Sofia Coppola, poesía cotidiana | La Cabecita

Los personajes de Sofia Coppola parecen siempre aburrirse o estar vacíos por dentro. A veces quieren morir, otras deciden vivir y algunas veces, la mayoría, no tienen del todo claro qué quieren hacer. Sofia Coppola es una guionista y directora de cine premiada con el oscar al mejor guión original en 2003 por Lost in translation, el león de oro en Venecia en 2010  por Somewhere y la mejor dirección en Cannes este año por La seducción que llega este viernes 18 de agosto a nuestros cines aquí en España. Desde luego, el camino puede haber sido fácil para quien es hija de uno de los mejores directores de cine de la historia, Francis Ford Coppola, pero está claro que si Sofia Coppola se ha echo hueco en el podio de las grandes directoras contemporáneas es gracias a su excepcional y original visión del mundo. Es de esas directoras con universo y visión propia acerca del mundo que crea para sus personajes. Guionista y directora de sus seis películas, un cortometraje y un especial de televisión (así como de algunos spots para la firma Dior), Sofia Coppola es una de las más valiosas directoras de cine en la actualidad.

Sofia Coppola se inició, por desgracia, en 1998 con un cortometraje bastante fallido: Lick the star, un cortometraje que incluía todos los tópicos del cine indie (blanco y negro, planos desgastados, actrices amateur…) que sirvió para que se diera a conocer. Lick the star nos permite observar ciertos elementos que se incluirán en todo su cine como son unas interpretaciones estilizadas, cortes en cámara lenta y el uso de la música punk; sin embargo este cortometraje peca de, por un lado muy comprensible, inexperiencia y aunque resulte una curiosidad por ser el primer trabajo tras las cámaras de Sofia Coppola resulta a su vez una obra simple, caprichosa y fallida sobre bromas adolescentes y arsénico. Lo mejor estaba por llegar con su opera prima en el largometraje: Las virgenes suicidas (1999).

Las virgenes suicidas narra la historia de las cinco hermanas Lisbon contada, interesante dato, desde la visión de un hombre adulto que recuerda la tragedia que asoló a las cinco hermanas en su adolescencia, las cuales poseían la más grande de las bellezas. Intentando desentrañar los misterios de las hermanas Lisbon y el porqué del suicidio de la más joven, Cecilia Lisbon de doce años, y de como esto afectó a la rígida y puritana educación de sus cuatro hermanas, Coppola nos introduce en un tétrico y macabro mundo en el que la belleza es una araña que teje la muerte inminente de cada una de las hermanas. La película Mustang (2015) poseía como gran referente esta película de Coppola y eso es debido a que el tiempo la está poniendo en su lugar, como una película de la que beber para obtener inspiración pese a que Mustang y Las virgenes suicidas tienen planteamientos y temas distintos aunque, eso sí, similares. Las virgenes suicidas fue un éxito de crítica y público lo que hizo que se tomara bastante enserio a Sofia Coppola y se le reconociera su valioso trabajo en la dirección de actores, en la creación de atmósferas carcelarias y en su capacidad para combinar la belleza y la muerte como si fueran una misma cosa gracias, entre otras muchas cosas, a la fantasmagórica música de Air y a la pictórica dirección.

La capacidad de Coppola para combinar las alegorías religiosas, los fantasmas y los sueños de libertad de unas jóvenes muertas en vida, que tienen que inventarse su propio mundo para poder escapar de la férrea educación que las hace ser vistas como muñecas de porcelana esclavizadas por su belleza y sus tendencias suicidas, es más que notable. La película sin embargo hace toda una declaración de intenciones con una frase de la hermana que se quita la vida al principio de la película: “Claro que usted no sabe lo dura que es la vida, usted nunca ha sido una chica de trece años”.

