Youth de Paolo Sorrentino
«A mí ya me tiene» le comentaba a un compañero mientras de los altavoces salía la pegadiza melodía de You’ve got the love. Aun no había aparecido ni una sola imagen de la nueva obra de Sorrentino, pero ya contaba con mi hacha y ver sus fotogramas en movimiento solo consiguió que me enamorara.
Michael Caine es un director de orquesta retirado que vuelve a su hotel suizo de preferencia para relajarse de tanto no hacer nada. Harvey Keitel interpreta a Mick, veterano de Hoollywood que ha ido al hotel de lujo con su equipo de guionistas para acabar el guion de su «pelicula-testamento». Paul Dano da vida a un actor que para trabajar en su próximo papel decidió recluirse en el hotel para observar las solitarias figuras que lo pueblan.
Quizás mi mayor problema con Birdman fue su ideología de artista condescendiente que solo encuentra emoción en el cine culto y refinado, detestando al comercial y superheroico. Youth empieza haciendo declaraciones similares por lo que mis alarmas se activaron. No tenía nada de qué preocuparme, pues uno de los temas más importantes del film es el de no juzgar ninguna decisión o acto que te haga feliz.
Youth es una pasada a todos los niveles, esta repleta de ideas vitalistas, imágenes de una preciosidad inusitadas, repletas de color y significado; los diálogos, desternillantes en la primera mitad más ligera, funcionan cual reloj suizo (perdón) gracias a unos actores en estado de gracia. Hacía tiempo que Harvey Keitel no nos regalaba una actuación tan compleja, llena de pasión y melancolía.
En una estructura que se repite pero que no cansa, el italiano cerrara las decenas de segmentos que componen su canto a la Pasión con una secuencia musical, tal es el amor por el arte sonoro y visual.
Niñas pequeñas y supermodelos aleccionaran a intelectuales que habían olvidado lo que significaba amar algo apasionadamente. Youth emociona, transmite su mensaje optimista con preciosas imágenes que se quedan grabadas en la retina. Ser joven no tiene nada que ver con la edad sino con el impetu, la alegría y la confianza que depositamos en nuestras decisiones.
The Assasin de Hou Hsiao-Hsien
El cansancio te puede jugar malas pasadas, vemos peliculas casi sin descanso y las que están programadas a última hora pueden sufrir nuestra falta de sueño. Digo esto porque a pesar de que mantengo, a falta de revisionado, lo que aqui voy a decir de The Assassin, es cierto que la vi completamente muerto y eso, en una pelicula tan contemplativa es un gran problema.
Si la última de Apichatpong Weerasethakul era como quedarse atrapado en una exposición de arte contemporáneo, el nuevo film de Hou Hsiao-Hsien produce la misma sensación, solo que los cuadros pertenecen al arte clásico.
El film es una preciosidad, es innegable, pero cuando el plano se queda varios segundos de mas produce un bajón de ritmo cada 5 minutos, provocando un descenso en el ritmo de la historia.
The Assassin nos cuenta la historia de Nie Yinniang, que regresa a casa tras varios años de entrenamiento en artes marciales. Su misión es la de acabar con los tiranos que gobiernan las regiones de la China del siglo IX. El problema es que uno de ellos es su primo, Tian Ji’an.
El director taiwanés no esta muy interesado en la acción, no es esa clase de historia, y es una pena porque la rueda de maravilla. El montaje de estas escenas es brillante, acompañado de sonidos secos y contundentes, a veces incluso usara planos alejados, tal es su interés por la labor que realiza su protagonista.
Mi secuencia favorita es una que combina acción, el único chiste de la película y una pequeña licencia del género fantástico.
The Assasin es demasiado lenta como para mantenerme maravillado con su deliciosa y colorida fotografía, espero que en un segundo visionado pueda ver esa obra magna de la que todo el mundo habla.
Peace to us in our dreams de Sharunas Bartas
«Bon courage» (Mucho animo). Así me abandonaba mi compañero de penas con el que no había intercambiado una palabra. Pero en las trincheras la camaradería crece rápido, tener que aguantar escenas repletas de NADA une mucho a los cinéfilos.
Todos los días debemos elegir entre dos películas que cuadran en el horario, influyen aspectos como crítica, películas anteriores del director y, sobre todo, el argumento. La sinopsis versaba así: un padre se va de viaje con su hija y su novia a una casa de campo. Allí, un chico robara un rifle que desatara los acontecimientos.
Desgraciadamente una vez mas los elementos que no pertenecen a la película fueron lo mejor de tener que aguantar este tedio. Nada mas empezar hubo una corriente interminable de toses y estornudos que acabaron en carcajadas. Como las que provocó en mí los sonorosos ronquidos de un valiente compañero caído en combate.
A la media hora ocurre el suceso que se supone que pone en marcha la trama. Bien, pues lo rueda como si el chaval hubiese ido a comprar el pan. La única posibilidad de que no siguiera siendo aburrida se había esfumado y el infierno de tener que quedarse despierto se volvía más y más desafiante.
«¿Por que los planos son tan largos?» Se atrevió a preguntar una chica en la ronda de preguntas posterior que la proyección. «Son más cortos que en mis otras películas» respondió el director lituano Sharunas Bartas. Pienso que va a pasar un buen tiempo hasta que me acerque al cine nihilista de este señor.
Krisha de Trey Edward Shults
Krisha venía alabada por premios del jurado y audiencia del festival SXSW. Rodada en 9 dias en casa de la madre del director Trey Shults y con un reparto compuesto por familia y amigos, tenían ese aire de joyas indies inteligentes que se atreven a hacer cosas nuevas con el género. Y aunque Krisha no me ha parecido una maravilla, hay que admirar el esfuerzo por intentar innovar.
Krisha vuelve a ver a su gran familia tras 10 años de ausencia, esta la recibirá con los brazos abiertos en el día de Acción de Gracias.
El fresco toque que aporta el americano es el de rodar este drama familiar centrado en Krisha como si de una película de terror se tratase, usando prestado movimientos, encuadres y música de las películas de miedo y misterio.
Krisha Fairchild interpreta a la protagonista sobre la cual se hace el estudio, mostrando vulnerabilidad y fuerza, provocando empatía y hastío de una escena a otra.
Uno puede sentir que lo que estamos presenciando tiene una base real, que contarlo en una película podría ser una especie de terapia. Menos inspirada en su segunda mitad donde está cerca de caer en luga.
Trey Edward no juzgara a su personaje, le tratara con compasión, aunque el mismo tiene claro que no es ninguna santa. El veredicto final lo tenemos nosotros, ¿somos capaces de perdonar incluso las recaídas?
Verdades vistas como armas dañinas, tensión bajo sonrisas amables, Krisha es una mas que estimable opera prima que demuestra que habrá que seguir a Trey Edward Shults de cerca.