Selma – La marcha de King por Ferguson | La Cabecita

SELMA

Desde que en 1920 Oscar Micheaux, el primer director afroamericano, dirigiese Puertas adentro el estigma del pueblo negro ha seguido marcado en el cine por la denuncia a la injusticia social. Y es que aquellos problemas que mostraba Micheaux para que la sociedad afroamericana pudiera acceder a una educación, seguían vigentes en el marginado ostracismo que a principios de los años 90 mostraban directores como Spike Lee, Matty Rich o John Sigleton, al que estaba condenada la juventud negra. Tan poco ha cambiado, que si trazamos una línea a lo largo de estos cien años, aquellas marchas que se produjeron hace cincuenta años y que muestra Selma, protestaban por lo mismo que también lo hacía Micheaux en su película: la falta de derechos de la sociedad afroamericana. Pero si vemos Selma hoy, no la sentimos como una película que se limite a mostrar la marcha de Martin Luther King en Selma, sino como un reflejo de aquellas marchas que tuvieron lugar hace apenas unos meses en Ferguson, cuando tras el asesinato de Michael Brown, un joven negro que iba desarmado, a manos de un policía, se decidió no juzgar a su asesino. No, poco ha cambiado en estos veinte años en la vida del pueblo afroamericano, pese a que hace sesenta años Rosa Parks decidiera sentarse en aquel autobús, pese a que King marchase y protestase por lo que él consideraba justo. En realidad poco ha cambiado, y el cine es buena prueba de ello.

Es por esto que Selma se me antoja como una película realmente necesaria, que llega en el momento justo. No sólo por llegar cincuenta años después de que aquellas marchas tuvieran lugar, algo que muchos pueden ver como una celebración al trabajo de King, sino porque esta película llega ahora para gritar a los cuatro vientos que nada ha cambiado. La situación que refleja Selma es la siguiente: en los años 60, el pueblo afroamericano ya tenía derecho a voto, pero este era un derecho que raramente se cumplía, especialmente en los pueblos del sur de Estados Unidos, que aún siguen marcados por la lacra del racismo heredada de los años de la esclavitud. Cualquier impedimento era suficiente como para negarle el voto a un negro, y ni siquiera al presidente Lyndon B. Johnson, que había heredado el asiento del despacho oval tras el asesinato de John Fitzgerald Kennedy, parecía importarle demasiado. Entre las protestas para conseguir que los derechos se reconocieran, Jimmie Lee Jackson, un joven que sencillamente estaba cenando con su familia fue asesinado por un policía, y King se trasladó hasta allí para organizar una marcha entre los pueblos de Selma y Montgomery para protestar por el trato a la comunidad negra, una marcha que no fue nada fácil, y que en su primer intento, la policía llegó a cargar contra más de 600 manifestantes. Solo las presiones de King fueron capaces de hacer que la marcha se llevase a cabo tras dos intentos frustrados por las autoridades.

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El mayor desafío de Ava DuVernay no reside tanto en la implicación política de la película, algo que si bien era complicado de realizar, se encuentra implícito desde el texto, sino en entender que para que la película funcione, que para que lo que la película cuenta tenga una fuerza empática cinematográfica, hay que entender al King personaje, al King humano que hay detrás del carácter político. Esto se traza en dos puntos muy inteligentes. El primero, el más obvio, es el de la relación con su esposa, y es que mostrar a un King que por estar tan encerrado en su propia lucha política descuida la relación con su cónyuge, desmitifica por completo al personaje, y hace que el motivo de su lucha tenga más sentido, porque King, tal y como lo muestra DuVernay, no es un santo, no es un tipo perfecto, simplemente es alguien que está tan convencido de aquello por lo que lucha, que arrastra a los demás a su lado y aleja a quiénes se tratan de acercar al humano. Por otro lado, una de las lecturas más interesantes de la películas está en la leve presencia de Malcolm X. Aunque su presencia apenas es importante en la película, la aparición de éste sirve para lanzar un mensaje de vital importancia para la lucha afroamericana de los años 60: la lucha de King no habría funcionado de no haber existido un Malcolm X, precisamente por el hecho de que lo que predicaban ambos era completamente opuesto.

Pero dejando de lado todo este discurso político, que engrandece a la película, tanto por lo necesario del mismo como por el acertado enfoque con el que está plasmado, Selma es un portento de obra cinematográfica que me atrae desde el comienzo por la delicadeza y belleza con la que está filmada. No he podido ver los dos trabajos anteriores de DuVernay, que fueron recibidos con éxito en Sundance y le valieron el reconocimiento de críticos como Roger Ebert, que a buen seguro hubiera disfrutado de esta película, pero en Selma demuestra ser una cineasta que está concienciada y que cree en lo que está contado. Su narración es siempre visceral, lo que plasma en la pantalla sale desde el estómago y está mostrado con verdadera emoción y sentimiento. Esto hace que sus poderosas imágenes, en las que muestra un gusto por extraordinario a nivel visual, desde esa línea fronteriza de los manifestantes ante el ayuntamiento en rodillas hasta el ataque en el puente, con referencias directas a los años de esclavitud, lleven implícitas un fuerte componente emocional. Un componente emocional que además está medido con exactitud, sabiendo siempre bordear la barrera entre lo emocional y lo gratuito. Nada en Selma parece realizado con el beneplácito de emocionar vilmente al espectador, sino de entregarle a la historia y que su sufrimiento sea reflejo de lo que allí se está contando. El simple hecho de que el clímax final se dé con un efectivo montaje de imágenes de archivo y el discurso del propio King es la mejor muestra de que DuVernay usa la historia para hacer su obra y no deja nunca que sea la historia la marque el camino de la película.

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Mención especial merece el trabajo realizado por David Oleowo para encarnar al personaje del Dr. King. Él es un reflejo tan fiel del personaje como el Malcolm X de Denzel Washington en la película homónima de Spike Lee. Se mete en sus carnes, y le representa con verdadera pasión, sin dejar nunca que la magnitud del personaje le cohíba en su actuación. Selma es una obra necesaria, una película que no hace más que recorrer la historia afroamericana del Siglo XX mirando al cine, plantándose en su eje y trazando un círculo que empieza en el Puertas adentro de Oscar Micheaux y acaba en el Fruitvale Station de Ryan Coogler. Una obra que habla de Selma, pero también de Ferguson. Una película con la fuerza política del discurso de Ken Loach, pero con la pericia narrativa y la sensibilidad de Steven Spielberg. Una obra maravillosa, un regusto de gran cine, una lección de historia y una película reflexiva pero, sobre todo, y sí, es una película necesaria.

4.5_estrellas

Ficha técnica:

Título original: Selma Director: Ava DuVernay Guión: Ava DuVernay, Paul Webb Música: Jason Moran, Morgan Rhodes Fotografía: Bradford Young Reparto: David Oyelowo, Tom Wilkinson, Tim Roth, Giovanni Ribisi, Cuba Gooding Jr.,Common, Carmen Ejogo, Lorraine Toussaint Distribuidora: Wanda Vision Fecha de estreno: 06/03/2015