El séptimo hijo – ¿Por qué? | La Cabecita

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Nosotros, los que ya estamos talluditos y rondamos cercanos los treinta recordamos con cierta nostalgia las tarde que nos proporcionaba la segunda cadena de televisión española. Allí, con nuestro Bollicao y nuestra taza de Nesquick sentados en la alfombra de nuestra abuela, nos pasábamos la tarde embobados delante de esa vieja televisión de tubo, que en ocasiones ni siquiera tenía mando a distancia. A eso de las 7 de la tarde –disculpen que no recuerde con acierto la hora–, aparecían en pantalla Kevin Sorbo y Lucy Lawless, algo así como superhéroes para los crecimos en aquella época. Ellos nos llevaban a sus viajes mitológicos en dos series que considerábamos increíbles, yo al menos lo hacía desde la bella ignorancia que otorga la infancia. Los viajes legendarios de Hércules y Xena: La princesa guerrera fueron dos series realmente especiales, y poco nos importaba a aquella generación, que no entendía de videojuegos más allá de los pixeles grises de una Game Boy, el olor a rancio que tenía todo aquello. Porque vista hoy, aquellas dos series, con decorados de cartón piedra, un maquillaje terrible y pesimamente filmadas se podrían calificar de horribles. Pero pasadas por el filtro de nuestra televisión de tubo y los ojos de unos infantes que poco sabían de tecnología, las hacían parecer, y perdónenme la expresión: “la puta hostia”.

Usted lector se preguntará a que viene este arrebato nostálgico al hablar de un estreno que llega a las pantallas veinte años después de lo que narraba anteriormente. Con cierta pesadumbre, hoy observa uno que los niños han cambiado demasiado en estos veinte años, posiblemente, esto mismo dijeran de nosotros, pero cada generación tiene sus marcas. Hoy los gráficos de los videojuegos han cambiado los pixeles cuadrados por un ultrarrealismo que dilapida las fronteras entre ficción y realidad. Y el cine, se ha hecho buen eco de ello, sus efectos especiales, su colorido, debe resultar real y tangible, si el 3D cada día se impone más, es por esto mismo que el espectador pretende. Quizá si hubiera visto El séptimo hijo en mi televisión de tubo una tarde de 1994 hubiera disfrutado como buen niño que gozaba con aquello, hoy, presenciar este bochornoso espectáculo en un 3D impostado, sólo me hace pensar que como se puede hacer una película tan cutre.

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Porque es la mejor forma de definir a esta decrépita película, que ya sería mala hace 20 años, pero que hoy carece de todo sentido. Una propuesta ridícula, incómoda, absurda y aburrida. Un cuento de esos con ecos de ficción medieval que jamás han pasado de moda, que pretende parecer a El señor de los anillos y se queda más cercana de ser una versión de El niño invisible, aquella película de Bom Bom Chip, dirigida por Uwe Boll. La película cuenta la historia de un maestro brujo al que todos sus aprendices se le han muerto mientras les enseñaba, a una semana de que unas temibles brujas ataquen, tiene que acoger un nuevo aprendiz para enseñarle y con él vencer a estas brujas. Este elegido es el séptimo hijo de un séptimo hijo, una especie de ¿profecía? o algo así… porque tampoco es que la película se pare a dar explicaciones más allá de repetir por activa y por pasiva este hecho.

¿Qué es El séptimo hijo? Es algo que uno se pregunta incisivamente, porque no entiende nada, una película que resulta absurda en el simple hecho de haberse estrenado, porque no tiene sentido que algo así llegue a las pantallas. Uno entiende fácilmente que la película se retrasase durante casi un año para intentar apañarla, pero aún así es incomprensible ver qué clase de “arreglos” ha sufrido este furibundo desastre. Lo que cuesta más de entender es saber dónde están los 50 millones que se han costado, salvo que 40 se dividieran entre los sueldos de Jeff Bridges y Julianne Moore. Porque todavía, con esa transformación que viven los actores de cara al público, uno ve a Bridges como al Nota de El gran Lebowski y puede pensar que aceptó el cheque gracias a la posibilidad que la película le ofrecía de estarse un mes sin ducharse, pero lo de Moore es aún más difícil de entender, en esa especie de versión de bruja a lo Mónica Naranjo que ¿interpreta?.

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Que sí, que con 7 años gozaba de lo lindo viendo a Sorbo y a Lawless, pero esta película a día de hoy no tiene justificación ninguna, aburrirá a grandes y a pequeños, y uno se preguntará continuamente, ¿por qué? Pues eso digo yo, ¿por qué?

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Ficha técnica:

Título Original: Seventh Son Director: Sergey Bodrov Guión: Charles Leavitt, Matt Greenberg Música: Marco Beltrami Fotografía: Newton Thomas Sigel Reparto: Jeff Bridges, Julianne Moore, Ben Barnes, Kit Harington, Alicia Vikander, Lilah Fitzgerald, Antje Traue, Olivia Williams, Djimon Hounsou, Jason Scott Lee Distribuidora: Universal Fecha de estreno: 01/01/2015