Caza de brujas – Amistades peligrosas en Yale | La Cabecita

En 2006 la activista Tarana Burke, usó la frase “Me Too”, para generar empatía entre víctimas de agresión sexual, especialmente en comunidades marginadas. Pero el término no se viralizó hasta unos cuantos años después en 2017 tras salir a la luz las acusaciones contra Harvey Weinstein. En ese momento la actriz Alyssa Milano usó el hashtag #MeToo en redes sociales, lo que provocó que cientos de miles de personas compartieran sus experiencias de acoso y abuso, y ahí cronológicamente empezó el origen del cambio. Después de ese momento crucial, el mundo literalmente cambió y se convirtió en un lugar en el que se empezó a tomar conciencia de un problema que afectaba a mujeres en todos los lugares del mundo. ¿Es ahora el mundo un lugar mejor? Probablemente es el mismo mundo, solo que ahora la sociedad no tiene miedo de alzar la voz y denunciar a sus abusadores, al menos en teoría, pero ¿ha habido errores? es decir, ¿todo se está haciendo bien en base a esto? ¿o no? ¿Estás seguro? Justo en ese punto es donde surge Caza de brujas, la última y arriesgada película de Luca Guadagnino que invita a reflexionar sobre todo esto y sobre los huecos en blanco que están entre medias, dando lugar a la película más desafiante y estimulante de la temporada.

El siempre estimulante director italiano Luca Guadagnino, director de una de las mejores películas de este siglo como es Call Me by Your Name, regresa con una película que seguro no agradará a todo el mundo. Un film que parte de una premisa que ya se anuncia en su póster y tráiler promocional que dice así : “No todo tiene porque hacerte sentir cómodo”. Uno de los slogans publicitarios más atractivos y acertados que recuerdo nunca se hayan utilizado para vender o definir mejor una película, es literalmente la esencia en sí misma que mejor define la trama y a la propia película en cuestión. Con guión escrito por Nora Garrett, Caza de brujas nos lleva hasta la actualidad del campus universitario de una elitista universidad de Yale en donde dos profesores adjuntos y amigos íntimos (Alma y Hank) interpretados por Julia Roberts y Andrew Garfield, “pelean” de forma cívica por una plaza de profesor fija y una cátedra, mientras que días antes de que todo se resuelva, Hank se ve envuelto en una trama de abuso sexual, después de que una de sus alumnas favoritas con las que tenía un trato más estrecho, le acuse de violación en el campus y lo filtre a la prensa. Es entonces cuando una compleja red de entramados morales y conflictos de intereses empiezan a desatarse con terribles consecuencias para todos los implicados en el asunto y para los que estaban alrededor y no vieron nada y no saben a quién creer, pero sí qué hacer al respecto.

Caza de brujas plantea una debate ético en el que es muy fácil tomar partido y dejarte arrastrar por una trama con ínfulas de conspiración académica que desde la ficción, juega a hacer un paralelismo sorprendentemente polémico – aunque no por eso menos acertado – con la realidad de la era post me too y cómo la sociedad ha podido caer o no, en algunos errores tales como la discriminación positiva o la condescendencia de clases. Algo que toma mucho más énfasis social si tenemos en cuenta que todos los implicados son mujeres y hombres blancos de una alta posición social e intelectual y la víctima es una joven estudiante afroamericana judía de origen humilde interpretada por Ayo Edebiri.

Guadagnino no se ha dejado nada en el tintero y carga las antorchas contra una sociedad hipócrita que siente y piensa una cosa y actúa de forma muy distinta, haciendo una más que obvia apreciación comparativa con la Caza de brujas cuando entre los siglos XV y XVIII en América, tuvieron lugar los juicios por brujería utilizados como herramienta de control social y disciplina, especialmente contra las clases bajas, y para consolidar el capitalismo a través de la destrucción del poder de las mujeres sobre la reproducción y la tierra acusandolas y juzgandolas por brujería en unos tribunales sociales totalmente teatralizados y sin ningún ápice de justicia o perspectiva real de los hechos. Término que se volvió a utilizar referido al Senador republicano Mccarthy el 9 de febrero de 1950 por el cual, las personas que eran sospechosas de diferentes grados de lealtad al comunismo se convirtieron en el blanco de investigaciones gubernamentales en unos procesos que fueron conocidos como la «caza de brujas».

Contextos históricos aparte, o no, Guadagnino construye una sugestiva película que invita a la reflexión y al debate de forma cinematográficamente muy estimulante y para ello se vale de un excelente reparto encabezado por una enorme Julia Roberts en una de las mejores y más excitantes interpretaciones de toda su carrera. Algo que también ocurre en el caso de Andrew Garfield quién probablemente nunca antes había ofrecido una interpretación tan buena y tan compleja.

Caza de brujas es un interesante y juguetón cocktail de traiciones, conflictos morales y verdades (a medias) que analiza con sorprendente asertividad los errores de una sociedad post me too. Valiente, sugestiva y sensacionalmente atrevida a la que quizá, lo único que no la aleja levemente de ser una película redonda, sea su narrativamente “complejo” primer acto, que puede ser tildado de un snobismo intelectual algo forzado por según que tipo de público. Aunque en honor a la verdad, tratándose del contexto en dónde se desarrollan los hechos y sobre todo sus protagonistas, es perfectamente plausible y representativo de ese tipo de sociedad narcisista y erudita de las élites intelectuales de los círculos académicos de las universidades más prestigiosas del mundo

Título original: After the Hunt Director: Luca Guadagnino Guión: Nora Garrett Fotografía: Malik Hassan Sayeed Música: Trent Reznor, Atticus Ross Reparto: Julia Roberts, Andrew Garfield, Ayo Edebiri, Michael Stuhlbarg, Chloë Sevigny Distribuidora: Sony Pictures Fecha de estreno: 17/10/2025