Festival Atlantida – Memoria (Parte I) | La Cabecita

The Childhood of a Leader

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Brady Corbet firma su debut como director de la mano de The Childhood of a Leader, una cinta oscura y con claras reminiscencias pictóricas (podemos ver trazos del realismo, romanticismo e incluso algo de barroco) que narra la infancia de un niño que termina convirtiéndose en el nuevo líder fascista tras la Primera Guerra Mundial. Inspirada en un breve cuento de Jean-Paul Sartre de 1939, la propuesta que ofrece el actor Corbet es una interesante aproximación a un relato abrupto, que se nos presenta con una realización magistral y una música de Scott Walker, demasiado efectista, pero que logra transmitir con una claridad muy concisa las desagradables sensaciones que desde el inicio ya logran salpicar al espectador.

The Childhood of a Leader pretende ser muchas cosas (el found footage de la guerra la convierte en vacua y pretenciosa) y luego termina por no ser nada. La historia central, la infancia de Charles, es abordada con especial mimo y detalle, haciendo hincapié en la dura relación del niño con el resto de componentes de la familia, incluida su profesora de francés Ada, a la que en un par de ocasiones, intenta abordar sexualmente. Mientras que el resto, las trifulcas políticas de su padre (Liam Cunningham) y de su madre (Bérénice Bejo), quedan desdibujadas y sin fuerza, únicamente resaltadas al final de la cinta cuando Corbet lanza un derechazo final para dejar KO al espectador. El debut de Corbet es una puesta aburrida y ambiciosa, que no logra acertar con precisión en el blanco. Los elementos están ahí (fotografía, guión y premisa), pero todavía falta la experiencia del rodaje para acabar de rematar un producto excelente.

Texto de Laura Blanco

Boris Pahor: Retrato de un hombre libre

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Leyenda viva, filántropo y escritor, Boris Pahor es uno de los pocos testigos vivos que guardan en su corazón las tinieblas y los fantasmas de aquellos que padecieron el genocidio nazi durante la II Guerra Mundial. Muchos libros después, el creador de Necrópolis se vio sorprendido por el interés de Fabienne Issartel por su historia, la cuál es el cimiento y motivo del documental en el que narra su vida, de forma humilde, condescendiente, tímida y absolutamente humana.

Enfocado con un montaje que se revela como si de una informal charla entre dos amigos que se reencuentran al final de sus vidas, Boris, ayudado por voces en off y flashbacks en los que mostrar en imágenes sus vivencias, el director intenta acercarnos a este ejemplo de superación e historia viva del mundo que habitamos. No obstante, quizá por ser una ópera prima o por un error en la intención del documental, se echa en falta algo de dinamismo en el continente en el que apoyar el diverso, histórico y maravilloso contenido que nos relata el protagonista. Recomendable para quienes deseen escuchar a una historia viva, pero al precio de ver un documental realmente plúmbeo y por momentos soporífero. Una lástima, pues el carisma del escritor y la magia de su historia podrían haber dado una obra de culto.

Texto de Gonzalo Aupi

Depth Two

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Si hay un género cinematográfico dado a la experimentación continua y a la subversión de sus bases establecidas y de su propia esencia, ese es el documental. Como ya hizo en su día Gianfranco Rosi con El Sicario, trabajo en el que por medio de la narración de un ex sicario de un cártel mexicano se ponía voz y sentido a un mundo terrible y podrido, en Depth Two, Ognen Glanovic hace lo propio a través de la voz de aquellos que, de una forma u otra, vivieron un episodio negro en la historia de Serbia. Nada más que las voces de los implicados, las víctimas o los encubridores del crimen, y las imágenes de los lugares donde éste ocurrió, son las que acompañan al espectador en un desarrollo intrigante que reconstruye, testimonio a testimonio, el asesinato en masa de un grupo de civiles.

Parece menos accesible de lo que es, y desde luego, menos importante de lo que acaba siendo; cuando se alcanza la parte final del documental y los testimonios, entretejidos en una labor de montaje muy lúcida, dan forma y voz a un crimen indefinido y mudo, es cuando Depth Two se muestra como lo que es: un documento histórico de gran importancia y un trabajo cinematográfico grave y contundente.

Texto de Guillermo Martinez

Los anarquistas

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El realizador Elie Wajeman se acerca tímidamente al movimiento anarquista francés de principio del siglo XX en Los anarquistas, una película que es poco más que un policiaco tradicional con trajes de época. Es difícil llegar a concretar qué es lo que busca contar Wajeman en su película, pues si bien la cinta narra una historia ficticia (la infiltración de un policía en un grupo anarquista), lo hace acercándose a la figura real del anarquista Eliseo Reclus (si bien, los hechos que cuenta la película son totalmente ficticios, y en la época que está ambientada Reclus ya era un anciano).

Lo que sí parece claro es que su acercamiento al conflicto está realizado a medio gas con un anarquismo demasiado poco agresivo y una alarmante falta de mensaje. Todo se queda reducido a una insípida historia de amor que se mantiene como eje de una película tan entretenida como simple (aunque es ahí especialmente donde Tahar Rahim y Adèle Exarchopoulos muestran el mejor lado de su trabajo además de una estupenda química entre ellos). Quizá el mayor acierto de Los anarquistas se encuentre en su interesante lectura acerca de la fácil impresionabilidad con la que cuentan los argumentos extremistas y la facilidad para atraer a alguien hacia ellos acercándose a través de la mínima fractura. Pero sabe a poco a una película que trae a la palestra un hecho histórico fácilmente conectado a polarización que está sufriendo la sociedad actual y se queda en poco más que en una ambientación para una historia policiaca que se arrastra a través de todos los lugares comunes del género.

Texto de Juanma de Miguel

In the crosswind

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In the crosswind, ópera prima del estonio Martti Helde que versa sobre la deportación masiva llevada a cabo por Stalin en los países bálticos a principio de los años cuarenta, supone un valiente y bellísimo ejercicio de estilo cuyo planteamiento narrativo gira casi exclusivamente alrededor del exhaustivo estudio que lleva a cabo el realizador sobre sus imágenes, apoyándose a su vez en la delicada –y agradecida- voz en off de la protagonista, que guía al espectador a través del estremecedor “tour” que conforman sus testimonios.

Creo que lo mejor que puedo decir de In the crosswind es que ofrece una experiencia cinematográfica realmente diferente, que logra desmarcarse de cualquier tipo de convencionalismo narrativo para centrarse en confeccionar un desolador réquiem, tan denso y doloroso como necesario.

Debido al carácter pretendidamente pausado y frío de su propuesta, In the crosswind no es una película para todos los públicos. Es cine prácticamente experimental que sólo hará las delicias de aquellos espectadores que, como un servidor, tengan la fortuna de verse hipnotizados por la poesía que inunda del primero al último de sus planos. Más de lo mismo, por favor.

Texto de Dani Cruz