Festival de San Sebastián 2016 – Día 2 | La Cabecita

Nos encontramos ya de lleno en el segundo día del Festival de San Sebasián de este año, donde hemos podido disfrutar de buenas propuestas.

Neruda

Festival de San Sebastían 2016 - Día 2

El chileno Pablo Larraín se acerca a la figura política del poeta Pablo Neruda en su nuevo filme. Larraín fija su mirada en el tiempo que Neruda, como líder del partido comunista, tuvo que pasar en clandestinidad escribiendo Canto General mientras que buscaba la forma de escapar del país chileno. Larraín cuenta este periodo cargado de ironía, para ello convierte la persecución al poeta en una esperpéntica novela de cine negro en la que todos los personajes acaban siendo conscientes de su propia condición de personajes en una obra que sólo existe en la imaginación de Neruda. Es esto, unido a la forma en la que Larraín convierte al inspector Oscar Peluchonneau en una especie de torpe Closeau, la manera con la que el director subraya la persecución a la que estuvo expuesto el poeta como una especie de chiste.

Pero si algo me resulta apasionante en el cine de Larraín es su capacidad para las dobles lecturas, algo que ya ocurría en No y especialmente en El Club, aquí hay tiempo no sólo para cuestionar la figura personal de Neruda, cuya imagen personal queda empañada por el narcisismo con el que el director le retrata, sino también la idea del comunismo, algo con el que realizador llega a preguntarse si los principales líderes comunistas respetan lo que ellos mismos defienden. En una maravillosa escena, que ocurre en una cena del partido comunista, una mujer se acerca a Neruda y le pregunta si cuando el comunismo venza todos serán como ella (una pobre campesina) o vivirán con los mismos lujos que el poeta. Éste, cínicamente, le responde que serán como él. Ahí se sintetiza la idea principal de todo el cine de Larraín: el poder corrompe cualquier idea por noble que sea.

Escrito por Juan Manuel de Miguel

 

El hombre de las mil caras

Festival de San Sebastián 2016 - Día 2

Tras triunfar hace un par de años con La isla mínima, Alberto Rodríguez vuelve a la palestra con El hombre de las mil caras, un sólido y entretenido thriller que ficciona la historia real que cruzó a Luís Roldán, ex Director General de la guardia civil, con Francisco Paesa, un antiguo miembro del servicio secreto español, en una enrevesada operación que tuvo en jaque al gobierno español.

A pesar de echar de menos el sello de autor presente en La isla mínima, no puede negarse que El hombre de las mil caras es una película de impecable factura técnica y narrativa que, no llegando a sobresalir, lo hace casi todo bastante bien. El ritmo de su narración resulta tan frenético como accesible, gracias en buena medida a una acertada y agradecida voz en off que nos lleva de la mano en todo momento. Por otra parte, Alberto Rodríguez consigue demostrar de nuevo que es uno de los directores más potentes que tiene el cine español a día de hoy, consiguiendo una vez más que una película de “presupuesto español” luzca extraordinariamente bien a todos los niveles. El otro gran logro del film reside en hacer que empaticemos con personajes tan desagradables y corruptos como fueron Roldán y Paesa, gracias a un guion que presenta a los seres humanos que había tras dichos personajes y a unas magníficas interpretaciones por parte de Eduard Fernandez y Carlos Santos que les dan cuerpo y alma.

Lo peor que puede decirse de El hombre de las mil caras es que es una película que se ha hecho ya mil veces antes, pero a la hora de la verdad es algo de lo que no te das cuenta hasta que aparecen los créditos finales ya que, siendo como es una película tan interesante a nivel histórico como espectacular y entretenida, es difícil resistirse a una propuesta tan atractiva.

Escrito por Daniel Cruz

 

Vivir y otras ficciones

Festival de San Debastián 2016 - Día 2

Hay mucha verdad y mucho coraje en Vivir y otras ficciones, no cabe ninguna de ello, pero no son motivos suficientes para que la nueva película del catalán Jo Sol merezca ser rescatada. Vivir y otras ficciones habla de la necesidad y las ganas de vivir. Pepe acaba de salir de un psiquiátrico y es el asistente personal de Antonio, una persona con movilidad reducida que busca encontrar placer en sí mismo.

Si algo destaca en Vivir y otras ficciones es ese personaje que es un diamante sin pulir, el Pepe al que da vida un impresionante Pepe Rovira, cuyo único trabajo previo había sido El taxista ful también con Sol. Los pequeños huecos que la película se atreve mostrar del personaje, muestran a un hombre derrotado con una gran historia sobre sus espaldas, sin embargo, entre todas las opciones posibles, el director opta por centrarse en la reivindicación de Antonio, algo que básicamente se reduce a montar un local de alterne subvencionado por el estado para que las personas que por su movilidad no pueden darse placer también puedan tenerlo. Si el mismo personaje de Antonio es incapaz de convencer a ninguno de los otros personajes de lo sensato de su idea, quizá el director se debería haber dado cuenta de que no estaba escogiendo el mejor camino.

Es una pena, porque Sol pone en boca de sus personajes algunas reflexiones bastante interesantes, pero que se quedan perdidas dentro de una película que no sabe bien qué dirección tomar.

Escrito por Juan Manuel de Miguel

 

Florence Foster Jenkins

Festival de San Sebastián - Día 2

El irregular Stephen Frears dirige con mucho oficio la historia real de Florence Foster Jenkins, una adinerada mujer neoyorquina que soñaba con ser soprano y, a pesar de su terrible talento para cantar, logró aparecer y actuar en algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad.

Florence Foster Jenkins es, básicamente, una película tan sencilla e ingénua como divertida y emotiva en última instancia, a mayor gloria de su trío protagonista del que destaca, como siempre, una maravillosa Meryl Streep (posible vigésima nominación al Oscar) y un sorprendente Hugh Grant que nunca ha estado tan bien. Sin embargo, echo de menos mayor profundidad en el personaje de Florence que, a pesar de tener cierta profundidad dramática, siento que no conozco más allá de su extravagante y distraída personalidad y que a veces cae en inevitablemente en la caricatura. En cambio, pienso que lo mejor de la película es el personaje de Hugh Grant, un hombre que en cada gesto y cada mirada demostraba el amor y respeto que sentía por su esposa, al mismo tiempo que era consciente y consecuente con la realidad que le tocaba afrontar. Otro aspecto reseñable del film es su sentido del humor, que consigue extraer la comedia más pura y sincera de la ingenuidad y falta de talento de esta improbable cantante sin caer en ningún momento en la burla.

Sin ser una gran película, Florence Foster Jenkins resulta ser en todo momento una “crowd-pleaser” agradable y entretenida, elevada por dos estelares interpretaciones que por sí solas hacen que su visionado merezca la pena.

Escrito por Daniel Cruz