El cine se ha llenado en los últimos años de «mashups» imposibles, juntando a personajes de diversas franquicias para juguetear entre ellos. Así nacieron películas como Freddy vs Jason o Alien vs Predator. Pero si hay una mezcla que el espectador cinéfilo siempre quiso ver, ésta estuvo sobre un ring de boxeo. Rocky Balboa vs Jack La Motta, el combate soñado, la versión de un Mike Tyson vs Muhammad Ali en versión ficticia que siempre quisimos ver, ¿cuál de los dos mayores púgiles de la historia del cine ganaría al otro?. Bien, esto era algo difícil de llevar a cabo. Por un lado nos encontrábamos con que La Motta fue un boxeador real, por más que su fama haya trascendido principalmente por el Toro Salvaje que dirigiese Martin Scorsese, mientras que Rocky Balboa fue una creación totalmente ficticia, quizá este fuera el escollo menos importante, aunque algunos puristas se hubieran llevado las manos a la cabeza en ver a un personaje real sumergido en una trama completamente ficticia. Pero quizá lo más complicado para otorgar coherencia a la historia, es la separación en el tiempo de ambos boxeadores, aunque ambas películas coincidiesen en el tiempo, La Motta hizo su carrera en los años 50, mientras que la de Balboa se desarrolló durante los años 70 y 80.
Es por ello que La gran revancha no es el Rocky Balboa vs Jack La Motta soñado, si no una nueva creación con personajes distintos. Pero bien sabemos todos que el Henry Sharp al que da vida Sylvester Stallone es Rocky Balboa, y se mueve como Rocky Balboa, y exactamente lo mismo ocurre con el Billy McDonnen al que interpreta Robert De Niro, estamos ante el mismo Jack La Motta. Lo sabemos nosotros, y lo saben sus guionistas, que no dudan en meter continuas referencias a ambas sagas, que van de chistes como los de los batidos de huevo y la carne golpeada de Rocky a referencias que van desde la ceguera de Balboa en la segunda entrega de Rocky o un entrenamiento que recuerda bastante al de tierras soviéticas en Rocky IV a la imagen de De Niro como cómico de un programa de ‘stand-up comedy’ al igual que hiciera La Motta al retirarse. Pero las referencias van mucho más allá, y el repaso a la carrera de estos dos púgiles, se hace mediante imágenes de sus películas, algo que convierte a La gran revancha, sobre todo, en un gran homenaje al cine y uno de los mejores ejercicios de nostalgia que hemos presenciado en la gran pantalla.
A mediados de los años ochenta el mundo del boxeo estaba dominado por estos dos púgiles. Ambos tuvieron una carrera casi perfecta en la que sólo perdieron un combate, el uno contra el otro. Cuando estaba previsto celebrar el tercer combate, el que sería el definitivo y que marcaría quién se imponía a quién, «Razor» Sharp decidió retirarse. El motivo no era deportivo, sino algo mucho más personal, su novia le traicionó con McDonnen y se quedó embaraza de éste. Sharp dejó el ring, arruinado por completo, y empezó a trabajar en una fundición. Treinta años después, en la grabación de imágenes para un videojuego, ambos se volverán a encontrar, y una rencilla que llegará a las manos, se convertirá en un video viral que hará ver en los promotores la oportunidad de un combate final entre ambos boxeadores. Las dificultades económicas del primero, y las ansias de victoria del segundo les llevará a aceptar un combate que primeramente será tomado a broma por sus edades, pero que gracias a la fuerte rivalidad entre ambos, acabará convirtiéndose en un esperado acontecimiento.
