Predator – Basura espacial | La Cabecita

Han pasado 31 años ya desde que el siempre efectivo John McTiernan dirigiese Depredador,(1987). Desde entonces afortunadamente el cine y el concepto del entretenimiento han cambiado un poco, o al menos lo suficiente para que (sin desmerecer la película original) ahora no nos tragemos cualquier cosa sin identificar al menos cuando nos están tomando el pelo. La nueva Predator viene de la mano del (hasta ahora) muy interesante y cachondo Shane Black, su trabajo al frente de la franquicia Marvel en Iron Man 3, (2013) y sobre todo en la reivindicable Dos buenos tipos, (2016), eran aval suficiente para ir con esperanzas a una saga tan muerta y pasada de moda como es el “Depredadoruniverso”, pero cuál ha sido mi sorpresa al comprobar que el cuestionable talento del propio Black queda lastrado ante una nueva entrega tan prescindible y tediosa como absurda.

En los 80 el cine de acción-ciencia ficción era distinto, nadie puede discutir que desde luego era mucho más atrevido y desprovisto de pretensiones, pero eso no es excusa para defender que la nueva Predator sea un homenaje al cine que se hacía en esa década, que ahora más que nunca está sufriendo un revival provocado por la nostalgia de los que entonces éramos niños y ahora somos treintañeros. No es excusa, en la década de los 80 se filmaron algunos de los ejercicios de cine de acción más inteligentes y memorables del género tales como Robocop, Paul Verhoeven, (1987), o Jungla de cristal (1987)  también del propio McTiernan, o por poner un ejemplo más la indiscutible Aliens el regreso de James Cameron, (1986); por tanto excusarse en que la última entrega de la saga del depredador con el peinado más molón de la galaxia, es un homenaje, lo siento pero no me lo trago, además es una completa falacia.

Predator no solo no se complica la vida a la hora de construir una base bien cimentada para su historia, porque la película ya desde sus créditos iniciales empieza con el depredador atacando nuestro planeta, y ya mejor no hablar de la construcción de personajes, porque es inexistente y tira todo el rato de manual, un manual muy misógino dicho sea de paso.

El principal error de esta secuela radica en que  con la intención de entretener al espectador desde el minuto uno, Shane Black (que dirige la cinta y co-escribe el guión) tira por tierra cualquier hilo de coherencia y concordancia con los hechos que aquí se presentan en relación con la saga y en favor de la idea de que el síndrome de Asperger es un modo de inteligencia súper avanzada que necesitan los alienígenas para acabar con el mundo, cuando con lo único que logran acabar es con mi paciencia ante semejante despojo de basura espacial.

Supongo que basándose en un estudio equivoco de películas puramente ochenteras, aquí el protagonismo y la acción recae en un grupo de fornidos hombres que representan lo mejor de lo mejorcito de una selecta estirpe de presidiarios que se tiran algo así como 5 minutos manteniendo una conversación supuestamente graciosa en el interior de un autobús en el que pude contar que decían la palabra “polla” al menos 10 veces por frase. Mientras que por otro lado está la doctora y especialista en biología alienígena (Olivia Munn) que les ayudará a matar al depredador y a sus nuevos afiliados perros-galácticos y de paso a provocarles alguna que otra erección que el director se empeña en manifestar en todo momento, por si no nos había quedado a todos claro que ella está muy buena.

Machismos y desastres a parte, la película desaprovecha cualquier oportunidad de que los nombres más destacables de su reparto como son Olivia Munn, Boyd Holbrook, Jacob Tremblay y la muy inútil colaboración de Yvonne Strahovski sirvan para algo más que lucir en los títulos de crédito, porque pocas veces se ha visto a un reparto de tan buenos y solventes actores tan mal dirigidos. En todo momento da la sensación de que no saben qué hacer, como si las escenas del guión les fuesen llegando a la vez que las están rodando.

No, Predator no es un homenaje al cine de los 80 y ni tan siquiera es buena por no tomarse en serio en ningún momento, es una película de serie B que se empeña en ser mala y en tomar al espectador como a un idiota capaz de tragarse cualquier cosa con tal de llevar la etiqueta de una saga, que sinceramente nadie echaba de menos.

Título original: Predator Director: Shane Black Guion:  Shane Black, Fred Dekker Música: Henry Jackman Fotografía: Larry Fong Reparto:   Olivia Munn, Boyd Holbrook, Trevante Rhodes, Sterling K. Brown, Jacob Tremblay, Jake Busey, Edward James Olmos, Yvonne Strahovski, Thomas Jane, Keegan-Michael Key Distribuidora: 20th Century Fox