El último acto – Ojalá lo sea | La Cabecita

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El último acto, del director János Edelényi, se intuye la típica película que parte de elementos desconectados, elementos que construyen al cine en su conjunto, en su organismo, e intenta hacerlos destacar sobre otros sin razón aparente. Como ya he dicho en otras críticas, el cine últimamente sufre de coronar a una estética que prima por sobre todas las demás partes del filme, una estética que carece de razón de ser pero aparenta tenerla. No podemos pedirle a todo un fundamento, pero sí podemos pedirle un fundamento a aquello que dice, o al menos insinua, tenerlo. En el caso de El último acto, pasa algo opuesto pero muy similar.

Edelényi cree que con situar unos personajes que puedan dar la apariencia de complejos en el corto metraje y contratar a actores sobresalientes que interpreten esos personajes y, si hay suerte, puedan añadir más complejidad a la ya propuesta por el guión, la obra de arte se da por conclusa y el éxito cae del cielo. El problema es que el director húngaro olvida que, a riesgo de repetirme respecto a mi crítica a otras películas, el cine es algo que basa su fuerza en la coherencia, en la sinergia, en el movimiento oscilante y cambiante de unos elementos que no trabajan los unos para los otros, sino que juegan y se recrean en el cruce. El director, entonces, queda solo como un mero demiurgo, teniendo a su disposición herramientas, métodos e ideas ya planteadas, ya usadas, ya construidas para crear algo que ilustre sus ideas, algo que interpele y se introduzca en el espectador, algo que, a partir del juego de estos elementos que se relacionan unos con otros, rompa y descoloque. En cambio, El último acto, en uno de los tantos actos derrotistas que últimamente se ve en mucho cine, admite, con vergüenza, sus limitaciones y, en lugar de plantear una coherencia respetable, simple pero fuerte, plantea un juego de jerarquías. Esto es, si los actores interpretan bien a unos personajes que ni siquiera están definidos, sino que son más una simulación de tal definición, la sobriedad, la fuerza, la idea, la emoción hacen acto de presencia, por arte de magia. ¿El montaje? ¿La luz? ¿El encuadre? ¿La complejidad? ¿Las capas? Deportados.

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Y sí, si nos ceñimos a lo demandado por Edelényi, porque sí, se siente como una demanda, como si el director estuviera pidiéndonos, por favor, que sigamos, sin alternativa, su visión recortada del séptimo arte, entonces sí que la película destaca, porque las actuaciones y cómo dotan a los personajes de un poco de vida más allá del guión propuesto es lo que le da un poco de aire, pero aún así es fácil entrever que por más aire que le den las actuaciones, la película se va muriendo igual de rápido que el protagonista.

El intento de Edelényi por ser clásico, adorable y sensible se queda en un tosco esbozo de algo que parece ni haber arrancado. Para clásicos bien llevados en estos tiempos modernos, podemos acudir a opciones seguras como Clint Eastwood u opciones más arriesgadas pero, a mi parece, más sólidas y respetuosas como el cine de James Gray o Kenneth Lonergan. Para adorables y sensibles tenemos a Wes Anderson o la menor y reciente, aunque con una fuerza que, aunque no se despliega del todo, consigue sentirse como un todo que fluye que es Florence Foster Jenkins, que, además, trata temas similares a El último acto.

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No es aberrante la obra de Edelényi, pero de entrada adquiere esa posición derrotista y carente de ambición, con la idea, a veces falsa y con cariz de excusa, como es este caso, de aparentar ser una película de aquellas que se ganan adjetivos como “simple”, “amable”, “sensible”, incluso peor, “mágica”. Y no estoy diciendo que películas que encarnan estos adjetivos tengan que ser horribles por esa misma razón, pero cuando ciertos usos de las herramientas de este complicado arte que es el cine viran hacia el campo de la excusa, debemos estar preparados para decepcionarnos.

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Título original: The Carer Director: János Edelényi, Guión: Gilbert Adair, János Edelényi, Tom Kinninmont Música: Atti Pacsay Fotografía: Tibor Máthé Reparto: Brian Cox, Anna Chancellor, Emilia Fox, Coco König, Karl Johnson, Selina Cadell,Andrew Havill, Roger Moore Distribuidora: Festival Films Fecha de estreno:  11/11/2016