El desafío (The Walk) – Esperando el momento | La Cabecita

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Desde que el hombre es hombre siempre soñó con volar. Más allá de máquinas, posiblemente el hombre que más cerca estuvo nunca de volar fue el francés Philipe Petit, un funambulista que aprovechó la construcción del World Trade Center para tender un cable entre ambas torres y andar sobre él, un paseo arriesgado en el que un simple traspiés habría supuesto la muerte. La historia de este hombre que una mañana de agosto de 1974 dejó atónito a la ciudad de Nueva York no es ajena al cine, ya que el documentalista James Marsh se acercó de manera muy acertada a todo lo que conllevo este paseo en el laureado documental Man on wire. El veterano Robert Zemeckis hace ahora lo mismo recreando todo lo que llevó a este hombre y su hazaña en El desafío (The Walk).

Durante la última década, Zemeckis ha virado en su cine, llevando al máximo la imaginación que siempre han desbordado sus obras, por la experimentación desde el plano visual. Tras su periplo por el cine de animación, saldado con algún terrible desastre económico, decidió volver al cine convencional con la decepcionante El vuelo, una película que hacía presagiar que el excelente narrador de historias que nos deslumbró en películas como Regreso al futuro o Forrest Gump se había acabado perdiendo en el camino. Con The Walk, el realizador ha conseguido aunar esa pasión por las virtudes del formato con la narración más clásica, en una película que aunque indudablemente destaca por la poderosa e imaginativa manera en la que está rodada, acaba siendo una película solvente y realmente entretenida.

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No tengo ninguna duda, me sería demasiado fácil hablar de todas las carencias de una película que peca sobre todo de no arriesgar absolutamente nada en su narración, convencional en el peor de los sentidos, y que parece completamente entregada a enfilar todo al espectáculo de su grandioso clímax final. Pero esto también sería injusto. Porque es una lástima que la película desaproveche la extraordinaria oportunidad que tiene de explorar la psique de este personaje, algo en lo que entraba más Marsh en su documental, y conseguir encontrar los motivos que le llevaron a hacer este camino. No, la película es incapaz de poner en la mesa todos los dilemas que esto debería conllevar a su protagonista, el motivo, el reto y sobre todo la imperante necesidad humana de ir siempre un paso más allá, el personaje que aquí nos presentan es poco más que un megalónomo que un día se propone un nuevo reto y se decide a llevarlo a cabo. Sí, el Petit que protagoniza la película es un tipo completamente plano, unidimensional y que se siente completamente desaprovechado.

El problema es que a Zemeckis no le interesa nada de esto, por lo que al final estas carencias quedan más presentes en la curiosidad del propio espectador que desea conocer más al personaje que en las de la propia película. Zemeckis aprovecha la nacionalidad francesa de Petit para intentar acercarse al realismo mágico de películas como Amelie o Quiéreme si te atreves. Aunque los resultados quedan bastante lejos de los pretendidos, lo cierto es que durante esta primera mitad funciona a la perfección como un pequeño cuento con el que introducir al personaje y la forma de la que Petit llegó a convertirse en artista. Como un pastiche de géneros, la película vira en su segunda mitad para convertir toda la preparación del paseo a través del World Trade Center en una película de atracos. Estas dos ideas son buenas, y funcionan a la perfección, pero también dejan la sensación de que su realizador no sabe demasiado bien que enfoque debe darle a la película demasiado preocupado en llegar a su acto final.

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Y sí, es ahí, durante ese paseo, cuando la película despega y se convierte en un viaje inigualable. Zemeckis pone la tecnología de su parte y hace que la experiencia en IMAX 3D lleve a la película a convertir todas sus imágenes en un verdadero derroche visual. Es curioso como este viaje de apenas unos metros está tan perfectamente trazado, que es solamente cuando Petit está encima de las cuerdas cuando el espectador conoce realmente al personaje, porque hay mucho más sobre sus verdaderos motivos en todos los actos que tienen lugar durante ese esperado viaje que durante la primera parte de la película.

Más allá de todos sus peros, lo cierto es que El desafío (The Walk) es una película realmente entretenida, que es incapaz de ir todo lo lejos que podría ir, pero también es muy consciente de todo ello y jamás se plantea ir más lejos, por lo que todas estas taras no la dejan coja, pero sí la hacen sentir insuficiente. Pero lo que importa en la película, lo que de verdad motiva a Zemeckis, no es lo que cuenta, sino su parte final, esa inigualable experiencia, y ahí desde luego consigue ir más allá que casi cualquier otra película que hayamos visto. Un viaje en el que además Joseph Gordon Levitt no media palabra, algo que es realmente de agradecer, ya que este actor que suele ser extraordinario ve como su actuación se condena con un forzadísimo acento francés que acaba siendo bastante cargante, pero ni eso te echa de la película, porque Zemeckis logra que esperes el momento y cuando llega no defrauda lo más mínimo, y eso debería ser suficiente.

3_estrellas

Ficha técnica:

Título original: The Walk Director: Robert Zemeckis Guión: Christopher Browne, Robert Zemeckis Música: Alan Silvestri Fotografía: Dariusz Wolski Reparto: Joseph Gordon-Levitt, Ben Kingsley, Charlotte Le Bon, James Badge Dale, Cesar Domboy, Clement Sibony, Benedict Samuel, Vittorio Rossi, Ben Schwartz Distribuidora: Sony Fecha de estreno: 25/12/15