¿Vencedores o vencidos? (El juicio de Nuremberg) – La huella del horror | La Cabecita

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Si había algún director capaz de igualar la calidad de Sidney Lumet a la hora de retratar un juicio en la gran pantalla, ese era Stanley Kramer. Cada uno lo hizo a su manera, uno alcanzó la gloria con la sencillez escénica pero la genialidad del guión con Doce hombres sin piedad y el otro encadenó dos proyectos de temática judicial muy ambiciosos a nivel técnico y argumental (La herencia del viento y ¿Vencedores o vencidos?). Lumet consiguió con su obra cumbre redefinir los cánones del cine judicial, ese que tanto placer nos proporcionó en las décadas de los 50 y 60 con películas como Matar a un ruiseñor, La ley del silencio o Anatomía de un asesinato, y directores como él y Kramer contribuyeron a hacer de este (sub)género uno de los más apasionantes de la época.

¿Vencedores o vencidos? bien podría actuar como miniserie sobre el juicio celebrado contra los cuatro jueces alemanes en 1948, pero sus 186 minutos no se harán pesados para nadie, ya que no harán más que entusiasmar al espectador, que se verá abrumado por la incuestionable calidad del filme. El juicio de Nuremberg gustará tanto a los seguidores de los dramas judiciales como a los amantes del cine en general, porque Kramer consiguió crear una obra maestra liderada por unas actuaciones espléndidas y una historia perfectamente escenificada que, aunque duela recordar, se ha de contar sin tapujos.

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Muchos consideran que ésta fue la última gran obra de Stanley Kramer, porque aunque Adivina quién viene esta noche consiguiera resultados inmejorables no encandiló de una forma tan unánime como ¿Vencedores o vencidos? (El juicio de Nuremberg). Aún así Kramer puede presumir de ser uno de esos autores que con una filmografía relativamente corta serán recordados para siempre por los enamorados del cine, porque películas como Fugitivos, La hora final o El mundo está loco, loco, loco (además de La herencia del viento o la propia Guess Who’s Coming to Dinner) perdurarán en nuestra memoria cinéfila durante mucho tiempo. Y que Spencer Tracy fuese el protagonista de sus mejores largometrajes también ayudó… Y mucho.

En 1948, tres años después del final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cuatro jueces, cómplices de la política nazi de esterilización y limpieza étnica, van a ser juzgados en Nuremberg. Sobre Dan Haywood (Spencer Tracy), un juez norteamericano retirado, recae la importante responsabilidad de presidir este juicio contra los crímenes de guerra nazis.

Clift, Montgomery

El nazismo ha sido objeto de algunas de las películas más impactantes de la historia del cine, y quizá ¿Vencedores o vencidos? sea una de las más significativas. El filme de Stanley Kramer no duda en mostrar imágenes de extrema dureza cuando la trama lo requiere, e insta a la reflexión a cualquiera que decida darle al play, ya que plantea unos dilemas morales en los que vale la pena detenerse. Un Tribunal se convierte en el escenario idóneo para el recuerdo de atrocidades, humillaciones y reflejar, paradójicamente, las injusticias de una época en la que los derechos fundamentales de los seres humanos perdieron toda su validez. Se nota que la historia de Abby Mann está hecha para la representación en un teatro, pero al igual que con 12 hombres sin piedad, la labor de adaptación superó cualquier expectativa. La dirección de Kramer es simplemente perfecta, los bruscos movimientos de cámara llegan en el momento justo para hacer más notable esa tensión que domina cada alegato de la defensa y cada uno de los encolerizados discursos de la acusación. Así, guión, dirección y ambientación (los detalles de la traducción son extraordinarios) se dan la mano en un largometraje absolutamente impecable.

Las interpretaciones merecen un reconocimiento aparte, ya que lo raro de El juicio de Nuremberg es que sólo Maximilian Schell consiguiera el Oscar por su actuación. Desde Spencer Tracy hasta Montgomery Clift, pasando por Burt Lancaster y Richard Widmark, todos ofrecieron en esta cinta actuaciones para el recuerdo, que unidas a los numerosos aciertos técnicos y a la sensacional historia convirtieron ¿Vencedores o vencidos? en una obra eterna que bien mereció sus 11 nominaciones a los Premios de la Academia.