El mayor espectáculo del mundo – The show must go on | La Cabecita

mayor1

Trapecistas, payasos, fieras de exóticos países… Sin duda alguna el circo es el espectáculo de variedades por excelencia. A la gran mayoría nos han llevado alguna vez al circo, sobre todo de pequeños, aunque bien es cierto que es un espectáculo que cada vez cuenta con menos tirón. Quizás porque esté anticuado o quizás porque hay otro tipo de espectáculos que son más atractivos para la gente del siglo XXI, pero la verdad es que el circo no es lo que era. A pesar de ello, muchos son los nostálgicos del mundo del circo. De esas carpas gigantescas que se montaban con mucho trabajo en apenas unas horas, de esos payasos que tanto hacían reír al público, de esos trapecistas que hacían que se les cortara la respiración a todos con sus ejercicios. El circo era antes un hermoso espectáculo, quizás ahora resulte algo arcaico y desfasado, pero no está de más echar la vista atrás y ver como era el mundo del circo cuando este aún era un gran espectáculo, y una excelente forma de hacerlo es visionando El mayor espectáculo del mundo.

La película de Cecil B. DeMille explora desde una perspectiva que se encuentra a medio camino entre la ficción y el documental las aventuras y desventuras de un grupo de artistas de circo que deambulan de un lado para otro llevando la sonrisa a miles de personas con su espectáculo. DeMille nos cuenta las historias que se encuentran bajo las carpas de un reputado circo, historias de amor, amistad y humor a la par que nos instruye sobre el manejo del espectáculo, de su formación y de cómo son los verdaderos números del circo desde una perspectiva más cercana al documental que al cine de ficción. Es precisamente esa dualidad de géneros uno de los mejores atributos de la película. Divierte, emociona y al mismo tiempo instruye, definitivamente DeMille consiguió lo que se proponía.

El veterano director y productor norteamericano realizaría aquí la penúltima dirección de su extensa carrera. Una dirección limpia y magnánima, tal como lo requería una película de esas dimensiones. Un proyecto grande que obtuvo una muy buena dirección por parte de una leyenda como Cecil B. DeMille. El reparto estuvo compuesto por actores circenses reales y un buen puñado de rostros conocidos que desempeñaron un gran trabajo: Charlton Heston, Gloria Grahame, Betty Hutton, Cornel Wilde y, sobre todo, un fenomenal James Stewart interpretando a un misterioso y simpático payaso.

mayor2

No encontramos un guión extraordinario en El mayor espectáculo del mundo, la película está más orientada a instruir sobre el mundo circo y entretener al espectador que de contar una gran historia. Quizás en ese aspecto el film de DeMille haga aguas, pero se compensa perfectamente con excelentes dosis de espectáculo.

No era la primera vez que una película nos hablaba de las maravillas del mundo del circo. Encontramos, si echamos la vista aún más atrás, diversas obras que también tocaron de manera muy distinta el mundo del circo. De manera jocosa nos deleitaron Charles Chaplin y los Hermanos Marx con El circo y Una tarde en el circo, respectivamente; por el contrario, el gran Tod Browning nos mostró el lado más oscuro de la vida circense con La parada de los monstruos y Garras humanas. Un gran número de películas se hicieron antes y después de El mayor espectáculo del mundo sobre el tema del circo, pero lo cierto es que ninguna ha constituido un homenaje tan sincero y bonito hacia ese mundo como lo ha hecho la cinta de DeMille. Independientemente de si la película es mejor o peor, es innegable que El mayor espectáculo del mundo es la película que mejor ha mostrado los entresijos del mundo del circo.

La película resultó ganadora del Oscar a la mejor película en la gala de 1953, algo que resulta totalmente increíble teniendo en cuenta las películas que había ese año. Por el Oscar a mejor película competían con ella nada menos que Solo ante el peligro y El hombre tranquilo, hoy por hoy consideradas obras maestras de la historia del cine. Otra gran película de aquel año fue Cautivos del mal, que obtuvo 6 nominaciones pero entre ellas no estaba la de mejor película, imperdonable a todas luces. Tan imperdonable como que una obra maestra como Cantando bajo la lluvia solo cosechase dos nominaciones, también olvidada de la categoría principal. Lo más doloroso sin duda fue el ninguneo que sufrió la obra maestra Candilejas, de Chaplin. El film no se estrenó hasta 1972, 20 años después por culpa de la censura.

Lo que está claro es que El mayor espectáculo del mundo es una de esas películas llamadas a estar “malditas” por haber ganado un premio inmerecido. Es importante no valorar a las películas por lo que han ganado, si no por lo que son, aunque a veces cuesta no echarse las manos a la cabeza.

mayor3

Además del de mejor película, El mayor espectáculo del mundo se llevaría también el extinto premio de mejor historia.

Es posible que el circo ya no interese a tanta gente como hace 60 años, es comprensible. En una era en la que tenemos una tecnología tan avanzada y un abanico de posibilidades tan amplio para el ocio, resulta extraño querer pasar unas horas bajo una carpa viendo fieras, payasos y trapecistas realizar sus mejores números. Hoy en día si queremos ver algo realmente asombroso no elegiríamos el circo tradicional como forma de entretenimiento, pero es imposible no sentir algo de nostalgia si, como el que escribe, has ido de pequeño al circo con tu familia. El circo ha representado la ilusión y el divertimento tanto de mayores como de niños a lo largo de los años, y la Historia no sería justa si dejara que nos olvidásemos de él como de un juguete roto. Para eso fue concebida El mayor espectáculo del mundo, para que todos pudiésemos recordar un poquito lo que fue aquel maravilloso mundo que nos hacía reír y disfrutar cuando éramos pequeños. Puede que no sea la mejor película de la historia, pero que es un homenaje precioso y sentido a uno de los espectáculos más maravillosos del mundo, eso nadie lo puede negar.