Cine. Palabra de valor inmenso, incalculable. Existen millones de bifurcaciones en esas cuatro letras, ¿qué es el cine? El cine es un arte. Un gran parque de atracciones. El cine es locura, evasión, corazón. El cine son muchas cosas y son muchas estaciones con paradas bien distintas. Todas ellas extraordinariamente válidas. Aunque luego te enfrentes a una película y el resultado pueda ser dispar. Hay cine bueno y malo. Hay cine para entretener, para revolver la conciencia, para pensar… Hay mil clases de cine, pero hay uno sobre todo que no atiende a las definiciones de bueno o malo, el hermano rebelde, aquel que no es simplemente bueno y malo, bueno, sí, es malo, pero no por motivos normales, sino por muchos otros. Es el cine desconcertante. Y hablamos del desconcierto, no como una habilidad narrativa sino del desconcierto absoluto ante la proyección de una película en la que es imposible descifrar cuáles son las intenciones de su director. Aquellas en la que todo resulta un desastre acumulativo en el que el punto de fractura es tan invisible que sabes que simplemente está y que derrumba a la película entera, pero te resulta imposible hallar el momento en el que éste aparece. Y no, no es muy común este cine, porque una película antes de llegar a realizarse es un proyecto que pasa por muchas manos, y alguna suele haber lo suficientemente prudente como para parar la situación e intentar arreglarla. Pero cuando llega, se convierte en el cine del desconcierto, porque la única forma de ver una película como Voy a ser mamá es estar completamente desconcertado.
Voy a ser mamá cuanta la experiencia de una pareja entrada en años que vive en la élite parisina. Ella trabaja en una revista de moda y él en una galería de arte. Ante la imposibilidad de poder tener un hijo deciden adoptar a un niño ruso de 7 años. Esto no sólo cambiará la vida de la pareja por completo, tratándose de adaptar a la presencia del muchacho en sus vidas, sino que supondrá un grave problema para ellos cuando se encuentren con la insalvable barrera del idioma para poder comunicarse con el chico.
No sé muy bien qué es lo que pretende la película, estamos ante una supuesta comedia que jamás encuentra el tono exacto de lo que quiere contar. Sus chistes funcionan de manera muy esporádica, y casi siempre son pronunciados por el personaje que interpreta una irreconocible Nanou Garcia, que da vida a la abuela del niño adoptado. Pero cuando parece ir con calma por este terreno cómico, la película presenta cortes de tinte dramático que no parecen tener mucha lógica en el sentido de la película, algunos más leves, como los relativos a los conflictos familiares y otros mucho más abruptos como un intento de suicidio enfocado desde un prisma completamente dramática que no parece venir demasiado a cuento. Usando incluso artimañas verdaderamente deleznables en este episodio.
Porque al fin y al cabo la película se basa en esos episodios, como pequeñas ideas, pequeñas ráfagas que aparecen y desaparecen sin tener un peso narrativo en la historia. De aquí podemos sacar muchos momentos de la película, como el incidente con la niñera que pese a la gravedad con la que está plasmado, acaba sin servir demasiado bien ni como recurso cómico, ni mucho menos dramático. Y una vez más el desconcierto se apodera del espectador, ¿qué es lo que realmente pretende la película? ¿Qué quiere plasmar con todo esto? Y no puedo evitar quedarme con la duda.
Pero el problema viene de mucho más atrás que de estas situaciones, viene a raíz de dos personajes pésimamente construidos, cuya evolución es completamente ilógica y no atiende a ninguna explicación. Aventuras extra-matrimoniales que no tienen sentido dentro de la trama, un sentido de la paternidad que va y viene en ambos personajes continuamente según conviene para el episodio que la película narra sin hacer demasiado caso a un camino lineal. Y especialmente la presencia de ese niño que apenas habla y se comunica, y que cuyas acciones tampoco parecen responder a ninguna lógica.
Valérie Lemercier, que es una actriz extraordinaria, deja claras con su segunda película tras las cámaras muestras de ser una realizadora completamente torpe, haciendo una película que no se sostiene en nada, montada de manera desastrosa, que trata de contar una historia que no sabemos muy bien qué desea contar. Y pese a todo es una película que no acaba de ser completamente desastrosa, aunque sin embargo, lo sea, y no podamos encontrar el momento exacto en el que empieza a serlo. Porque todo lo que ocurre nos deja con auténtica perplejidad, nos deja en el mayor de los desconciertos. Porque cine, esas cuatro letras que por sí solas pueden significar muchas cosas, a veces se pierde por el camino. Y Voy a ser mamá está ahí perdida, como cine de desconcierto.
Ficha técnica:
Título original: 100% cachemire Director: Valérie Lemercier Guión: Valérie Lemercier Fotografía: Denis Lenoir Reparto: Valérie Lemercier, Gilles Lellouche, Samatin Pendev, Marina Foïs, Nanou Garcia, Ludovic Berthillot Distribuidora: Vértigo Films Fecha de estreno: 18/07/2014