La palabra «privatización» se ha convertido en una de las más frecuentes en la prensa durante los últimos años. La sensación de que continuamente se nos va yendo por el retrete lo que durante tantos años pudimos construir. Es curioso como de repente llega Ken Loach, y nos habla de forma desesperanzadora de lo que ocurrió hace unas cuantas décadas en Reino Unido, y como, en un momento tan (in)oportuno como éste. La película se siente dolorosamente cercana, esa sensación de que todo el sueño por el bienestar del ser humano se cae por el retrete. Ken Loach, habituado a hacer las mismas denuncias con la ficción que hace en El Espíritu del 45 de manera documental se acerca a hacer un retrato de la lucha que se vivió tras el final de la segunda guerra mundial por los derechos de los seres humanos, ofreciéndole todas las cosas que deberían ser básicas para cualquier ciudadano. Pero lo hace de mirada triste y descorazonadora, dibujando un pequeño abanico, mostrando la crueldad de unos políticos que miran poco más allá de sus intereses y como, dejan la sensación de estar dando una marcha atrás que nos recuerda al medievo.
Para dibujar su historia, Loach se ha acercado a ancianos que eran apenas niños antes de estallar la guerra, que recuerdan más de la situación por lo que les contaban sus padres que por lo que ellos mismos vivían. Aunque sus recuerdos puedan ser tan arrebatadores, como el de ese señor que cuenta que se acostaban con chinches, y que ni se molestaban en quitarlas, porque simplemente aparecían más, y que no les quedaba otra que comprender que en esa casa habitaban con ellas. Se acerca también a algunos expertos para intentar poner en situación al espectador, pero realmente a Loach no le importa mucho esto, su testimonio, al igual que el de tratamiento de las imágenes de archivo, algunas tan impresionantes como en la que Churchill tiene que abandonar un mitin previo a las elecciones de 1945, observando como su nombre se ahoga ante los gritos de la gente vitoreando a Clement Attlee, líder del partido laborista y que posteriormente ganaría las elecciones con una de las mayorías más amplias de la historia de Reino Unido. Pero realmente, todo esto sirve para ir situando en el tiempo a una película que se sustenta por las historias, todas apasionantes, de gente normal, gente de a pie, que fueron los que vivieron todos los cambios que el partido laborista empezó a cumplir tras la guerra.
De esta forma Loach nos habla de la importancia que tuvo que la sanidad se volviera un estamento público, de los cambios que tuvo para la minería que fuera el gobierno que comprara las minas… de todos esos cambios que se hicieron por los derechos básicos de los seres humanos a ser todos tratados como iguales sin importar su dinero. De cómo la gente podía salvar su vida en su hospital y no verse obligados a morir en casa, como en una de las historias más conmovedoras de la película cuando un hombre habla sobre la muerte de su madre. O de como los mineros no se veían obligados a trabajar sin parar, sin importar el precio de su vida. Pero Loach no se queda ahí, porque aunque hable de ese espíritu del 45, de como la vida en Reino Unido cambio enormemente a partir de ese momento, no es algo que haya llegado hasta hoy. Es ahí donde su abanico toma forma, dónde la cima del principio empieza a volver al trazado inicial tras la llegada de Margaret Thatcher al poder. Es ahí donde se despoja de los relatos humanos y examina como el gobierno de Thatcher fue hundiendo cada una de estas piezas poco a poco, con una calculada estrategia, haciendo que los cambios fueran paulatinos, haciendo de nuevo una diferencia entre las clases.
Quien conozca el cine de Ken Loach sabrá que su cine es claramente partidista, que su mirada en un documental así, sólo puede tener una ideología, algo que probablemente irritará a los que piensen de manera contraria, o a esos que con su dinero pueden pagarse todas las necesidades, como si fueran privilegios, sin preocuparse de aquellos que viven en una situación menos favorable. Pero lo cierto es que Loach no se limita a exponer hechos, si no hacer a su película puramente humana, hablando con gente de a pie, y mientras vemos como aquí en España también se empieza a desvanecer todo lo que también teníamos, al igual que pasó en Reino Unido, llega Ken Loach, para decirnos que esto ya pasó, y para hacernos mirar atrás y decir que hubo un momento en el que la vida tuvo color, y todo aquello se puede volver a conseguir.
Título Original: The Spirit of ’45 Director: Ken Loach Guión: Ken Loach Música: George Fenton Distribuidora: Vértigo Fecha de Estreno: 13/09/2013