En solitario – Océanos de distancia | La Cabecita

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La Vendée Globe es una de las pruebas más duras del mundo. Partiendo desde Francia, la prueba consiste en dar la vuelta al mundo en un velero estando completamente solo en el barco. No hay escalas y no existe la posibilidad de recibir asistencia. Durante varios meses los navegantes más preparados se embarcan en sus botes y se disponen a este gran sacrificio. Es desde ahí donde nace En Solitario, lo que podría haber sido una épica historia deportiva de auto-superación. Desde el principio los ingredientes están bien manejados para que esto funcione como es debido. Así el protagonista, Yann Kermadec, se embarca en una prueba para la que no está preparado, no sabemos nunca el tiempo de entrenamiento que ha tomado, pero sí que está allí por casualidad. La lesión de su cuñado, ha propiciado que haya sido él que haya tenido que tomar el control. Aunque a la película le faltan algunos datos que debería habernos dados, es fácil suponer que Yann es también un navegante experto, pero que no está preparado para la prueba. Esa odisea de un principiante durante varios meses en altamar, tratando de enfrentarse por sí mismo contra la adversidad que se le avecina, era un material lo suficientemente interesante.

El problema de la película reside en que el principiante Christophe Offenstein, parece no arriesgarse lo suficiente para dejar la película al completo en las manos de un portentoso François Cluzet, y siente la necesidad de ir añadiendo tramas a la película que no hacen más que entorpecerla. Así, tras un inicio de la travesía, bastante calamitoso pero interesante, en el que empezamos a observar los problemas del regatista, como la imposibilidad de dormir por tener que manejar siempre el barco. El protagonista tendrá que parar durante tres días cerca de las Islas Canarias a reparar un ala que se ha roto por culpa de un desprendimiento. Sin saber muy bien como, llega al barco un inmigrante de adolescente, suponiendo esto un completo dilema para Yann. Es casi imposible que pueda dejarlo de nuevo en la costa, y existe el riesgo de que si cuenta el incidente sea descalificado de la prueba al no estar solo en el barco. Ante este panorama, Yann tratará de solventar la situación con cautela, forjando, de forma inevitable un relación entre ambos.

Offenstein utiliza a este muchacho para enviar un claro discurso social. Nos encontramos dos personajes que viven en mundos completamente opuestos, el chaval es incapaz de comprender el sentido de esa prueba, el sacrificio al que se llegan a cometer sólo de manera ociosa. Mientras que el adulto es incapaz de ver más allá del perjuicio que la presencia del inesperado polizón le ha causado. Esta forma nada sutil de hablar de los problemas de la inmigración, cada vez más fuertes en la sociedad europea, no acaba de ser del todo fallido. Es cierto, que con esta maniobra la película se desvía por completo de su objetivo principal, tomando una dirección mucho más sencilla de seguir. Pero la historia de amistad entre ambos se encuentra perfectamente narrada. En un principio, Yann optará por ignorar por completo al muchacho. Pero tras tener que desvelar su secreto a una compañera a la que ha tenido que asistir, la relación entre ambos crecerá notablemente, especialmente en el momento en el que muchacho contraiga anemia. Así ambos mundos, aprenderán a entenderse, Yann verá en él una oportunidad de ser ayudado en su travesía, alejándole además de la soledad a la que empuja la prueba, aunque esto inflija las normas. Mientras que el adolescente, creará una relación que posiblemente le lleve a esa vida soñada lejos de África.

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El rodaje en alta mar, ayuda a que las película cuente con escenas ciertamente impresionantes, que hacen entender rápidamente lo complicado de esta tarea que deben realizar. Pero saliéndose por completo de la película de auto-superación deportiva y supervivencia que en un principio parecía querer ser, uno no entiende demasiado si todo este despliegue visual es realmente necesario. Porque En Solitario es una superproducción de diecisiete millones de euros, un presupuesto que se antoja excesivo para lo que la película quiere contar, como un síntoma de un engrandecimiento que nunca llega a lograr, y realmente, ¿no se podría haber contado exactamente lo mismo rodándola en una gran piscina? Resulta incluso irónico que una película que pretende denunciar la diferencia entre dos civilizaciones, acabe desplegando un presupuesto completamente desorbitado.

Pero el gran problema de En Solitario lo encontramos lejos de alta mar. De nuevo tenemos que recurrir a la falta de atrevimiento para explicarlo. Como si fuera demasiado arriesgado centrarse solamente en la odisea de estas personas alrededor del mundo encerrados en un océano gigante, pero en un espacio diminuto, existe la imperiosa necesidad de crear subtramas que están terriblemente escritas y caen en el peor de los clichés. Nos encontramos con la novia de Yann y su necesidad de ganarse el cariño de la hija de éste, algo que suena demasiado a refrito, y que encima lleva a la película a situaciones que rozan el absurdo, como las que tienen lugar en una clase, cuya profesora parece más interesada en la gran carrera que en la propia educación. Lo mismo pasa con el personaje del cuñado al que da vida Guillaume Canet, un personaje terriblemente escrito, y que más allá de dar pie a la odisea de Yann, no aporta nada interesante a la trama pese a su continua presencia en pantalla.

Da la sensación de que con En Solitario se ha quedado demasiado en la sala de montaje (basta con ver la presencia de José Coronado en la película, reducido a la de extra sin frase), y todas las ideas que pudiera tener la película se han visto prostituidas paraa llevar a la película por el terreno más sencillo, quizá con el afán de hacerla un producto asequible que pudiera recuperar toda la inversión que se ha generado, obligada con ello a tomar las decisiones más discutibles (mención aparte merece esa horrible escena final, subrayada con el Knockin’ on Heaven Doors de Bob Dylan, que no podría caer más en la vulgaridad). Existe, en En Solitario, una increíble historia de un hombre que por azares del destino se ve embarcado en una vuelta al mundo, sólo en un barco durante meses, obligado no sólo a superar todas las incidencias que se le presentan, si no también, a encontrarse a sí mismo con el apoyo de un visitante inesperado. El problema es que esa historia que sabemos que existe y que debería estar ahí, no es la que no están contando. Y aunque En Solitario sea un producto que resulta realmente entretenido, también es notablemente insatisfactorio.

2.5_estrellas

Ficha Técnica:

Título original: En solitaire Davis Director: Christophe Offenstein Guión: Jean Cottin, Christophe Offenstein, Thomas Bidegain Música: Nicolas Charron Fotografía: Guillaume Schiffman Interpretes: François Cluzet, Samy Seghir, Guillaume Canet, Karine Vanasse, Arly Jover, Jean-Paul Rouve, Virginie Efira, Emmanuelle Bercot, José Coronado Distribuidora: A Contracorriente Fecha de estreno: 01/01/2014