La pasada edición de los Premios César deparó, al menos fuera de las fronteras francesas, una gran sorpresa al conceder los máximos galardones a la película que se reseña aquí en vez de a la aclamadísima La vida de Adèle. Después de haber visto ambas cintas a mi parecer esos premios son excesivos, no ya porque ésta sea una mala película, que no lo es, sino porque su competidora más directa es muy superior, por méritos propios sí, y también por algunos deméritos de Guillaume y los Chicos ¡a La mesa! que trataré de diseccionar a continuación.
Y es que, ya dejando a un lado los premios que no dejan de ser una anécdota más, Guillaume y los chicos ¡a la mesa! trata de una manera muy diferente un tema muy similar al de La vida de Adèle, la aceptación y descubrimiento de la (homo) sexualidad por parte del protagonista. En cierto modo, y, aunque la obra de Kechiche se centra en la relación de la protagonista con la Léa Seydoux, la chica del pelo azul, es una historia sobre el redescubrimiento y las dudas, del mismo modo que nuestro protagonista, Guillaume Gallienne, que se interpreta a sí mismo en una visión de su propia adolescencia, descubre y duda toda la película, espoleado por su familia (en especial su madre) que le dirigen quizá a un lugar que no es el suyo.
Es esa relación que guarda con su madre es la que vertebra toda la cinta, mostrando a un protagonista muy inocente, a veces algo irritante en su inocencia, que depende de su progenitora casi como si nunca hubiera sido destetado. Lo que nos insinúa aquí su director en cierto modo es que parte de la inocencia, amaneramiento y feminidad que exhibe durante toda la cinta y que asumo, tuvo también en la realidad (no olvidemos que es una especie de autobiografía), son producto de la relación con su madre, muy cercana y casi obsesiva.
Y es aquí dónde está a mi parecer el mayor problema de la película, que carece de un verdadero conflicto, en ningún momento vemos sufrir a un protagonista que duda, titubea, y deambula en un mar de dudas pero con pocos efectos adversos más que la propia duda, narrándose todo esto en una sucesión de ingeniosos gags con una línea argumental que transcurre a través de una larga línea de tiempo, contándonos las anécdotas más divertidas o vergonzosas (por lo tanto divertidas también) de su juventud pero que no son mucho más que ligeras historias sin un componente dramático que nos haga sentir algo más que una lejana simpatía por el joven protagonista, curiosamente interpretado por el propio director, Guillaume Galliene, de más de 40 años.
Estos gags o pequeñas historias están conectados además de por el argumento, por cortas escenas teatrales donde se rompe la cuarta pared y Guillaume se dirige a nosotros resaltando los aspectos más significativos de lo que su madre ha dicho o de lo que ha ocurrido justo antes, todo con mucha gracia y desparpajo logrando sacar una sonrisa.
Todas estas escenas forman un todo de calidad pero que no va más allá de realizar una (muy acertada) crítica hacía la predisposición de la sociedad a catalogar y etiquetar la sexualidad de la gente sin prueba alguna, como ya he dicho, en este caso, a través de su relación con su madre, meta que consigue pero que a la vez le lastra al no ir más allá o añadir un componente dramático mayor. Esto puede deberse a que la propia historia del director sea así o, como creo, por no querer polemizar más de lo necesario y realizar un producto accesible, ligero y entretenido.
Es un gran comienzo para este director y todos esos premios que obtuvo sin duda le abrirán camino a nuevos proyectos para hacer crecer un talento que creo que tiene y espero aproveche. Estaremos expectantes.
Ficha técnica:
Título original: Les garçons et Guillaume, à table Director: Guillaume Gallienne Guión: Guillaume Gallienne Música: Marie-Jeanne Serero Fotografía: Glynn Speeckaert Reparto: Guillaume Gallienne, Françoise Fabian, Yves Jacques, André Marcon, Diane Kruger, Nanou Garcia, Yvon Back, Pierre Derenne, Catherine Salviat, Reda Kateb Distribuidora: A contracorriente Fecha de estreno: 28/03/2014