Festival de Sitges 2020 – Día 6 y 7 | La Cabecita

Sexto día del Festival de Sitges y el ambiente sigue siendo inmejorable pese a los inconvenientes de la situación actual. Con una organización y puntualidad eficientes, el Cine Retiro recibe la primera película de un largo día.

The Toll

 

La sección Panorama Fantàstic guarda a veces gratas sorpresas y nombres que pueden llegar a consolidarse en este mundo. La canadiense The Toll es la ópera prima de Michael Nader, un realizador curtido en cortometrajes de terror que se lanza al formato largo con un “cocktail molotov” de cultura del cine de terror, una conjunción de muchos elementos presentes en el género para crear una película sólida y que camina sin pausa pero sin prisa.

Cuando una joven mujer (Jordan Hayes) y su compañero de viaje (Max Topplin) quedan atrapados en la oscura carretera de un bosque, ambos se perciben mutuamente como una amenaza. Pero a medida que se desarrolla un extraño fenómeno a su alrededor, se dan cuenta gradualmente de que están encerrados en el mundo de una criatura aterradora llamada «The Toll Man».

El filme es muy consciente de su idiosincrasia pro-entretenimiento y trama y la explota a su favor, probablemente de forma inocua para los muy curtidos en el cine, pero siempre con ilusión y con un montaje muy medido y efectivo. Interesan las preguntas que el guión de Nader nos brinda, tanto del “background” de sus dos protagonistas y sus pecados, como la cuestión que te mantiene inmerso durante toda la película: ¿Quién es realmente la amenaza?.

La fotografía de Jordan Kennington consigue crear esos ambientes sombríos de factura clásica que encajan perfectamente con el tono de la película, y los giros y los contados “jump scares” le dan un toque comercial a esta obra de Serie B sin demasiadas pretensiones.

The Toll es cine de entretenimiento que no deja de lado a sus personajes, como todo buen cine de entretenimiento hace. Artificios vistosos, sí, pero al servicio de la historia, una historia con gusto añejo, de ese terror que a veces se echa de menos.

Sputnik

Crear algo a partir de planteamientos ya vistos en otras obras es algo que puede ser un ejercicio creativo interesante o una mezcla que no acaba de cuajar. La rusa Sputnik, opera prima de Egor Abramenko, es de la segunda clase: una ciencia ficción con toques de terror que tiene el olor impregnado de otro cine anterior a él, combinado con unas pretensiones que contrastan con lo vacío de su propuesta.

Tatyana (Oksana Akinshina) es una rigurosa doctora a la que encomiendan estudiar el caso del único superviviente de un incidente en una nave espacial, que esconde dentro de su cuerpo una criatura peligrosa.

No he entrado en el guión de Oleg Malovichko y Andrei Zolotarev, que da vueltas sobre muchos conceptos sin rumbo y que parece más preocupado por crear imágenes vistosas que por saber qué quiere explicar. La producción es de primer nivel, el gran acabado del “alien” es una maravilla y aprovecha muy bien su presupuesto reducido de primera obra. Oksana Akinshina destaca en su hierático y contenido papel.

Creo que Sputnik no es una mala película pero sí que es una oportunidad perdida, es una grandeza al servicio de algo inocuo y poco memorable.

The Silencing

Como bien decían Melina Matthews y Dafnis Balduz presentando la película en el Meliá, en este festival siempre encajan muy bien los “psychothrillers”. The Silencing nos prometía un buen rato de escapismo y puro cine de género. Con algunos clichés, pero con un tono seco interesante. Y, a diferencia de lo que opinan la mayoría de los críticos, para mí, cumple.

Un cazador reformado (Nikolaj Coster-Waldau) que vive separado de la sociedad en un paraje natural perdido entre la maleza se ve inmerso en el juego del gato y el ratón cuando la Sheriff local (Annabelle Wallis) se decide a capturar al asesino de su hijo.

