Micmacs – El Poderío visual de Jeunet | La Cabecita

Casi dos años ha tardado en estrenarse en España la nueva obra del realizador frances Jean-Pierre Jeunet, que vuelve, tras su paréntesis para adentrarse en el melodrama bélico con Largo Domingo de Noviazgo (aunque nunca renunciase a su sello), a su versión más desatada y alocada con este Micmacs.

En apenas cinco minutos el realizador nos pone en situación rápidamente con un fantástico prologo divido en dos partes, en el que rápidamente nos dan unas importantes pinceladas de nuestro protagonistas y nos introducen a la historia con esa fantástica escena del balazo.

Jeunet es rápido y la película no tarda en arrancar, pronto conocemos como va a ser el trayecto, al igual que al disparatado repertorio de secundarios, a los cuales no tarda mucho en presentar, por que como casi todos sus personajes, estos son tan pintorescos, que con un par de detalles consigue que el espectador rápidamente conecte con ellos.

El problema llega a la hora de plantearse como recorrer ese trayecto, y es que lo que Jeunet hace se convierte prácticamente en una sucesión de cortos en los que se deja de lado el conjunto del argumento y deja en evidencia los fallos de un guión bastante hueco y el nulo desarrollo de sus personajes.

Pero estamos hablando de Jeunet y pese a estos fallos, el realizador consigue apoyarse en su fuerte poderío visual, cabalgando a medio caballo entre el mundo gótico de Delicatessen y la belleza de Amélie. Si a esto le sumamos la terrible originalidad de todo lo que nos plantea, consigue que el espectador permanezca enganchado al espectáculo mostrado en pantalla.

Entre medias hay que resaltar, que estamos ante el Jeunet más moralista que siempre, quizá buscando el camino fácil por el tema a tratar, pero sin duda esto consigue perjudicar más a la película que todos los fallos ya comentados. 

Y al igual que abría la película de una forma sensacional, el final no se queda en absoluto atrás, una nueva muestra de esa poderío que tiene el mundo creado de Jeunet, y consiguiendo un efecto sandwich, en lo que sin duda lo más bueno es el pan, pero es más que suficiente para dejar al espectador con un sabor de boca de lo más agradable.

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