Empezamos hablando claro, no nos dejemos cegar por la nostalgia, el Robocop que en 1987 dirigió Paul Verhoeven no era gran cosa. Una película muy divertida, que nos ganaba fácilmente con su absoluta mala leche y con su jocosa violencia. Ahora sí, saquemos la nostalgia a la palestra, porque tampoco podemos negar que Robocop tiene ese halo especial de las películas de finales de los 80, que han envejecido tan mal, que esto les ha sentado hasta bien, porque se apodera de ella una sensación de cariño, como si fuera una película que el nuevo espectador de hoy sería incapaz de apreciar y que sólo, los que la vimos años atrás, podemos disfrutar tal y como fue concebida. Nos gusta que sus animatronics se vean tan viejos, nos encanta ese traje que se ha convertido en todo un icono y disfrutamos a lo loco con la muerte de su protagonista tan excesiva que roza el gore. Bien, teniendo esto en mente, un remake de Robocop tampoco debería ser mala idea, obviamente el tono cyber-punk de la original debería ser cambiado en pos de algo más realista, más en la línea del Batman de Nolan, pero la historia del policía robot se podría ajustar perfectamente a los nuevos cánones que demandan los espectadores.
Detroit en el futuro está sumido en el caos y la violencia, la nueva estrategia para defender a la ciudad pasa por robots que hagan cumplir la autoridad. Pero no todo vale, la gente sigue confiando en los humanos, la solución para esto es juntar a lo mejor de los humanos con lo mejor de la robótica. La muerte del policía Alex Murphy les permitirá crear este robot-policía perfecto. Pero pronto todo fallará, porque no es un simple robot al que puedan manejar, si no que se revelará contra aquellos que le han creado buscando que se cumpla la justicia. Esta es la premisa de ambas película. Añádanle a la nueva un poco más, una dosis de realismo, empezando con esos robots por tierras afganas en busca del control de la paz, clara alusión al mundo post-11S. Ah, y también que ahora el robot es algo más cercano a Frankenstein, un ser con sentimientos, que tendrá que resistir el impulso mecánico ante las emociones humanas. Está triste al descubrir lo que le ha pasado, y antepone a su familia a la justicia, por mucho que se la quieran arrebatar, pero está claro que hacerlo así es mucho más bonico.
Lo peor de este Robocop es que no encuentro nada interesante en ella, nada que despierte mi atención, ningún punto mínimamente favorable. Es una película demasiado ruidosa, tan excesivo es su sonido, que es fácil que llegue a producir jaqueca (un servidor incluso se llegó incluso a poner tapones a mitad de la película), parece una maniobra diseñada para mantener al público despierto durante sus dos larguísmas horas, porque encima, lo peor de todo, es que es mortalmente aburrida. Tarda demasiado en arrancar, y cuando lo hace, deambula como un pollo sin cabeza, dando vueltas de un sitio a otro hasta llegar a su clímax final. Un clímax final que además es poco más que un montón de tiros a ninguna parte y ruido, mucho más ruido, para seguir manteniendo despierto al personal. Porque es lo único que tiene este Robocop al que en un momento le dicen que parece un zombie, y así es la película, como un zombie, que deambula, sin pensar, sin alma, sin corazón, sin ninguna clase de sentimiento, con una trama (si, volvemos a hablar de ese Robocop con sentimientos que tiene una familia que tanto le quiere) que resulta tan anodina, como, para que engañarnos, el resto de la película.
Pero es que incluso las mejores ideas que puedo recoger de la película no me saben a nuevo. Porque si podríamos rescatar esa alusión al poder manipulador de los miedos con un pasadísimo Samuel L. Jackson (de lejos, lo mejor de la película), pero estos escasos ingredientes vienen ya de la película original. Ni siquiera su protagonista, un tipo llamado Joel Kinnaman que ha salido de la televisión, tiene un mínimo ápice de carisma para llevar al personaje. Este tipo, que tiene cara de acelga, encima tiene que lidiar con que al nuevo Robocop se le ve demasiado la cara, en lugar de ese misticismo que tenía la barbilla de Peter Weller, su cara de pasmado, no hace más que ir en concordia con todo el aburrimiento generalizado que supone la película. Pero quizá, y por encima de todo esto, lo más grave es que ni siquiera logramos tener la sensación de que el Detroit que nos muestra la película sea un área criminal terrible, algo que la original lograba con unos villanos que parecían salidos de un tebeo, con unos (si, de nuevo, pasadísimos) Kurtwood Smith y Ray Wise dignos del Gotham de Tim Burton. Y es cierto que Michael Keaton consigue mantenerse en la línea pasada de rosca (una vez más) de estos tipos, lo mismo que Jackie Earle Haley, pero parecen una fracción tan minimizada de ese terrible crimen que se supone que existe, que uno no entiende la necesidad de este policía robótico.
A resumidas cuentas, este Robocop, es una versión más ruidosa que la anterior, también más aburrida, y por supuesto mucho menos interesante y divertida. Las esperanzas depositadas en la dirección de José Padilha por desgracia, se disipan rápido, porque no hay nada del nervio que el realizador brasileño demostró tener en Tropa de élite, desdibujado por completo por esa maquinaria gigantesca de la industria, rendido a los pies de un guión tonto (aunque con alguna agradable referencia como ése «No lo compraría ni por un dólar» que suelta Haley). Podría haber sido un reinicio interesante, podría haber sido una película a tener en cuenta, pero nos quedamos con el color plata del original, antes que con este traje negro de Power Ranger estilizado, que encima es un horror.
Ficha técnica:
Título original: Robocop Director: José Padilha Guión: Joshua Zetumer, James Vanderbilt, Nick Schenk Música: Pedro Bromfman Fotografía: Lula Carvalho Reparto: Joel Kinnaman, Gary Oldman, Michael Keaton, Abbie Cornish, Samuel L. Jackson, Jackie Earle Haley, Michael K. Williams, Jay Baruchel, Jennifer Ehle, Marianne Jean-Baptiste Distribuidora: Sony Fecha de estreno: 14/02/2014