Ni serie B ni Linda Blair, Calles salvajes podría considerarse en 1984 ultra violenta, aunque sigo pensando que se ha exagerado demasiado ese calificativo, pero lo cierto es que tan solo la escena más importante de la película se puede considerar visualmente dura para el espectador y tampoco es lo peor que hemos visto. Se nota mucho el bajo presupuesto, su bizarrísimo es más que evidente pero aún así cumple con éxito su objetivo.
Es curioso que una de las principales características del cine de clase B sea que utiliza actores principiantes, “no reconocidos o en decadencia”. Lo que le pasó a Linda Blair en esta década fue algo espantoso. Sólo hay que echar la vista atrás… Remontemos a 1973, año en el que se estrena en todo el mundo (y en algunos países ni siquiera porque ya sabemos cómo se comporta la censura en estos casos) la cuarta película importante de William Friedkin: El Exorcista. Con tan solo 14 años Linda decidió participar en este arriesgado proyecto; todos conocemos la controversia que se creó tras esta película, todos los rumores y leyendas que la rodean, Linda acusó todo esto, ya no era Linda Blair, era “la niña del exorcista” a la que nadie querría, bajo ningún concepto, en una película suya, parecía que los directores tenían miedo de algo y esto afecto a su carrera. Después de todo, volvamos a la serie B, ¿actores en decadencia? Sí, Calles salvajes es de estas, e incluyendo desgraciadamente a su principal icono en el reparto (Linda), todos eran actores con un futuro algo negro. ¡Y ojo, me gusta esta clase de cine!
Savage Streets se basa en una venganza entre bandas que a ratos se torna atractiva y a otros algo pesada. Intensa y feroz gustará a los apasionados del subgénero e intentará saciar el mono de violencia física que nos hizo darle al play. Cumple con las expectativas al no excederse y no llegar así a la utopía, no empalaga y su realismo gusta. Termina prácticamente como todo el público deseaba, por lo que satisface sin deslumbrar.