Hasta el estreno de Sin tregua no me había llamado demasiado la atención la figura de David Ayer, aunque unos pocos, visionarios desde luego, empezaron a vitorearle por el poco más que correcto guión de Training day, una película que vista en perspectiva ha dejado claro que todas sus virtudes (que en su momento se ensalzaron en exceso) provenían del libreto de su guionista y no de la mano de un Antoine Fuqua que con cosas como El rey Arturo, Los amos de Brooklyn u Objetivo: La Casa Blanca ha dejado claro que aquello fue más flor de un día. Tampoco me pareció especialmente destacable aquella Dueños de la calle, su segunda película como realizador protagonizada por un sosete Keanu Reeves, en las que algunos atisbaron un talento que no pude encontrar más allá de unas cuantas escenas bastante logradas.
Pero Ayer, mientras que se abría un hueco en la industria, y se encargaba de guiones de superproducciones como la adaptación de la televisiva Los hombres de Harrelson o la primera entrega de la saga A todo gas, y trabajaba arreglando guiones ajenos, iba también poco a poco puliéndose como cineasta. Cuando hace dos años salí de ver Sin tregua lo hice completamente fascinado. No sabía hasta donde remontarme para encontrarme con una película policiaca tan directa y tan cruda como lo era ella. Había en ella una realidad palpable que existía más allá de las acciones de estos policías, si no de su comportamiento humano. Me resultaba fascinante como Ayer les desgranaba más allá del traje y ponía en tela de juicio su moralidad y servidumbre. Quizá el talento de Ayer estuvo siempre ahí y hubo quien supo verlo, pero hasta el estreno de Sin tregua, fui incapaz de vislumbrarlo, entonces aquello me cegó como la más grande de las joyas.
No es ilógico pensar que después de esto había mucha expectación por ver la siguiente película del realizador americano. Lo mejor de todo es encontrarse con que Ayer no se ha alejado del cine policiaco, es el terreno que mejor controla y en el que se desenvuelve a la perfección (aunque se trasladará a la Segunda Guerra Mundial este mismo año en su nueva película, Corazones de acero, protagonizada por un tanque comandado por Brad Pitt). Sabotage cuenta la historia de un grupo especial de la policía que tras una misión apartarán un botín de diez millones de dólares para repartírselo. Cuando vuelvan a por este dinero se encontrarán con que alguien se lo ha llevado, algo que no impedirá que la policía les investigue durante seis meses en los que además estarán también suspendidos de su empleo. Cuando el grupo vuelva a trabajar junto, verá como la desaparición de este dinero ha quebrado la relación casi fraternal que mantenían y las desconfianzas entre unos y otros no harán más que incrementarse cuando alguien empiece a asesinarles para cobrar venganza.
Existen muchos paralelismos entre Sabotage y Sin tregua. Una vez más el realizador trata de ahondar en las relaciones de sus personajes. Ayer podría haber dado mayor importancia al misterio de saber quién se llevó el dinero, a la investigación por el robo, o incluso a la de los asesinatos de los policías, trama para la cual además introduce un personaje que es el que se hará el cargo de esta investigación, al que da vida Olivia Williams, y que es la mayor losa de toda la película, por su manera de ceñirse a un tradicionalismo del que siempre huye la obra. Pero el realizador deja todo esto en segundo plano para hablar de lo que realmente le interesa, que es la manera de actuar de esos personajes. Al igual que existía una pulida hermandad entre los personajes de Jake Gyllenhaal y Michael Peña en Sin tregua, pasa lo mismo con todo este grupo especial aquí. Ayer ve la relación laboral de estos policías más allá del acto de servicio, como un sentimiento de familia en el que el personaje de Arnold Schwarzenegger actúa como progenitor y consejero. El hecho que da pie a toda la película es necesario para hablar de la forma en la que todo se resquebraja, pero nunca pretende ser el principal arco argumental. Sin embargo, lo cierto es que Sabotage se siente sobre todo como un thriller bien formado, ahí es quizá donde reside la mayor diferencia con su anterior película en la que el formato documental y la monotonía del día a día suprimían por completo cualquier historia a contar. Esto también permite al director alejar un poco el tono puramente realista de aquella, para aprovechar esa suciedad de la cámara cercana y construir una obra de estética híper-violenta que no duda, incluso, en usar el gore.
Pero que Sabotage funcionase tan bien sería imposible sin la presencia de Schwarzenegger. El actor austriaco es el eje sobre el que gira toda la película, él es el único que es capaz de unir al grupo una vez más, la única voz que todos escuchan y el único que puede servir de enlace entre el interior del mundo en el que viven anclados, casi ajenos a la realidad, y el exterior. Es cierto que Schwarzenegger nunca ha sido un gran actor, tenía el físico impresionante para hacer estrella de acción, y James Cameron también se encargó en hacer de él un actor carismático, algo nada fácil con este actor de cara férrea e impenetrable. No vamos a decir que ahora se haya convertido en un actor de registro, pero el tiempo ha sido justo con él. Aquí se ve una vez más lo que ya pudimos atisbar en El último desafío del Arnold post-política. Para empezar, ha perdido su absurdo acento, algo que siempre ayuda a creerle más. La voz se le ha roto, y las arrugas de su cara dibujan el rostro de un hombre afligido, de alguien que ha tenido que superar los golpes de la vida. Hay algo en su expresión actual que me recuerda a Clint Eastwood y desde luego que se ha convertido en la elección idónea para interpretar a personajes que deben convivir con su pasado, tal y como ocurre aquí.
Puede que Sabotage sea inferior a Sin tregua, ya que jamás llega a ser tan redonda como aquella, pero sus virtudes siguen intactas. Estamos ante un thriller policial frenético que se atreve a coquetear con otros géneros, pero que sin duda cuyo mayor valor reside en la confirmación de que con David Ayer estamos ante uno de los directores más interesantes del Hollywood actual, y posiblemente el mayor estandarte del cine policiaco actual, que ha sabido recoger un género que no pasaba por su mejor momento desde finales de los años 80 donde explotó sobre todo en series de televisión como Canción triste de Hill Street, renovarlo y adaptarlo a un estilo propio y rebosante de personalidad.
Ficha técnica:
Título original: Sabotage Director: David Ayer Guión: Skip Woods, David Ayer Música: David Sardy Fotografía: Bruce McCleery Reparto: Arnold Schwarzenegger, Sam Worthington, Olivia Williams, Terrence Howard, Joe Manganiello, Mireille Enos, Max Martini, Josh Holloway, Dawn Olivieri, Malin Akerman, Harold Perrineau Distribuidora: Inopia Films Fecha de estreno: 11/07/2014