Florence Foster Jenkins – Luces de la ciudad | La Cabecita

02837 Florence Foster Jenkins - Photo Nick Wall.NEF

Florence Foster Jenkins es una de esas películas que te hará sentir mal si no te gusta, debido a su cuidada estética y su sensible argumento que, a pesar de, en la superficie, parecer muy profundo y complejo, en el fondo no lo es tanto como podría o tanto como pretende. En un momento del film hay un crítico que, sin piedad, habla cosas no muy buenas de la protagonista, la endeble, adorable y apasionada protagonista. Sin embargo, ésta no deja de ser una adinerada mujer que ha vivido eternamente en una nube y que así planea seguir viviendo. Y ese es uno de los tantos paralelismos que es posible hacer entre la película y la protagonista de la misma.

Florence Foster Jenkins nos engaña con el sentimentalismo para hacernos pensar que es una buena obra, y en el fondo, es lo que más daño le hace. Se podría pensar en muchos elementos más que sí la hacen una buena película, como las actuaciones, la música, el ritmo, los tiempos y una historia que, en momentos, deja entrever ciertos destellos de curiosidad, fascinación y amor por lo que se cuenta. Es en esos momentos donde Frears acierta al crear una obra a partir de la biografía de la cantante de mismo nombre que sorprendió a muchas personas en su época.

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Meryl Streep realiza con precisión su personaje, al igual que el malogrado Hugh Grant y Simon Helberg, aquí haciendo de pianista ambicioso, papel que se le da mejor que aquel patético personaje que interpreta en la igual de pésima, machista y despreciable serie The Big Bang Theory. Esas actuaciones entre la pasión y el ridículo, el amor y la incredulidad, aumentan el nivel de una película que intenta ocultar, con todos esos elementos, fallos que la hacen ser menor e insignificante a los ojos de la historia de este arte. Es difícil, no obstante, señalar los puntos que hacen que la última obra del director inglés deje esa sensación. Quizá es la impersonal dirección de planos y luz, que lastran un poco la memoria del film a la hora de recordarla luego de su visionado, siendo lamentable después de que Frears, durante toda la película, demuestre un sobrio control de los tiempos y el ritmo, al saber llevar la historia tanto en sus picos emocionales como en sus pozos necesarios de ser contados para cohesionar la historia. Quizá es también el nivel del guión, que en ciertos momentos es capaz de sonrojar al espectador por la baja calidad de su humor. Esto podría ser excusado de muchas maneras, tanto porque el objetivo es intentar imitar el canon humorístico de aquellos tiempos, como el de recordar a las comedias que se realizaban en el cine en la primera mitad del siglo XX. No creo, aún así, que Frears, o mejor dicho, el guionista Nicholas Martin, intentasen llegar a tal desdoblamiento del humor.

El problema reside que, al acusar de falta de ambición a Florence Foster Jenkins, se puede interpretar que es necesaria una ambición que hoy, en el cine, está siendo incomprendida. No podemos adornar los fatídicos malabares y desgraciadas artimañas de directores que sí creen ser ambiciosos por perseguir algo que está más allá de cualquier cosa hecha en el cine. La escuela de adoradores de Kubrick malinterpretó la ambición de Stanley y la llevó al campo más superficial y frívolo posible. Por otro lado, tenemos a un Stephen Frears que aquí parece olvidar que el cine tiene una historia cargada de decenas de años en la espalda, que parece olvidar qué hace al cine el arte que es y no cualquier otro arte, que parece olvidar la necesidad de acompañar un guión con encuadres, fotografía y escenografía al nivel de los diálogos, tal y como han hecho siempre los grandes maestros. Y aún así, estando como está el panorama cinematográfico, suena mejor perdonar a quien hace eso que al personaje de turno que parece tirarnos su ambición y su transgresión en la cara sin dejarnos más pensamiento que lo duro que ha sido el golpe de sus enormes intenciones, intenciones que se quedan en, simplemente, eso.

02427 Florence Foster Jenkins - Photo Nick Wall.NEF

Por eso, con el contexto y las explicaciones adecuadas, es posible defender a Florence Foster Jenkins. También es posible defenderla, como ya he dicho, a través de sus elementos más interesantes, que, por más livianos que parezcan, es posible que lleguen a provocar sensaciones, éticas y reflexiones que no son, en general, negativas. No la recordaremos con pasión, ni la estudiaremos con avidez, pero antes que hacer eso con carcasas bonitas y vacías, es mejor dejarse llevar por la pasión desmedida, descontrolada e impersonal, al menos en este caso.

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Ficha técnica:

Título original: Florence Foster Jenkins Director: Stephen Frears Guión: Nicholas Martin Música: Alexandre Desplat Fotografía: Danny Cohen Reparto: Meryl Streep, Hugh Grant, Simon Helberg, Nina Arianda, Rebecca Ferguson, Neve Gachev, Dilyana Bouklieva, John Kavanagh, Jorge Leon Martinez Distribuidora: TriPictures Fecha de estreno:  23/09/2016