Basada en la reconocida novela gráfica de Camille Jourdy, Julien Rappeneau firma su ópera prima con Rosalie Blum, una cinta ligera con reminiscencias del cine cómico francés que ya pusiera de moda Amélie a principios de siglo y que narra la historia de tres personajes grises y anodinos que encuentran en un cúmulo de casualidades un nuevo sentido a su vida. El primero de ellos es Vincent (Kyan Khojandi), un peluquero de treinta y tantos, atrapado en una relación a distancia sin futuro y que todavía no ha cortado el cordón umbilical con su madre; Rosalie (Noemi Lvovsky), una mujer de mediana edad con muchos secretos y cuentas pendientes con su pasado; y Aude (Alice Isaaz), su sobrina, una joven de gran espíritu artístico a la que la vida todavía no le ha brindado ninguna oportunidad. Y de eso va Rosalie Blum, de oportunidades. Todos sus elementos se dan cita en el marco de un guión cuyo principal encanto reside en el carisma de sus personajes y su carácter detectivesco, que acaba de ensamblar las piezas de una obra inverosímil pero que juega al ratón y al gato con el espectador que disfrutará del truco si está más que dispuesto.
Rosalie Blum no aporta nada nuevo. Es más, si tuviéramos que analizar el guión llegaríamos a la conclusión de que nos encontramos ante la clásica histórica de siempre: chico está deprimido, chico conoce a chica, ambos filtrean, chica se aleja, chico no se atreve a dar el paso, finalmente se reencuentran y acaban consumando lo que al inicio parecía un amor no correspondido. Fin.
No obstante, Rappeneau decide ir más allá y bordea los límites de la historia, retorciendo el guión y dejando al espectador perdido en un punto en el que nada es lo que parece. A partir de una división en tres partes, una por cada uno de los personajes, el director galo aborda los diferentes problemas existenciales que se dan en la sociedad moderna: la cobardía, el resentimiento y la soledad. Cada uno de ellos posee su contrapunto cómico, que dota a la cinta de un aire juvenil y desenfadado, sin tomarse demasiado en serio ciertas conductas perturbadoras de sus protagonistas. En el marco de la Francia que dibuja Rappeneau no se malinterpretan los constantes acosos de Vincent a Rosalie o que Aude viva en lo que parece una comuna hippie y no tenga ni oficio ni beneficio. Los personajes de Rosalie Blum son tan inverosímiles como su comportamiento.
Si la historia encuentra en el enredo la fórmula perfecta para que todo encaje y fluya a partir de un guión bastante fresco, su moraleja tampoco resulta un golpe inesperado para el espectador: Rappeneau podría haber contado la misma historia pero sin la necesidad de tanta ostentación y grandilocuencia de por medio. Para ello se hubiera ahorrado lo mejor de la película: sus secundarios. Considerar Rosalie Blum como una comedia es osado, a la par que surrealista. Su toque imberbe no descarta el hecho de que la mayoría de los déficits de los personajes están ligados de un modo u otro a aspectos latentes en la actualidad y que se frivolizan a través de la comedia para despojarlos de su cariz traumático. Parece que no interese dibujar una realidad en la que la gente sufre. El rápido montaje y su banda sonora, impregnada con un halo de la clásica música tradicional francesa, culminan un producto que es carne de película de exhibición en los pequeños cines de barrio.
Título original: Rosalie Blum Director: Julien Rappeneau Guión: Julien Rappeneau Música: Martin Rappeneau Fotografía: Pierre Cottereau Reparto: Noémie Lvovsky, Kyan Khojandi, Alice Isaaz, Anémone, Philippe Rebbot, Sara Giraudeau, Camille Rutherford, Nicolas Bridet, Pierre Diot Distribuidora: Surtsey Films Fecha de estreno: 12/04/2017