motivos para permanecer atento a ello.