Si hace unos años nos dicen que el actor Bradley Cooper va a debutar en la dirección a cargo de una cuarta versión del musical Ha nacido una estrella, William A. Wellman (1937) y que Lady Gaga, la diva del pop más incontestable de la última década, la protagonizaría, muchos (y me quedo corto) no hubiesen dado un duro por el proyecto. Pero tal y como advierte el título de la película, a veces los sueños se hacen realidad y nace algo nuevo, vibrante y de calidad, y es que el milagro que algunos esperábamos ocurrió y Ha nacido una estrella es un musical enorme, con una dirección incuestionable, unas interpretaciones memorables y unas escenas musicales más grandes que la vida.
La historia la conocemos de sobra, un artista rock en el ocaso de su brillante carrera que malvive a base de alcohol y drogas porque ya nada le llena en su vida y que de repente un día descubre a la persona que hace que su existencia vuelva a tener una razón de ser. Una joven de clase baja con actitudes y carisma suficientes para enamorarle a él y al mundo. Esta es la premisa de un musical que hemos visto hasta en tres ocasiones diferentes pasando por las voces de Janet Gaynor,Judy Garland y Barbra Streisand, pero la nueva versión a cargo de Bradley Cooper consigue renovarse asombrosamente gracias a tres cosas muy importantes: retratar una realidad muy cercana y llamativa para cierto número de sus espectadores potenciales, que jamás irían al cine a ver un musical y mucho menos protagonizado por Lady Gaga. Conseguir una autenticidad total en la ejecución de cada número musical más próximo a Woodstock que la idílica La, la, land, Damien Chazelle (2016) y por último: que el primer dúo que interpretan sus protagonistas “Shallow” sea la canción de toda una generación de soñadores e inadaptados que ansían algún día probar las mieles del éxito no por el absurdo glamour de la industria y sus fiestas pomposas, sino porque llevan la música grabada en su ADN y necesitan de ella como de respirar.
Cooper realiza un debut de esos que pasan a la Historia del Cine por absoluta justicia. Se atreve con una gran historia americana que a su vez es un musical inconmensurable y un melodrama clásico, tanto en estructura como en su fondo, y logra todo esto a la vez que se dirige a sí mismo en la que es sin lugar a ninguna duda la mejor interpretación de su carrera. Su habilidad para ponerse en la piel de un músico desgastado y sucio que atrapa el corazón de Ally (Lady Gaga) y el del espectador, hacen que a día de hoy sea imposible no verle doblemente nominado en los próximos Oscar a mejor director y actor. Su labor a la hora de filmar esas secuencias musicales con planos enormemente abiertos y ruidosos que te transportan a la realidad del mejor festival de música rock son de un acierto y ejecución apabullantes. Cuando Cooper se sube al escenario y hace lo que tiene que hacer, es como si por momentos el alma del desaparecido Kurt Cobain se reencarnase en él. Y es que todo lo que puede resumir la esencia de esta película es alma. El alma que sus protagonistas le ponen al cantar y sobre todo la capacidad que el personaje de Lady Gaga tiene para conectar con Jackson (B. Cooper) y hacer por curar su alma atormentada para reencontrarle con su pasión por la música y dar un nuevo sentido a su vida. Aunque no todas las grandes historias acaban bien y Ha nacido una estrella es más real y dura de lo que a nuestros corazones son capaces de tolerar.
Si hace tan solo dos años toda una generación de soñadores y aspirantes a niños bonitos de la industria consideraron como suya a La, la, land y aún hoy, se refieren a ella como “el musical de la generación millennial” (una generación que reniega de todo los convencionalismos y que considera cool poner un vinilo en el salón de su casa mientras bebe vino y luego lo comparte en las Insta Stories de Instagram), Ha nacido una estrella es el musical de esa gente que se considera auténtica precisamente porque por una vez se sienten identificados por unos personajes que rara vez consiguen estar en un escaparate tan lúcido como esta película. Porque la música, por más que la amemos, a veces como ocurre en la vida real, no es suficiente para agarrarse a la vida, o al menos no a una buena forma de vida.
En esta cinta nacen dos estrellas, la del Cooper director que no se achanta a la hora de homenajear a maestros del cine como George Cukor y Martin Scorsese y a su maestro y mentor Clint Eastwood. Y la estrella de la Gaga actriz. Una interpretación que aunque huye de los momentos de acting considerados como excesivamente melodramáticos para un lucimiento forzado, opta por realizar una interpretación que nace de lo absolutamente orgánico y 100% natural, que hace que en ningún momento reconozcas a la Gaga artista y a la Gaga diva, porque incluso cuando la trama la convierte en una especie de diva muy similar a la imagen popular que se tiene de ella en la vida real, se nos desmonta y “ensucia” para recordarnos que nada es lo que parece. Un debut impecable que alcanza el ocaso cinematográfico en el momento en el que se sube al escenario y agarra el micro y hace que literalmente el planeta deje de girar. Porque cuando Ally (que no Lady Gaga) abre esa boca, el resto de mortales nos tenemos que callar y contener la respiración.
Ha nacido una estrella es el musical con canciones de infarto para aquellos que aman los musicales y para los que no, pero es por encima de todo una buena película protagonizada por una pareja que desde ya ha pasado a la Historia del Cine.
Título original: A Star is Born Director: Bradley Cooper Guion: Will Fetters, Bradley Cooper, Eric Roth, Dorothy Parker, Alan Campbell, Robert Carson Música: Lady Gaga, Bradley Cooper Fotografía: Matthew Libatique Reparto: Bradley Cooper, Lady Gaga, Sam Elliott, Andrew Dice Clay, Bonnie Somerville,Dave Chappelle, Michael Harney, William Belli, Rafi Gavron, Rebecca Field Distribuidora: Warner Bros. Pictures