Una cita para el verano – Cuando el miedo pone freno a la vida | La Cabecita

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El pasado 2 de febrero The Wall Street Journal publicó a eso de las siete y media de la tarde la que probablemente es una de las noticias más impactantes que hemos vivido los cinéfilos estos últimos años. Philip Seymour Hoffman, uno de los actores más talentosos de su generación, había fallecido a los 46 años como consecuencia de una sobredosis de heroína. Ese hecho colocó el nombre de Hoffman en todas las portadas de las publicaciones culturales (y en algunas generalistas) y también hizo que muchos pusieran nombre a su imagen después de muchos años viendo sus películas. Su fama aumentó, no hay por qué negarlo. Es lo que tiene morir de manera inesperada. El morbo y el interés nos pueden en casos así.  A partir de entonces empezamos a preguntarnos qué sería de la última entrega de Los juegos del hambre, donde interpreta a Plutarch Heavensbee, y una curiosidad antes inexistente empezó a apoderarse de nosotros cada vez que leíamos algo sobre El hombre más buscado, God’s Pocket o Salinger, las últimas películas del actor.

El estreno de Una cita para el verano no es casual. No es que las distribuidoras se hayan estado pegando cuatro años para hacerse con los derechos de explotación de la película. No. Una cita para el verano se estrena ahora en nuestras salas después de pasarse desde 2010 a la sombra porque Philip Seymour Hoffman ha muerto, y obviamente hay que aprovecharse del hecho de que ahora todo el mundo sabe quién es. Porque seamos claros, si el destino de Hoffman no hubiera sido morir a tan temprana edad en España no oleríamos esta película.

Pero Una cita para el verano es algo más que una película protagonizada por Hoffman, porque aunque esa ya es razón más que suficiente para garantizar su estreno y para acentuar las ansias de los espectadores más curiosos, también se trata del debut de Hoffman como director, de su primera y única película detrás de las cámaras. Y aunque el resultado no lleva a pensar que Hoffman se podría haber convertido en un realizador a tener en cuenta (aunque hay que aplaudir algún travelling de esta película), el actor ganador del Oscar por Truman Capote firmó una película muy fácil de ver, llena de sentimiento y sensibilidad y en la que, como no podía ser de otra forma viniendo de un intérprete tan intenso como él, los actores llevan todo el peso de la película.

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Una cita para el verano nos cuenta la historia de Jack, un conductor de limusinas de Nueva York. Introvertido y recluido en sí mismo. Clyde, su compañero de trabajo, y su esposa Lucy deciden prepararlo una cita a ciegas con Connie, una chica tan aislada como él. Mientras Jack y Lucy afianzan su relación, transformándose el uno al otro en el proceso, el matrimonio de Clyde y Lucy comienza a hacer aguas.

Para su ópera prima Hoffman contó con actores «pequeñitos» pero de calidad incuestionable. La historia de Una cita para verano está marcada por la sencillez, un adjetivo que el personaje de Amy Ryan, que interpreta a la versión femenina del personaje de Hoffman, personifica con una seguridad y pericia asombrosa. Esa vulnerabilidad tan presente en el Jack de Hoffman (que lo hace bien sin esfrozarse) y en la Connie de Ryan se refleja sin apenas problemas gracias a la naturalidad que muestran estos dos descomunales actores.

Pero además de eso, Una cita para verano funciona por las intensísimas actuaciones de John Ortiz y Daphne Rubin-Vega, que junto al guionista Bob Glaudini optaron a premio en los Independent Spirit Awards de 2010. La pareja formada por Ortiz y Rubin-Vega representa en este largometraje la otra cara del amor, la que no es tan bonita e idílica, y para sorpresa de una servidora (porque son los nombres más desconocidos del elenco y de los que menos esperaba), ambos lo hacen con un poderío asombroso. Puede que la historia que cuenta Una cita para verano sea pequeña, que la trama se desarrolle de manera evidente y que, al fin y al cabo, no deje de ser una película indie más, pero pocos podrán hablar mal de sus interpretaciones, porque la introspección que Hoffman lleva a cabo de los sentimientos de sus personajes es sencillamente maravillosa.

En Una cita para el verano la inseguridad y el miedo han llevado a Jack a la marginalidad. Su vida es una rutina constante que ni él mismo se atreve a romper. Su desconfianza para con el mundo y consigo mismo le cohíben de tal manera que la idea de sociabilizarse es un utopía para él. Cuando sus dos únicos amigos le conciertan una cita a ciegas descubre que todos esos miedos se pueden vencer siempre y cuando encuentres a la persona adecuada. Y como el mundo es una ironía constante, poco importa que esa persona sea igual de miedosa que tú. El caso es que es la otra mitad que le faltaba a tu vida para ser perfecta, una mitad gracias a la cual te levantas cada día con una sonrisa.

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Hoffman consigue que una historia más bien corriente llene al espectador (siempre que sus expectativas no sean demasiado altas) gracias a lo bien definidos que están los carácteres de sus personajes. Porque desde el principio de la cinta lo único que deseas es que Connie y Jack alcancen el amor, sea con quien sea. Son perdedores cuyas emociones están perfectamente reflejadas, y eso te lleva a sentir una ternura inmensa por ellos.

La película de Hoffman podría haber sido una historia de amor sin más pero acierta por completo al incluir otra trama: la de Clyde (Ortiz) y Lucy (Rubin-Vega). Su relación hace que Una cita para el verano sea un poquito más completa, y también aporta la dosis de realismo justa para que el público vuelva a la realidad más cruda. Aunque no se trata, ni mucho menos, de una película sobre situaciones imposibles, sino más bien de una película sobre situaciones extraordinarias. 

El problema de Una cita para el verano es que, aunque está hecha para encandilarte durante sus 90 minutos, es una película destinada al olvido. Quizá siempre conservemos retazos de ella, porque aún con sus fallos, es una película muy bonita y entrañable, pero está claro que nadie la recordará como LA película de Philip Seymour Hoffman

Ficha técnica:

Título original: Jack Goes Boating Director: Philip Seymour Hoffman Guión: Bob Glaudini Música: Grizzly Bear, Evan Lurie Fotografía: W. Mott Hupfel III Reparto: Philip Seymour Hoffman, Amy Ryan, John Ortiz, Elizabeth Rodriguez, Richard Petrocelli, Thomas McCarthy Distribuidora: Surtsey Films Fecha de estreno: 14/08/2014