Casi diez años ha tardado Lawrence Kasdan en volver a ponerse tras las cámaras tras dirigir aquella aberración que era Dreamcatcher y ha vuelto para dirigir eso que tan bien sabe hacer, explorar en las vidas de varias personas que están en un momento trascendental de su vida, además, volviendo a lo que hiciera en Reencuentro, a recluirles en una casa durante unos días para tratar la historia de una perdida. Pero en aquel caso Kasdan era un treintañero mucho más soñador y con una perspectiva de vida muy diferente a la que tiene ahora, el hecho de crecer no le ha hecho volverse más reflexivo recapitulando toda una vida, si no que le ha convertido en un abuelo dominguero, de esos que se pasan el día paseando y jugando a la petanca, y a través de eso el resultado es que Por fin solos es una película de abuelos, una dramedia muy agradable de ver, pero totalmente intrascendente.
Como en Reencuentro aquí Kasdan también lidia con dos perdidas, por un lado la inevitable que llega con la edad, si allí trataba la marcha de la juventud y la necesidad de madurar definitivamente, aquí reflexiona sobre la marcha de los hijos y el volver a estar solos (En lo curioso del título español es que los personajes nunca están solos). La segunda es una perdida más física, si allí lo que daba pie a la historia era la muerte de un compañero de juventud, aquí es la pérdida de un perro, que en un gesto de puro romance, es también el que une a esa familia en el mismo momento en el que se comienza a pasear. Pero realmente es hasta ahí dónde llegan las similitudes entre ambas películas, y es que lo que allí Kasdan investigaba sobre las relaciones de unos personajes de lo más interesantes, aquí intenta hacer lo mismo pero acaba siendo una película de gente buscando a un perro, lo que acaba por terminar bastante repetitivo y cansino.
Da la sensación en algún momento de que el director incluso siente poco cariño por sus personajes, las continuas insistencias con las ridículas visiones que uno de los personajes insiste en tener me acaban resultando terriblemente irritantes. La desconexión con el personaje de Elisabeth Moss (creo que posiblemente es la actriz a la que más difícil me resultar mirar), al que presentan como un personaje arisco, maniático e incluso repelente para que tan solo cinco minutos después la veamos completamente enamorada y actuando como una niña de mamá me parecen totalmente inverosímil. La relación de esa pareja adulta a la que dan vida Dianne Wiest y Richard Jenkins me resulta estomagantemente y el hijo de ella es un personaje que no me suscita el más mínimo de los intereses. Son tan sólo la pareja protagonista la que realmente tiene que contarme algo que me interesa, y es tan sólo cuando Keaton o Kline salen en pantallas cuando la película logra captar mi atención.
Aún así, Kasdan cuenta con un reparto de lujo, encabezado por una radiante Diane Keaton a la que sigue dando gusto ver, y un guión bastante resultón, con chistes y chascarrillos sencillos pero indudablemente eficaces que hacen el visionado de la película agradable y llevadera, aunque esto no sea suficiente como para no olvidar con rapidez un producto tan liviano como éste. Una vuelta al cine, que aunque superior a la forma de la que se marchó está muy lejos del talento que el cineasta demostró tener en sus inicios, una lástima que todos los puntos en común con Reencuentro no sean sinónimo de una obra con la misma calidad. Lo que debería haber sido un análisis sobre la soledad en la vejez se acaba por convertir, por desgracia para el espectador, en un picnic de amigos buscando a un perro perdido, una película que se resume gritando cuatro veces: ¡Freeway!.
Título Original: Darling Companion Director: Lawrence Kasdan Guión: Lawrence Kasdan y Meg Kasdan Música: James Newton Howard Fotografía: Michael McDonough Interpretes: Diane Keaton, Kevin Kline, Elisabeth Moss, Dianne Wiest, Richard Jenkins, Mark Duplass, Sam Shepard, Ayelet Zurer Distribuidora: DeaPlaneta Fecha de Estreno: 01/06/2012