Lo más destacado de la película de Peter Segal, un realizador bastante limitado, que sin embargo sabe exprimir al máximo las sesiones de entrenamiento de ambos y el inusual combate final, está en su capacidad para ir allá más allá del simple «mashup». Existe sobre ella, y se ejecuta con solvencia, un mensaje redentor hacia la situación de exclusión a la que es sometido el ser humano al llegar a cierta edad. Va más lejos de lo que planteaban películas como Plan en Las Vegas o Ahora o nunca, donde sus protagonistas querían demostrar que seguían vivos y que podían seguir siendo jóvenes. Aquí, los dos boxeadores, lo único que pretenden es realizar su trabajo por una última vez, aquello en lo que se pasaron la vida formándose y desempeñaron durante décadas. Pero simplemente son demasiado mayores para ser tomados en serio. Serán ellos mismos los que tengan que levantarse y superar una adversidad que todos parecen querer recordarles a cada paso que dan. Demostrarse a sí mismos y al resto del mundo, que son capaces, ya no sólo de cumplir con ese combate, si no de llamar la atención del público aunque sea de la manera más rocambolesca, lanzando de paso una crítica mordaz y divertida a la explotación del marketing y las absurdas campañas de publicad en las que se ha establecido el deporte, algo muy lejano a lo que ellos conocían.
No vamos a negar que en algún momento la película cae en el peor de los convencionalismos, especialmente en la recta final previa al combate con la inserción de dos experiencias traumáticas para darle un mayor carácter dramático al combate, algo que se puede considerar completamente innecesario, pues desde la motivación de ambos ya está más que justificada toda la tensión que se producirá en su enfrentamiento. Aún así, y cuando la peor película cae en los peores convencionalismos, sabe hacer del sentido del humor su mejor arma para luchar contra ello. Los divertidos y sobresalientes personajes de Kevin Hart y sobre todo de un Alan Arkin, más cercano a un anciano que busca su contacto con la infancia que al Mickey Godmill que interpretó Burgess Meredith en la saga de Rocky, consiguen levantar la película cuando esta pasa sus peores momentos. Incluso una (aún despampanante) Kim Basinger y un Jon Berenthal especialmente tierno, consiguen crear grandes personajes secundarios dramáticos para dotar de un alma a la película que la acerca a El luchador de Darren Aronofsky.
Pero esto es el espectáculo de Sylvester Stallone y Robert de Niro y está claro que si alguien noquea al otro, este es Stallone. Hacía tiempo que no veíamos a un Stallone tan humano y tan cálido, posiblemente desde Rocky Balboa. El actor ofrece una interpretación más que convincente, especialmente en su recta final, dónde parece sentirse que está recreando todo lo que fue su carrera. Ver acercarse a Stallone al ring emociona, porque es un camino que conoce, y que realiza de una forma tan tierna y creíble que entiendes por completo como Kim Basinger pudo llegar a enamorarse de un mastodonte como él. Stallone sobre el ring, vuelve a demostrar a todos sus detractores que es un actor impresionante. Pese al enorme carisma que tiene el actor, algo que ayuda a crear personajes como el Barney Ross de Los Mercenarios que son una extensión de sí mismo, aquí el actor es capaz de hacernos olvidar que estamos viendo a Stallone, si no viendo a un auténtico boxeador que tiene mucho que decirse a sí mismo, más allá de que su nombre sea Harry Sharp o Rocky Balboa. Por desgracia no ocurre lo mismo con un De Niro que es una de las partes más endebles de la película, centrado demasiado en estos años en hacerse de sí mismo, acaba siendo la parte más negativa de un gran combate, que por desgracia a veces se siente más como un Rocky Balboa vs Robert De Niro que el Balboa/La Motta del título de esta crítica. Esta es La gran revancha de Sylvester Stallone, y es aquí donde uno de los actores más infravalorados de la historia del cine da un verdadero puñetazo interpretativo al que muchos no dudan en proclamar como el mejor actor vivo. Es la película que habíamos soñado, es la película que queríamos ver, y es la película que nos entusiasmará. Y no se levanten pronto de sus asientos, pues la escena posterior a los créditos guarda un momento que no sólo es extraordinariamente divertido, si no que casi se puede considerar un hito deportivo.
Ficha Técnica:
Título original: Grudge Match Director: Peter Segal Guión: Tim Kelleher, Rodney Rothman Música: Trevor Rabin Fotografía: Dean Semler Interpretes: Sylvester Stallone, Robert De Niro, Kevin Hart, Alan Arkin, Kim Basinger, Jon Bernthal, Judd Lormand, Han Soto, Nicole Andrews, LL Cool J. Distribuidora: Warner Fecha de estreno: 10/01/2014