David Lynch: The Art Life – La caótica mente de un genio | La Cabecita

Once años se cumplen ya desde que el reputado director de Terciopelo Azul realizase su última producción, un delirio llamado Inland Empire, tan perfeccionista como místico y laberíntico. Ahora, David Lynch, vuelve a estar en el punto de mira de los medios, provocando salivación severa entre sus fans más acérrimos desde que acabó con su largo silencio y confirmó el esperado regreso de su serie de culto Twin Peaks.

Aprovechando este tirón, tres nuevos realizadores llamados Rick Barnes, Jon Nguyen y Olivia Neergaard-Holm nos traen un documental en el que sitúan al bueno de Lynch en un oscuro y húmedo garaje frente a un micro, siempre sujetando un cigarrillo  con la mano, mientras nos cuenta  diferentes peripecias que, a lo largo de su vida, han influido al artista en su modo de ver el mundo y cómo afectaron ciertas situaciones de su infancia y juventud en el momento de formular su particular estilo. Hace falta precisar que, aunque en su relato haya espacio para contar como llegó a su mente la idea de crear películas y sus primeros pasos en el mundo de la imagen animada, el documental no va enfocado a desmembrar su filmografía, ni tiene ambición de analizar su cine, sino más bien adentrarse en su rama artística propia y autónoma. Parte pues, de los días en los que el director descubrió la pintura como la expresión artística última y de cómo se desprendió de su propia realidad y empezó a desarrollar su creatividad a partir de cuadros y pinceles.

Sus historias van ilustradas de pinturas, esculturas y obras hechas por el propio Lynch, en las que el imaginario se ve plasmado, tangible y directamente vinculado a la narración que nos cuenta en primera persona. Gran parte de ese impacto visual reside en la fuerza de las imágenes que el autor crea, que ilustran con exactitud aquellos sentimientos profundos y únicos de los cuales el director nos habla. Además, la banda sonora tiene mucha presencia a lo largo de todo el metraje gracias a la inclusión de temas compuestos por el propio Lynch, como The Night Bell With Lightning de su primer disco ‘Crazy Clown Time’ (2011).  Así pues, el documental se adentra de lleno en su mundo particular y especifica sobre alguna de sus técnicas estilísticas, no solo para el propio despliegue de la figura del director, sino también como una llamada de atención a aquellos artistas que todavía, alineados en un mundo que imposibilita el despliegue individual, se resisten a abrir sus mentes y liberar su espíritu en el universo del arte.

La película se desarrolla bien y se conoce la intención última. Es un film que especifica sobre momentos biográficos en los que David Lynch trata de introducirnos en su día a día dentro de su intimidad artística y que trata, dentro de lo posible, desvelar respuestas a algunas de las incógnitas que nublan el característico estilo del director. Sin pena ni gloria, esas respuestas cojean y el resultado no es más que un pequeño resumen de cómo este director entró de lleno en el mundo de la creación y cómo su curiosidad le motivó a entrar en el mundo del sonido y las imágenes en movimiento. La película tiene un buen número de frases poéticas que en cierta forma, funcionan en aspectos inspiracionales y nos acercan un poco más a la figura del autor. Pero el contenido no va mucho más lejos de todo eso y en cierta forma, el resultado queda vago y desaprovechado. Se acerca más al estilo del reportaje que no propiamente a un documental. La figura sigue permaneciendo oscura entre el humo de sus cigarros y una parte de nosotros sigue insistiendo en que hablar un poco sobre el cine tampoco habría estado de más. Generará, sin duda, curiosidad entre los fans de Lynch, pero desde luego no levantará pasiones sobre el resto de espectadores.

Crítica escrita por Pau Ensenyat

Título original: David Lynch: The Art Life Director: Rick Barnes, Jon Nguyen, Olivia Neergaard-Holm  Música: Jonatan Bengta Fotografía: Jason S. Distribuidora: Vértigo Films Fecha de estreno:  31/03/2017