La primera película americana de Robin Pront (The Ardennes) es, como se dice coloquialmente, un “thriller” de manual. Coster-Waldau, encarna a un cazador alcohólico y atormentado por la desaparición de su hija. El guión pone en conflicto a los personajes, desenmascarando puntos débiles de cada uno de ellos y con unos mecanismos que igual pueden estar bastante vistos, pero funcionan.

Los actores cumplen de sobras y la fotografía consigue crear ese ambiente turbio y misterioso en medio de la montaña. No tan inspirados están el personaje protagonista, que a veces parece ser un héroe invencible y ultrapoderoso, alejándose de la verosimilitud, ni la previsibilidad con la que se resuelve el misterio, pese a que el desenlace es algo más oscuro de lo que el público puede tener en mente al empezar este filme.

The Silencing no es Wind River ni es Zodiac, pero es una buena película con un guión bien estructurado y que te asegura un buen rato detrás de la pantalla. Mediocre, poco original, pero pasable.

 DÍA 7

Tin Can

Llegamos a la última película que vamos a ver en el festival de la sección Panorama Fantàstic. Tin Can es la segunda película del canadiense Seth A. Smith, habitual en la ciencia ficción más terrorífica y cuenta con una premisa interesante y una producción que aprovecha muy bien su reducido presupuesto.

Mientras el planeta sucumbe a una plaga mortal, una parasitóloga (Anna Hopkins) queda encerrada en una cámara de suspensión vital. Al despertar, halla a los herederos de la Tierra y, para sobrevivir, deberá acabar con los últimos vestigios de su propia especie.

Una sólida Anna Hopkins protagoniza esta desafortunada película en la que sus buenas intenciones no consiguen ocultar la oquedad de su interior. Tin Can juega con fuego des de un principio, con una primera mitad que transcurre principalmente en un lugar muy pequeño y en la cual no consigue mantener la atención del espectador, pero, además, cuando intenta desarrollar sus personajes a través de “flashbacks” cae en incoherencias ridículas y no va a ningún lugar.

En definitiva, Tin Can es un proyecto al que muchas personas habrán dedicado mucho esfuerzo, esfuerzo al servicio de la más absoluta nada.

Surge

La última película que cubrimos de este Festival de Sitges 2020 es un ejemplo muy curioso de la colaboración entre plataformas y festivales de cine. Surge, película presentada en España en el Atlántida Film Fest, un festival organizado por Filmin, cede la exhibición de este thriller a Sitges para que podamos disfrutar en la gran pantalla del espectacular recital de Ben Whishaw.

Cabe destacar de la opera prima de Aneil Karia, su impresionante actuación protagonista. Actuación con muchos matices que crea completamente al personaje a partir de un “background” y un tema concreto: la represión, las normas sociales y los problemas que estas conllevan.

Whishaw encarna a un sociópata reprimido que se va liberando a través de la película, generando el caos solo por puro disfrute, por sentir que está vivo. Un ordenado y respetuoso hombre, con problemas familiares que oculta un fuego espectacular en su interior, algo muy bien definido por el guión y su subtexto.

La batuta de Aneil Karia consigue meternos en la mente del protagonista y transportar la tensión y el caos a la pantalla con unos largos planos de cámara en mano y el medido y pulido montaje de Amanda James hace que este arriesgado “character study” vaya a buen puerto y resulte extrañamente fascinante.

Un elemento a destacar de la película son las creativas escenas en las que el guión hace que su antihéroe dé rienda suelta a sus deseos, desmarcándose de otras películas similares y generando una incomodidad que se puede palpar en el ambiente. Este elemento diferenciador también corresponde uno de los puntos divisivos de la película, porque esa transgresión en depende de que ojos puede parecer excesiva o vacía por su crudeza. Basar un largometraje en cómo un personaje da rienda suelta a su libertad rompiendo las normas, a veces lleva a a preguntarte qué es lo que realmente aporta cada secuencia al total de la narración.

En definitiva, Surge es una película muy interesante, quizás no para todos los paladares pero que es la presentación al mundo de un director tan talentoso como Karia y la consagración de Whishaw, con una interpretación que merece llevarse todos los premios posibles.

Crónicas escritas por Jaume Maneja