Decía Larry David, en la película de mismo nombre, de Woody Allen, «Si la cosa funciona…». Y claro, 35 millones invertidos para recaudar casi 500 en todo el mundo y además ganar un (exageradísimo) Globo de Oro a la mejor comedía, dejaban claro que la cosa funcionaba, así que a la hora de repetir el experimento, para que quebrarse la cabeza, si la cosa funciona…
Y a la hora de planear esta secuela desde luego no buscaron nada diferente, el planteamiento era el mismo, hasta los sucesos eran los mismos, lo único que cambiaba era la ciudad. De nuevo volvíamos al mismo juego detectivesco facilón, de recomponer la noche anterior que tuvimos en la primera entrega, y lo mejor de todo es que si, la cosa funciona.
Quizá el mayor problema que nos encontramos en esta película es que tira demasiado por los excesos, y claro, excederse cuando tenemos por nivel de referencia todos los sucesos que ocurren en la primera entrega, parece complicado, así que en esta entrega tenemos sobre el mismo patrón actos más bestias aún, que incluyen sodomía o mutilación, pero aún con todos estos excesos, el chiste facilón y burro sigue funcionando perfectamente, tal y como ocurría en la primera entrega, sobre todo por que permanece el principal motor que da cuerda a la película.
Si en la tercera entrega, ni Ed Helms ni Bradley Cooper pudieran estar, y esta se cambiase el nombre a «Las aventuras de Allan» no pasaría lo más mínimo, porque es muy posible que el producto siguiese funcionando como lo hace esta secuela, y no solo tiene culpa la estupenda interpretación de Galifianakis, si no la perfecta composición de un personaje que por derecho propio lleva todo el peso de esta segunda parte.
Y es Allan/Galifianakis el que nos regala los mejores momentos de la película como esa fantástica despedida, o la lectura de las tarjetas en la mesa. Y así tenemos lo que en una primera entrega era un descubrimiento, aquí se convierte en una confirmación. Por supuesto la grandeza de uno no debe desmerecer al resto que se mantiene como en la primera a un gran nivel, pero al final, solo uno preside la mesa.
Veremos cuánto dura la formula y si de tanto estirar el chicle no les estallará en los morros en el momento menos pensado, de momento se han ganado una más que merecida tercera entrega, que con que llegue al nivel de esta será suficiente para dar exactamente por lo que se paga.