Dragon Ball Z: La batalla de los dioses – Pervirtiendo la nostalgia | La Cabecita

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Algo se rompe en el interior cuando empieza la proyección de Dragon Ball: la batalla de los dioses. Una extraña sensación te acompaña, como una irritación en el pecho, cada vez más molesta, que sube por la garganta y te estremece. Esta incómoda sensación no es más que el niño que llevas dentro luchando por huir mientras tu infancia es mancillada. Cierto es que el bajo nivel de la saga Dragon Ball GT preparó el terreno, alejando la ficción cada vez más de esas maravillosas e irónicas aventuras de un niño con cola de mono que iba por el mundo en busca de las bolas de dragón. A pesar del golpe con GT, el niño resistió y se refugió en las sagas Dragon Ball y Dragon Ball Z, además de algunas películas a la altura de la serie como La leyenda del dragón Shenron, La bella durmiente en el Castillo del mal o El ataque del dragón y ¡Fusión! de la saga Z. Parte de la excusa que ponía este niño era que la saga GT no era propiamente de Toriyama, creador de la serie, sino que la productora había estirado el chicle para no abandonar el universo Dragon Ball. Esta excusa sirvió incluso cuando apareció esa lamentable adaptación americana llamada Dragon Ball Evolution. Si GT era mala porque no habían contado con Toriyama al 100%, ¡cómo no iba a ser mala la de los americanos que encima no era ni de animación!

Pero ahora no hay excusa, Toriyama ha participado desde el principio en este proyecto. Dragon Ball: la batalla de los dioses es la 18ª película de Dragon Ball, la 14ª del universo Z. La acción tiene lugar 5 años después de terminar la saga Boo cuando Bills, el Dios de la destrucción, tiene conocimiento de que un guerrero ha vencido a Freezer. Curioso por conocer la identidad del héroe, viaja a través de varias galaxias para encontrarse con Goku, que está entrenando en el planeta del Dios del Norte, Kaito. Mientras, en la Tierra Bulma celebra su 38º cumpleaños y Pilaf, Mai y Shu, míticos malvados de Dragon Ball ahora convertidos en unos insolentes niños, tratan de robar las bolas del dragón. Este es el grueso de una historia insulsa, carente de gracia y excesivamente alargada. Mientras otras películas de Dragon Ball, con bastante más jugo, tienen una duración de unos 50 o 60 minutos, La batalla de los dioses roza los 90 y no aporta nada al universo Dragon Ball. Más bien se olvida que existe tal universo y nutre el guión de incoherencias como ver a Pilaf, Mai y Shu como niños mientras que en GT, 5 años posterior a La batalla de los dioses, son ancianos sin haber visto como rejuvenecen y envejecen.

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Dragon Ball: la batalla de los dioses no funciona ni como continuación de la saga ni como historia aparte, aunque se puede destacar el aspecto técnico, que mejora la animación vista hasta el momento con esta saga. Lástima que no sea suficiente para compensar. Volviendo al argumento, lo poco que aporta, como la nueva forma de Saiyan, se pierde en una historia aburrida y demasiado impersonal. El malo no tiene carisma y parece una caricatura, la suma del Boo glotón con el Boo delgado con toques egipcios en su vestimenta. Llega a tal punto el despropósito que el conflicto estalla cuando Boo no quiere compartir su pudín con Bills. Aquí debería desencadenarse un combate apasionante entre Bills y los Saiyan, con infinidad de movimientos, bolas de poder y fusiones. Elementos que son un clásico de la saga y que se juzgan casi indispensables. Sin embargo, optan por pocas secuencias de acción muy sobrias en favor de diálogos eternos y el descubrimiento de una nueva forma de Saiyan, lo que se conoce como Saiyan Dios. Si el malo parece una mala copia de Boo, esto parece una mala copia de los guerreros Saiyan rubios. No sorprende el concepto, ya inventaron otra evolución durante la saga GT,pero preocupa que estén reciclando material de esta manera. 

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Si no entramos en comparaciones las impresiones no son buenas tampoco. La historia sigue pareciendo aburrida y alargada. 90 minutos en los que apenas pasa nada relevante, con un guión  plano, lleno de incoherencias y que se resuelve todo con una especie de deus ex machina invertido más que insatisfactorio. Lo peor de todo, dejan el final tan abierto que amenazan con una posible continuación. Han infantilizado demasiado el producto, abandonando la madurez e ironía que mostraba la serie en sus comienzos. Tampoco queda rastro de la dureza de la saga Z, Dragon Ball tenía momentos realmente terroríficos. Querer llegar a todos los públicos tiene sus inconvenientes y en este caso han derivado en un producto impersonal que puede decepcionar al fan que creció con la serie. El nuevo camino que toman en esta película no es nada esperanzador y fuerza a mirar en el pasado que, esta vez sí, fue mejor.

Ficha técnica:

Título original: Doragon Bôru Zetto: Kami to Kami Director: Masahiro Hosoda Guión: Yûsuke Watanabe Música: Norihito Sumitomo Fotografía: Animation Reparto: Animation Distribuidora: Betta Pictures Fecha de estreno: 13/06/2014