Un Método Peligroso – Más aburrido que peligroso | La Cabecita

Por un lado Sigmon Freud, padre del psicoanálisis con la teoría de que todo deriva de traumas sexuales, por el otro Carl Jung un joven doctor que sigue los métodos de Freud pero con ciertas dudas y pensamientos propios al respecto. Por el medio Sabina Spielrein una paciente de este último, amante de algunos placeres sadomasoquistas y con aspiraciones a ser psicóloga. Sexo, amor y amistad se juntan en un cóctel que a manos de un realizador como Cronenberg podría haber dado pie a una inquietante y perturbadora película, un arraigado análisis de la sexualidad y los peores deseos del hombre a través de dos de los nombres más importantes de principios del siglo XX, por supuesto que podríamos haber estado ante una de las mejores películas de este 2011 que ya empieza a terminarse, pero por desgracia, estamos muy lejos de lo que podríamos haber esperado.

 

Lo primero que tengo que decir es que no reconozco a Cronenberg por ninguna parte, no veo nada de él en esta película, quizá haya algún momento pequeño dónde la perversidad a la que el canadiense nos tiene acostumbrado sea más patente, quizá haya algo suyo en los azotes que recibe Keira Knightley, pero nada más, porque en el resto de la cinta nunca siento que sea una película del realizador de Scanners, esto no tiene por qué ser necesariamente malo, pero en esta ocasión sí que lo es y mucho. La película se convierte en una pesadísima sesión de psicoanálisis, cosa lógica por un lado si tenemos en cuenta el tema hacia el que se acerca, pero llega el problema cuando son los personajes los que se psicoanalizan constantemente los unos a los otros sin dejar margen de maniobra o pensamiento al espectador y haciendo que todo se convierta en una verborrea insulsa, cansada, aburrida y lo que es peor, que te saca por completo de la película. Es entonces sobre todo cuando echo de menos al Cronenberg que yo conozco, al tío sádico y perturbado que podría haber ofrecido una sesión de sexo malsano para llevar la película hacía un terreno mucho más conocido en lugar de intentar moverse por terrenos que apenas conoce.

También tengo la continúa sensación de que las ideas se quedan a mal desarrolladas y a medio camino, la aparición de Otto Gross (interpretado por Vincent Cassel) consigue dar un nuevo aire a la película, salirse un poco de las marcas pautadas y refrescarla por completo, pero cuando a los pocos minutos éste desaparece siento que me dejan sin saber qué pasa con el personaje que más me ha interesado hasta el momento y que además lo han desaprovechado por completo, utilizándolo como un breve comodín con la única intención de levantar del tedio a la película. Igual siento que situaciones de las que podían haberse sacado mucho más e interesante se quedan en nada como el viaje a Estados Unidos realizado por ambos doctores. Tampoco me acaban de convencer la forma en la que se lleva la amistad entre Jung y Freud, soy incapaz de ver en ningún momento ningún tipo de amistad entre ambos, ni siquiera consigo ver ese flechazo que debería haber en esa conversación tan larga en la que Cronenberg hace especial hincapié, pero nada, no hay no me lo creo y por lo tanto tampoco me puedo llegar a creer cuando ésta se rompe, lo que hace que una película que gira alrededor de esa amistad se tambalee irremediablemente, y que aunque la relación principal entre Sabina y Jung consiga funcionar bastante bien, motivado por un arranque de la película que resulta bastante prometedor pero que luego se acaba diluyendo, no es suficiente para conseguir que la película se sostenga por sus propios medios.

Es quizá por el lado interpretativo por dónde más se salva esta cinta tan fallida, es de elogiar la interpretación de todos sus protagonistas. Aunque en los primeros compases de la película Keira Knightley no me convence en absoluto con una exagerada colección de tics y expresiones, llevando a mover su mandíbula hasta sitios que el hombre jamás visitó (lo que resulta aún más extraordinario es que lo haga sin que ésta se le desencaje por completo), en cuanto el personaje pasa esos momentos se encuentra mucho más comedida y a un nivel interpretativo mucho más acorde con el de sus compañeros, pese a lo duro que resulta sobre todo plantarle cara al hombre del momento: Michael Fassbender que se hace dueño y señor de la película por completo y se la consigue echar a sus hombros en ciertos momentos en los que ésta se podría dar bastante por perdida. La presencia de Viggo Mortensen, que por lo general suele ser bastante grata, tampoco falla, aunque ésta sea más corta de lo que se pudiese desear, tampoco está nada mal Vincent Cassell, posiblemente el más pasado de rosca con un papel que se lo permite, pero como decíamos con anterioridad la brevedad del mismo nos impide disfrutarlo del todo.

Cabe detenerse en la excepcional música que compone Howard Shore, sin lugar a dudas uno de los puntos más positivos de la película, una exquisita partitura que consigue funcionar a la perfección con lo que vemos en pantalla y que Cronenberg utiliza con gran sabiduría. Una sabiduría que no vemos por otros lados, en una película que como decíamos parece realizada por otro director, una cinta que se pierde en medio de una verborrea cansina y aburrida, una historia a la que falta mucha más chicha y sobre todo unas necesarias dosis de maldad y perversidad, cosas que el realizador canadiense conoce muy bien pero que por algún motivo en ningún momento aparecen aquí, lo peor es posiblemente la decepción que me produce una película que se prometía como candidata a entrar entre lo mejor del año y que me deja totalmente indiferente y aburrido.

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