Pasarían unos años hasta que se pusiera de nuevo tras las cámaras: Lost in translation la catapultó, aún más si cabe, a la fama y a la concepción absoluta de autora cinematográfica. La película narra la historia de Bob Harris, un actor americano en decadencia que viaja a Tokio a grabar un anuncio de Whisky japonés  mientras se aburre desesperadamente en un hotel al mismo tiempo de padecer una crisis de mediana edad mientras que, paralelamente, se da la historia de Charlotte, la pareja de un afamado fotógrafo que, al igual que Harris, se aburre en el hotel. Es aquí donde se inicia una amistad nacida del aburrimiento y del hastío de la superficial vida que conlleva la fama en ambos personajes (cosa que habla de la humildad con la que retrata Coppola el mundo en el que ella vive y ha vivido desde siempre). Sofia Coppola hace gran alarde de su interés por el dinero y el tan vacuo como ridículo esfuerzo por ganarlo que tienen los famosos que adoran los fans a la par que desarrolla esas atmósferas aburridas y atormentadas en sus personajes tan propias de su cine; ahí es donde pone la cámara, en lo que nadie ve, en el corazón de lo verdaderamente interesante y humano. Coppola hace un gran acierto al dotar de perspectiva a sus personajes sin juzgarlos y nos cuenta con unas imágenes hipnóticas la forma de vida que conlleva vivir encerrado en jaulas “de oro”. Esta película, en la que abundan los silencios, narra también lo desesperado que puede llegar a estar un ser humano por algo de compañía o diversión o por el mero hecho de recordar lo que era llenar el tiempo de verdad o de sentirse vivo cuando todo ello ya parecía olvidado. Lost in translation demuestra que un buen abrazo puede ser más liberador que cualquier suma de dinero que nos haga perder el tiempo aunque engrandezca nuestros bolsillos. Un oasis de humanidad en un mundo entregado al dinero.

Maria Antonieta se estrenó en 2006 en el festival de Cannes dividiendo a la crítica por completo. Por un lado los que la acusaban de pretenciosa y vacía película que obviaba los acontecimientos históricos a cambio de la visión de una “niña pija” llamada Sofia Coppola y por otro lado los que la aclamaban como una arriesgada y original visión de los orígenes de la revolución francesa (con unas zapatillas Converse incluidas en un plano escondido de la peli en medio de la secuencia de ‘I want candy’)

Probablemente ambas ramas de la crítica tuvieran razón en decir que por un lado era pretenciosa y por otra un riesgo digno de alabar, yo personalmente la veo como una gran película y ahora explico los motivos. Sin duda, que un director mantenga su estilo y su visión y los traduzca en sus historias es siempre un motivo digno para alabar la propuesta final del creador en sí; el uso de la música clásica, rock y punk dotan al personaje de Maria Antonieta de ser una mismísima diva del rock recién entrada en la adolescencia y, además, el mundo vacío, así como el aburrimiento, del lujo vuelven a ser temas presentes en esta película. Maria Antonieta nos muestra a la delfina de Francia como lo que era, una cría despilfarradora sin sentido de la responsabilidad y adicta al ocio. Antonieta, como de todos es sabido, se gastaba el dinero en caprichos y lujos propios de una adolescente, cosa que era, y luego las consecuencias son las que todos sabemos. La extravagancia del mundo que narra Coppola es original, propia y, por si fuera poco, viene a cuento para narrar quien era Maria Antonieta convirtiendo la película en una ensayo histórico, muy personal, más que en una película de época. Ante todo, es una película de Sofia Coppola en plena forma en cuanto a riesgo y madurez estilística se refiere. Coppola utiliza el arquetipo de adolescente caprichosa que descubre la vida pero piensa en el arquetipo como la reina de un país entero creando la siguiente premisa: ¿Qué sucedería si le diéramos el poder de gobernar un país a una cría y a un marido inútil, siendo generales, a dos reyes inexpertos y jóvenes que pueden decidir prescindir de sus deberes gubernamentales por el poder gozar un poco más del lujo en el que han nacido? Coppola expone los sucesos históricos a su manera y eso no es motivo de queja aunque sí que es comprensible que a muchos le chirríe escuchar canciones de Rock en la corte de Versailles. Aquí Coppola ya consolidó su estilo y reunió a fans y detractores de su obra.

La elegancia de los planos pictóricos de Maria Antonieta añadidos a la creación de atmósferas tan aburridas como carcelarias, generan la empatía con Antonieta o, al menos, la comprensión de lo que supuso darle el poder a una niña de catorce años como ella era cuando se casó con Luis XVI. La fotografía con colores pastel, la combinación de músicas de diferentes épocas y el rodaje en localizaciones reales de Versailles hacen de Maria Antonieta la película más ambiciosa de Coppola, que no la mejor, así como su primera inmersión en el cine de época (La seducción es la segunda)

