Francisco narra la historia del actual papa, Jorge Bergoglio, cómo fue su infancia, su encuentro con la fe y cómo finalmente fue avanzando en las entrañas de la iglesia hasta que, y no exento de polémica, fue elegido como la máxima figura representativa del catolicismo. Francisco es de esos biopics que son absolutamente tendenciosos y que perfilan una idea muy clara y definida del personaje al que describen, dejando poco o nada para que el espectador se pregunte o piense sobre lo que está viendo. Francisco es de esas películas que uno desearía que no existieran pero que un factor la redime de hacer que uno llegue a ese pensamiento extremo. Ese factor es la interpretación de un magnífico Darío Grandinetti que, sin quedarse en la superficie de la persona real a la que interpreta, consigue que empaticemos con quien afronta un momento duro y decisivo en su vida, hecho que nos hace pensar en lo triste que resulta que tan buena actuación esté en tan paupérrimo filme.
Los personajes, una periodista que luego establecerá una relación amistosa con el papa y su hija pequeña, nos son presentados en medio de un tour que explica la vida de Bergoglio, yendo por lugares que tuvieron relevancia en su vida, escena que se presenta de manera descaradamente obvia como objeto de transmisión de información sobre la temática del filme. De hecho, la película está llena de momentos donde el claro objetivo es hablarle al espectador directamente. Francisco no rompe la cuarta pared en múltiples ocasiones solo por mantener la coherencia de ser un biopic y no un documental, pero solo eso retiene las incontenibles ganas que posee el film de romper esa pared. El disimulo de tales ganas es bastante pobre, la hija pequeña de la periodista se convierte en una especie de metáfora del espectador dentro de la película, en un monigote al que la protagonista le habla para solucionar carencias de guión, para aportar datos sobre lo que se explica, para mostrar sus sentimientos. Mientras tanto, se muestran escenas donde Bergoglio es adolescente y va perfilando su camino como cura, en unas escenas que provocan vergüenza ajena, tanto por las situaciones, los diálogos, la fotografía y un enorme etcétera.
Pasado todo esto, cuando Grandinetti entra en acción, cuando comienza a mostrarse su camino hacia el papado, su relación con la protagonista, su manera de interpretar los valores morales de la persona real que está representando en la película, es ahí cuando Francisco deja de ser un suplicio, es ahí cuando uno debe dejar de retorcerse en la butaca para pasar a interesarse, al menos un poco, por lo que sucede en todos aquellos fotogramas. Es obvio que la película en ningún momento llega a ser óptima, pero la actuación y cierta descripción de las situaciones (como las vividas en el cónclave) permiten que uno no sufra tanto. Aún así, en ciertos momentos, la película se empecina en retrotraer al espectador a esa primera parte insufrible. Como cuando Bergoglio, antes de ser quien es ahora, durante la dictadura en Argentina, rescata a varias personas de caer en las redes de los militares, pareciendo más un filme de acción que un biopic sobre el actual papa. O el momento en que la protagonista festeja, con los ojos relucientes y en un plano realmente violento, que Bergoglio ha sido elegido como papa, dando saltos y mezclando tal situación ficticia con el documento real de la asunción, notándose en demasía el cambio de fotografía y recordando a la popular serie Cuéntame cómo pasó.
Sinceramente, poco a rescatar. Solo queda pedir a Grandinetti que aparezca para ofrecernos más de sus grandes actuaciones, y, a poder ser, en mejores contextos.
Ficha técnica:
Título original: Bergoglio, el Papa Francisco Director: Beda Docampo Feijóo Guión: Beda Docampo Feijóo, César Gómez Copello Música: Federico Jusid Fotografía: Kiko de la Rica Reparto: Darío Grandinetti, Leticia Brédice, Carlos Hipólito, Silvia Abascal, Alejandro Awada, Jorge Marrale, Emilio Gavira, Blanca Jara, Alan Ferraro, Leonor Manso, Naia Guz Sanchez Distribuidora: Wanda Fecha de estreno: 18/09/2015