Chicos buenos – Los últimos vestigios de la inocencia | La Cabecita

Cada generación ha tenido su comedia adolescente insignia que representaba aquello que se conoce como “el despertar sexual” y el sinfín de situaciones vergonzosas e incómodas que aquello conllevaba. El humor vinculado al sexo y más aún a los primeros coqueteos con la persona que nos atraía y que esperábamos se acabará convirtiendo en nuestra primera vez, ha funcionado en la comedia generacional desde siempre, porque habla de todos y cada uno de nosotros. Es bastante fácil construir un hilo de puntos en común entre las más representativas escenas de comedias tales como Porky’s (Bob Clark, 1982), Aquel excitante curso (Amy Heckerling, 1982), American Pie (Paul Weitz, Chris Weitz, 1999) o Supersalidos (Seth Rogen, Evan Goldberg, 2007).  Todas han retratado con mayor o menor gracia o incorrección política el despertar del sexo, pero es en concreto la última (Supersalidos) con la que Chicos buenos establece, por así decirlo el mismo concepto de humor.

A diferencia del resto de películas generacionales Chicos buenos se adelanta un par de años en a la etapa adolescente y opta por representar los primeros atisbos de curiosidad en torno a la pubertad, en lugar de recrear una vez más las consecuencias de la edad del pavo y aquello que en el argot adolescente se conoce como “estar todo el día cachondo”. Los prácticamente debutantes Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky se estrenan en el largometraje atreviéndose a representar algo de lo que casi nunca se habla por lo incómodo que resulta la premisa en sí misma, el sexo visto por los preadolescentes. Algo que lejos de escandalizar a los padres de medio mundo, rescata los últimos vestigios de la inocencia antes de que las hormonas y la adolescencia nos arrebataran la sana curiosidad por el placer adulto.

Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky son conocidos por ser miembros de la pandilla de colegas de Seth Rogen, todos humoristas, que han sido más o menos populares gracias a colaborar en proyectos como La fiesta de las salchichas (Conrad Vernon,  Greg Tiernan. 2016), la ya mencionada Supersalidos o la corrosiva The Interview (Evan Goldberg,  Seth Rogen, 2014). Pero el dato más a tener en cuenta en su carrera es que ambos, directores de Chicos buenos, han escrito y dirigido capítulos de The Office, serie que hasta el día de hoy rivaliza con Friends como la mejor comedia de la historia de la televisión, un currículum más que interesante que avala su buena mano para la comedia de situación.

Chicos buenos, lejos de toda esa incorrección política a la que ya estamos más que acostumbrados, recrea el impacto que supone en un grupo de niños el ser invitados a “la fiesta del beso”, en donde todos tratarán de demostrar estar a la altura para adentrarse antes de tiempo en la adolescencia. Hasta ahí todo bien, momento en el que se les ocurrirá usar el dron del padre de Max (Jacob Tremblay) para espiar a sus vecinas y ver cómo se besan los adultos de verdad. Esto acarreará una serie de situaciones a cual más desquiciada que culminará con el rescate del ron robado y el descubrimiento de aspectos del sexo para los que literalmente estos pequeños no están en absoluto preparados.

El mayor acierto de la propuesta reside en lo bien que funciona el retrato de la amistad infantil entre los tres chavales (Jacob Tremblay, Keith L. Williams y Brady Noon) y en el timing que tienen la mayoría de gags que protagonizan los tres. Pocas veces ha sido tan divertido ver cómo los más peques descubren horrorizados cómo los adultos se dejan sucumbir por las tentaciones asociadas al sexo  y cómo muchas veces eso implica la amoralidad de los implicados. Chicos buenos no pretende dar ninguna lección a nadie, simplemente descubre que el humor más soez y vulgar puede resultar igualmente divertido y provocador cuando se adapta a otras generaciones y se preocupan porque sea lo más verosímil posible, sin exponerles a ninguna situación moralmente cuestionable o reprochable.

Los niños son niños y tienen que poder serlo y disfrutar de esos años con todo lo que ello implica. Sobre esto trata el humor de Chicos buenos, sobre que a veces es mejor no adelantarse y disfrutar de aquellos maravillosos años de curiosidad e inocencia antes de entrar en la etapa adolescente, porque luego esa inocencia, en la mayoría de los casos no vuelve jamás.

La primera comedia, propiamente considerada como tal en conseguir el número 1 de la taquilla en USA confirma varias cosas igualmente curiosas, la primera que la comedia siempre que sea original va a funcionar, la segunda que no hay mejor momento para echarse unas risas en una sala de cine que el verano y la última que Jacob Tremblay es el nuevo niño bonito de Hollywood y el relevo generacional del malogrado Macaulay Culkin.

Título original: Good Boys Director: Lee Eisenberg, Gene Stupnitsky Guión: Lee Eisenberg, Gene Stupnitsky  Música: Lyle Workman Fotografía: Jonathan Furmanski Reparto: Jacob Tremblay, Keith L. Williams, Brady Noon, Molly Gordon, Midori Francis,Josh Caras, LilRel Howery, Millie Davis, Chance Hurstfield, Enid-Raye Adams Distribuidora: Universal Pictures