Mysterious Object at Noon – El ojo de Dziga Vertov | La Cabecita

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Rodada en un nostálgico 16 mm y sonido Dolby, Mysterious object at Noon es una de las cintas más emblemáticas del director Apichatpong Weerasethakul. Ambientada en Bangkok, la cinta radiografía con apabullante verosimilitud el folklore del país a través de los testimonios de sus habitantes. Se trata de una obra densa, en donde no parece haber un hilo narrativo que guíe al espectador en su travesía a través de caminos de tierra, elefantes y chabolas callejeras, pero que atrapa de igual modo. Con el pretexto de documentar la relación entre un alumno inválido y su profesora, el cineasta tailandés configura, sin medida, un variopinto cuadro en donde todo tiene cabida y por el que desfilan todo tipo de dispares personajes. Sobre él, planea siempre la misma duda: ¿qué criterios sigue para colocar la cámara? ¿Qué es importante y que no lo es? A merced del espectador queda desentrañar tan ardua tarea a lo largo de un intenso despliegue de emociones.

Víktor Shklovski, de la escuela formalista rusa, definió con brillantez el llamado extrañamiento o desfamiliarización. Se trata de un concepto que parte de la manipulación de una forma u obra artística con el objetivo de hacer sentir al espectador una sensación de alienación. Los protagonistas de Mysterious Object at Noon parecen vivir en ese perpetuo estado (de alienación) y el espectador también. Parte de culpa se la debemos a la hipnótica realización de Weerasethakul que, con una rudimentaria cámara (que bien podría emular a una betacam de las de antes), se adentra en la esencia de su país para componer un calidoscopio de dispares sensaciones. En la cinta se habla de todo y también de nada. Hay espacio para que afloren todo tipo de emociones -contenidas, eso sí-, en un montaje prácticamente inexistente, sin voluntad de manipulación y dejando fluir el ritmo de la narración a partir de las acciones cotidianas de los que la protagonizan. Esta voluntad admisiva de retratar la realidad proviene también de otro cineasta ruso, Dziga Vertov, cuya teoría se enfocaba en la importancia del ojo del cineasta y de lo que la cámara lograba grabar. Podríamos decir que Mysterious Object at Noon es un pequeño homenaje, casi fotográfico, de un niño chico a toda la comunidad que le rodea. A partir de cuentos e historietas (de hecho en una de las escenas el narrador le pregunta a una señora “No tiene ninguna historia más que contarnos, ya sea real o inventada?), el director juega a envenenar la mente del espectador para que no sepamos que es verdad y que es ficción. Un juego hábil, pero tramposo.

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Si Mysterious Object at Noon es vacua a nivel narrativo, su belleza fotográfica y su valor cinematográfico no tiene reproche. A través de un montaje austero, casi escondido y sin efectos visuales de ningún tipo, Weerasethakul nos abre la puerta a un mundo a pie de calle. Un claro ejemplo de cine etnográfico, en el que el ciudadano común es el centro de la narración y por “primera vez” encuentra un espacio para deleitarnos con una muestra de la sabiduría tradicional. No importa lo más mínimo si cada historia es diferente, lo que importa es transmitir. En una miscelánea fantasía de lo que parecen recuerdos sin sentido en la mente del autor, al que lo mismo te planta un combate de boxeo que una conversación con dos sordomudas. Esto deja poco espacio al análisis fílmico como tal, si tenemos en cuenta que el documental parece más un ejercicio de found fotage que una muestra narrativa en sí. No obstante, eso supone también una jugada bastante curiosa, con varios despuntes de interés: la lentitud y la contemplación, por ejemplo, es algo que predomina a lo largo de toda la cinta. No sabemos si con voluntad o no, pero lo cierto es que casi todas las secuencias son largas y se regodean en sí mismas. Esto nos transmite un clima de paz, pero también de desidia: todo se alarga inexhorablemente. La soledad de los personajes, contrasta con lo sobrepoblado y mal organizado que está todo. En la cinta no hay un espacio para cada cosa, por lo que al final de su visionado tenemos una sensación de alienación demasiado latente.

Mysterious Object at Noon es una bella cinta de retazgos mentales que, sin criterio, deambulan por la pantalla. Su creador se esfuerza en buscar y registrar en el celuloide, la narración de los habitantes de un país desde una vertiente demasiado periodística. No apto su visionado para mentes inquietas y concisas, lo cierto es que la cinta posee algo único, mágico. Un hipnotismo sensual que nos acaricia los sentidos, despojándonos de prejuicios ante la cámara. Porque no creo que haya pretensión alguna en los ojos de Weerasethakul, para narrarnos algo más que la experiencia de Dziga Vertov: lo que ocurre cuando alguien sale a la calle con una cámara y empieza a grabar. Eso, si más no, es un poco la esencia del documental. En la no manipulación, en la preservación de un discurso alejado de cualquier formalismo y que reinvidica su carácter real. La realidad, lo que es real, lo que nos creemos. ¿Cuál es el Mysterious Object at Noon? No lo sabemos pero tampoco nos importa.

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Ficha técnica:

Título original: Mysterious Object at Noon Director: Apichatpong Weerasethakul Guión: Apichatpong Weerasethakul  Fotografía: Prasong Klimborron, Sayombhu Mukdeeprom  Distribuidora: Capricci Cine Fecha de estreno: 29/04/16