Como en Fargo, un pequeño pueblo de la América profunda es el escenario de una explosión criminal. En un lugar en el que las noticias pasan de largo, los habitantes tendrán que vérselas con un brutal asesinato, algo que en un pueblo donde los homicidios solo existen en la televisión, no dejará indiferente a nadie. Además, cuando las cosas empiezan a ir mal, los vecinos de la idílica localidad de Montana demostrarán que incluso en los lugares más pequeños todo el mundo tiene secretos. Es precisamente uno de esos secretos lo que se convierte en la trama principal y, aunque prácticamente en seguida se resuelve el misterio, el resultado de esta intriga es el desencadenante de todo el thriller posterior. Estructurada en forma de persecución, la película rebosa tensión incluso en las escenas que se podrían considerar más banales. Además, aunque no hace gala de una gran cantidad de efectos especiales, consigue crear momentos trepidantes en los que el espectador no puede sino morderse las uñas y disfrutar.
La ambientación ayuda mucho a que el espectador se sumerja de lleno en la película. La oscuridad de los hechos contrasta con la tranquilidad de un pueblo tan bucólico que parece que hasta la realidad es a veces perezosa. Esta confrontación es perfectamente captada por la cámara, que sabe oponer la belleza natural del lugar a lo que a simple vista se podría considerar la negrura del corazón humano. Sin embargo, tras conocer las motivaciones de cada personaje no te queda sensación de que haya malos y buenos, sino solo de un cúmulo de malas decisiones y malos entendidos que se podría haber solucionado sin sangre. Con esto no me refiero a la intriga principal, sino a lo que desencadena, que pese a parecer un conflicto de fácil solución, al final se convierte en una bola que va arrastrando todo a su paso. Así, tras el desenlace lo que queda es la impresión de que la película te ha traicionado dejando morir a la gente por una tontería.
No obstante, este “problema” no empaña en absoluto la gran calidad que destila la historia, por otro lado muy bien llevada a cabo por los actores. Si bien es cierto que todos los sucesos giran alrededor del personaje de Liam Hemsworth, todos los personajes que hacen la coral son merecedores de un sincero aplauso. Desde luego que solo los nombres de John Malkovich, Billy Bob Thornton, Oliver Platt y Bruce Dern son un gran reclamo, pero aún así resulta muy agradable verles juntos aportando su granito de arena a esa gran montaña que es Cut Bank. Sin embargo, si hay un nombre que merece estar escrito por encima de los demás es el de Michael Stuhlbarg. Parece que el actor estadounidense de 47 años se está empezando a consolidar dentro del mundo de Hollywood, y desde luego, con actuaciones como esta, de forma más que merecida.
Gracias a la unión de todos estos elementos, el film consigue crear una atmósfera compacta que sumerge al espectador de lleno en la trama. Según van pasando los minutos y te das cuenta de que no le tienes que buscar los tres pies al gato, sino simplemente dejarte absorber por el aura y disfrutar, la hora y media que dura parece un suspiro. Muy recomendable para los amantes de los thrillers y en general para cualquier persona que busque pasar un rato entretenida en el cine. Sinceramente y olvidando toda objetividad, Cut Bank es una de las películas que más me han gustado desde que soy colaborador en La Cabecita.
Ficha técnica:
Título original: Cut Bank Director: Matt Shakman Guion: Roberto Patino Música: James Newton Howard Fotografía: Ben Richardson Reparto: Liam Hemsworth, Teresa Palmer, Billy Bob Thornton, John Malkovich, Bruce Dern, Michael Stuhlbarg, Oliver Platt Distribuidora: Golem Fecha de estreno: 21/08/2015