Tras cuatro años de ausencia, Coppola ganó el león de oro por Somewhere, una tan acertada como aburrida película que peca quizá de recordar demasiado a Lost in translation. Somewhere es una decente película que, sin embargo, no aportó nada nuevo al universo de su directora sino que se convertía en una estampa más de su estilo y su retrato del vacuo, excéntrico y aburrido mundo de la fama. Johnny Marco, protagonista de ‘Somewhere’ es el perfecto arquetipo de actor famoso de Hollywood: Guapo, rico, conductor de un ferrari y alojado siempre en hoteles de lujo hasta que un día aparece su hija de once años para pasar una temporada con él. Coppola se inspiró en sus experiencias propias con su padre en una época en la que era una niña y lo acompañaba de viaje por sus rodajes o giras de presentación de sus películas (también se inspiró de esta época en Lost in translation para retratar su aburrimiento en los hoteles de Tokio mientras su padre trabajaba) Quizá se trate de la película más personal de Coppola pero por desgracia resulta un noble intento que desemboca en una innecesaria película que logra trasmitir elegancia y las grandes obsesiones de su directora pero nada nuevo y, mucho menos y peor, emocionante. En pocas palabras, es un retrato precioso sobre el vacío pero no es nada magnética; un placer para los estetas y resulta el primer film de Coppola sobre el vacío que realmente lo está y eso es, como poco, alarmante. El tema no resulta lo suficientemente interesante ni novedoso y Coppola consigue decrecer su ambición muchísimo en base a este experimento fallido que supone una repetición de fórmula pero no una vuelta de tuerca.

Pese a sus más y sus menos, Coppola siempre lograba un trabajo que resultaba interesante y siempre sus propuestas se habían echo esperar. Sin embargo, en 2013, sucedió lo impensable para muchos: The Bling Ring fue un error garrafal así como un fiasco de critica y público absoluto. Esta película, basado en un artículo de la revista Vanity fair, narra la historia, inspirada en hechos reales, de un grupo de adolescentes obsesionadas con la fama y el lujo de las celebridades que acabaron robando en muchas casas de Los Ángeles. La directora tiene aquí, sin duda, la peor película de su carrera. Muchos nos costó entender como pensó que una historia tan mal contada podría funcionar. La película no solo carece de riesgo y resulta un relato de lo más simplista y, al igual que Somewhere, vacío del mundo de la fama sino que también estereotipa a una generación en base a prejuicios sobre jóvenes ricas y pijas (además el juicio es demasiado demoledor, tanto que resulta increíble en el peor sentido). Las adolescentes adineradas de The Bling Ring son pura superficie pero Coppola parece gozar rodando a estas jóvenes robando o probándose ropa así como jugueteando con el dinero que ellas mismas robaban (la excusa evidente, imagino, era introducirnos en la mente de estas adolescentes) pero esa “pirotecnia” con la que Coppola rueda a sus criaturas anula por completo la, por otro lado evidente, crítica que intentaba realizar (Cosa que en Maria Antonieta no le salía mal). Coppola exalta lo que crítica en muchísimas escenas en las que se mueve como pez en el agua retratando a unos personajes a cada cual más odioso y cuya vida, incluso superficialidad, no resulta ni alarmante o preocupante socialmente hablando (quiero decir que dudo que haya muchos seres humanos así y si los hay no creo que odiarlos o estereotiparlos así de exagerado sea la manera más adecuada de denunciar su existencia, además Coppola no reflexiona sobre el origen de estos jóvenes lo que deja al relato más hueco de lo que ya es, casi huérfano) ni interesante narrativamente hablando. Da la sensación de que sus protagonistas son unas tontas que no representan un peligro real y mucho menos algo que denunciar. Es decir, la premisa puede ser interesante pero el recorrido es un capricho esteta de su directora. Los personajes de The Bling Ring son insufriblemente cargantes (esto sí que era, casi seguro, un objetivo real de Coppola a la hora de plasmar sus personajes) pero aunque ello tenga un sentido narrativo, Coppola desvaría entre subtramas inservibles frente a una trama principal demasiado evidente y simplista.

Pese a que su última película fue un absoluto fracaso, Coppola, como vengo exponiendo en todas estas líneas, es una gran autora cinematográfica (con tropiezos incluidos) que ha sabido crear un universo único, original y propio. El viernes se estrena La seducción, remake de la estupenda película de Don Siegel de 1971, con la que Coppola se hizo con la mejor edición en la pasada edición del Festival de Cannes cuyo presidente del jurado fue Pedro Almodovar.  El viernes saldremos de dudas pero intuyo que Coppola nos ha preparado una gran película de época narrando, una vez más, uno de sus temas favoritos: Las “prisiones” femeninas en la adolescencia. No diré más hasta el viernes.

Artículo escrito por Carlos Fernández