Existe un subtipo de cine muy frecuente en las carteleras actuales que se podría catalogar como las películas feel good, aquellas obras cuyo principal propósito es que el público salga de la sala de cine con energía renovada. Estas películas representan quizás la versión extrema del cine comercial: el espectador paga diez euros (tales son los precios de las entradas en muchos cines en España a 2014) a cambio de una dosis de positivismo que le hace pensar que si el protagonista puede lograr su objetivo, él también podrá alcanzar el suyo. La incógnita de la eficacia de esta fórmula suele residir más en el espectador al que se enfrente la cinta que en la propia obra. Dado este paradigma, se podría afirmar que las críticas sobre esta clase de filmes son las menos útiles que existen, y es que el espectador que se considere proclive de antemano a este subgénero mandará a freír espárragos esta reseña y acudirá al cine presto a emocionarse y coleccionar cromos de autoestima.
Vivir sin parar narra la historia de Paul Averhoff, un personaje ficticio del que se dice que ganó la medalla de oro en la maratón de los Juegos Olímpicos de Melbourne en 1956. Ahora es un hombre septuagenario que vive sus últimos días junto a su mujer, Margot, pero la edad no pasa en balde, y deberán ingresar en un centro geriátrico para recibir el cuidado acorde. Paradójicamente, será esta acción la que precipite el fallecimiento de Margot, aunque ello vendrá precedido de la peculiar forma de actuar de su marido. Angustiado por la opresiva atmósfera de ese centro en el que quieren moldear el resto de sus días, Paul decide rememorar tiempos mejores haciendo ejercicio en carrera a diario por el jardín. Ante el asombro de compañeros y cuidadores, Paul revela que está entrenándose para ganar la maratón de Berlín que se celebrará al cabo de un mes. Las reacciones son dispares, y hay quienes no pueden sino admirar el coraje del anciano por revitalizarse y quienes reprueban la actitud de la persona que ha venido a alterar el orden establecido. Su fiel mujer lo acompañará en su empresa hasta que eche su último aliento.
Dieter Hallervorden se llevó el galardón a mejor actor en los Premios del Cine Alemán. Hallervorden es un reputado cómico en el país germano, pero apenas se le conoce en España, dada la escasa difusión que recibe el cine alemán en nuestro país y que el veterano actor tampoco ha dado nunca el salto a Hollywood. A sus setenta y nueve años, puede presumir de llevar dos tercios de su vida dedicándose a la interpretación, alternando cine y televisión. La dedicada actuación de Hallervorden es uno de los puntos fuertes de la cinta. Sin embargo, incluso más destacados están algunos de los actores de reparto o incluso extras, liderados por un inconmensurable Heinz W. Krückeberg y que exhiben un desparpajo increíble para actores de tan escaso recorrido.
El guión sigue sumiso el precepto prescrito por cualquier historia de superación al uso, aunque no por que ello sea frecuente deja de ser decepcionante. La desidia se deja entrever en la indefinición de muchos personajes, como es el de la hija de Paul, interpretado por Heike Makatsch, incapaz de sostener un papel tan desdibujado. Conforme avanza la cinta, se acrecienta el carácter de epopeya que acompaña al personaje, y que se puede detectar en la estructura narrativa, la música o incluso la iluminación. Ante la estupefacción de todos, espectador incluido, Paul gana la maratón a sus casi ochenta años.
No es Vivir sin parar una obra virtuosa, aunque quizás sí posea los elementos determinantes para sacar con una sonrisa a los espectadores que sólo busquen un feel good con el que pasar la tarde. En este contexto y para este público, los ancianos suelen resultar entrañables, y lo cierto es que aquí los actores más veteranos están realmente bien, lo cual supone un punto importante a favor de la obra.
Ficha técnica:
Título Original: Sein letztes Rennen Director: Kilian Riedhof Guión: Kilian Riedhof, Marc Blöbaum, Peter Hinderthür Música: Peter Hinderthür Fotografía: Judith Kaufmann Reparto: Dieter Hallervorden, Tatja Seibt, Heike Makatsch, Heinz W. Krückeberg, Frederick Lau, Otto Mellies, Mehdi Nebbou, Katrin Saß Distribuidora: Karma Films Fecha de estreno: 14/11/2014