Joven y bonita – Ingenuidad | La Cabecita

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Me resulta curioso que en un país como Francia, con una vocación natural a elevar a sus cineastas a las más altas alturas, a veces de manera excesiva e inmerecida, se ningunee con tal descaro a uno de los cineastas más interesantes que ha salido del país galo. Porque François Ozon, es un cineasta de esos de naturaleza completamente hiperactiva (ha rodado 16 largometrajes en un lapso de 16 años)  y su filmografía está poblada de obras realmente interesantes, en las que cuando más acierta, es cuando se acerca a radiografiar el comportamiento de la sociedad juvenil. Porque Ozon es un cineasta obsesionado por la observación, pero sobre todo la observación a los ojos de un adolescente que descubre el mundo del morbo, que explora el juego desde la barrera. Temas que estaban perfectamente diseccionados en dos de las mejores películas de su carrera Swimming Pool y la reciente En la casa. En cierta forma con Joven y bonita vuelve a tocar esa observación, ese voyerismo, pero también hay mucho más de esto, está la visión, no viciosa del propio descubrimiento sexual, el juego del cuerpo, la inocencia carnal.

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Joven y bonita es una película dividida en cuatro actos que sigue la vida de una joven desde un mes de agosto hasta la primavera siguiente. Tras perder la virginidad, en una escena que además Ozon muestra de forma magistral, porque la explosión que desencadena todos los acontecimientos venideros, pues con esta pérdida de la virginidad, la protagonista experimenta sólo no un incipiente deseo sexual si no el descubrimiento de su cuerpo como arma que manejar a su antojo. Tras este descubrimiento veraniego, saltamos directamente al otoño, el caer de las hojas, dónde la protagonista decidirá vender su cuerpo por dinero. Lo más chocante de esta prostitución destaca en la mezcla que Ozon hace de la fealdad y la belleza, juntando el joven cuerpo de la protagonista con gente mayor, viejos elegantes, que pierden cualquier destello de esta elegancia cuando se desprenden de la ropa, como llevando a la protagonista a una completa decadencia física. El invierno son las consecuencias, la realidad, tratar de comprender, aceptar el mundo, vacilarle, jugar con descaro con él. La primavera, posiblemente la época más agradable de todas, es todo lo contrario… o no… porque es la comprensión completa de la vida, es el círculo completo de ese año de despertar sexual, de llegar madurez entendiendo todo aquellos actos cometidos.

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Una cosa que me fascina de Ozon es su excelente ojo a la hora de realizar castings, de descubrir jóvenes talentos, porque aún sigo maravillado por aquel chaval llamado Ernst Umhauer que protagonizaba En la casa. Pero aún más, siento verdadera fascinación por la joven Marine Vacth, toda una revelación fantástica, su enorme sensualidad acaba disuadida por completo ante la fragilidad de su rostro, ante esa falsa careta de seguridad tras la que se esconde una ingenua joven que creer tener todas las respuestas. Su Isabelle irremediablemente recuerda a la Belle de Jour a la que daba vida Catherine Deneuve en la película de Luis Buñuel. Al igual que ocurría en la película de Buñuel, la protagonista realmente no tiene claro el motivo que le incita a practicar la prostitución, no lo hace porque disfrute del sexo, de hecho les resulta desagradable, Ozon incluso no duda incluso en inspirarse en la película de Buñuel mostrando a la protagonista limpiándose insistentemente en la ducha después de su primera experiencia. Tampoco existe un motivo económico que las mueva, pues ambas viven acomodadamente, es más, jamás vemos a Isabelle gastarse nada de lo que ha ganado, solamente guardar ese dinero. El único motivo que mueve a ambas protagonistas es descubrir su propia sexualidad, explorarla a fondo, saber hasta qué punto puede llegar ésta.

Pero hay algo más en Joven y bonita alejado por completamente de la protagonista y es ese personaje tan Ozoniano que es el hermano de ella. Cuando la película comienza descubrimos a Isabelle a través de su mirada, con unos prismáticos observa a su hermana desnuda tomando el sol en la playa. Este chaval de unos 13 años está en un fase similar a la de su hermana, si ella está descubriendo el sexo y la forma de que puede usar éste, este chaval está descubriendo u propia sexualidad. Siento en él un incestuoso amor hacia su hermana, posiblemente sea el único referente femenino que le rodea, con la facilidad que puede acceder a su cuerpo, como algo que observa de manera prohibida, muestra en él verdadera pasión. Es en cierta forma él mismo el que le mete la idea en la cabeza diciéndole que parece una puta tras usar un determinado pintalabios, y también le espera tras su primera experiencia sexual en una mezcla de celos y la necesidad de conocer los detalles de lo ocurrido para poder jugar en su mente, para llegar a ese onanismo que en cierto momento le vemos consumar. Es un personaje narrado con sutileza, con mucha inteligencia, un personaje que realmente no tiene importancia dentro de la trama principal de la película más allá de algunos momentos puntuales durante el primer acto como uno de los vehículos iniciáticos del viaje que debe tomar la protagonista, pero el espectador siente que es la encarnación del realizador en la propia película.

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En cierta forma se podría entender Joven y bonita, como una actualización de Belle de Jour. Porque realmente Isabelle y Belle tienen mucho en común, en ellas sólo cambia la situación que las rodea, la propia sociedad, pero ésta marca uno de las ideas más importantes de la película. Pues Joven y bonita se convierte en un análisis de la sociedad rodeada de información, dispuestos a creer que tienen todas las respuestas en un mundo que les da acceso completo a lo que realizan. Al contrario de lo que ocurría en la película de Buñuel, en primera instancia nunca vemos a Isabelle preguntarse sobre lo que va a hacer, ni afrontar las dudas, aunque después conozcamos como se le presentó la idea de realizar esto y pronto afrontar la oportunidad. Más que Joven y bonita, Isabelle es joven e ingenua, y entrega lo que debería ser lo más sagrado para ella por saciar su propia curiosidad, simplemente por eso, nunca por lujuria, nunca por dinero, la simple y llana ingenuidad de una juventud incapaz de entender sus actos, y es ahí donde nace la magnificencia de esta notable obra de ese magnífico realizador francés llamado François Ozon, que realmente debe ser demasiado bueno como para hacer que sus compatriotas, esos que llevan con orgullo la bandera del cine galo, no se hayan dado cuenta de esto, o quizá el problema de Ozon sea que también es joven y bonito, pero en absoluto ingenuo.

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Ficha técnica:

Título original: Jeune et jolie Director: François Ozon Guión: François Ozon Música: Philippe Rombi Fotografía: Pascal Marti Reparto: Marine Vacth, Géraldine Pailhas, Frédéric Pierrot, Charlotte Rampling, Johan Leysen, Fantin Ravat, Nathalie Richard, Laurent Delbecque, Akéla Sari, Lucas Prisor Distribuidora: Golem Fecha de estreno: 07/03/2014