Festival Internacional de Cinema d'Autor de Barcelona – Día 7 | La Cabecita

Hoy hemos visto una de las películas de la sección Transicions y, como novedad, hemos acudido a una serie de cortos experimentales en un evento organizado por Xcèntric.

Mi amiga del parque – Ana Katz

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Ana Katz firma una película simple, sencilla y sin sobresaltos, de aquellas en las que se narra la vida cotidiana y surge un punto de inflexión que a veces lo cambia todo y otras veces solo supone un bonito (o mal) recuerdo. Mi amiga del parque recuerda a Carlos Sorín y sus obras donde todo es mínimo, donde lo que sucede son simplicidades de todos los días que dentro guardan las claves de la psique de cada personaje, su pasado, sus historias y sus cicatrices. Suelen ser películas que van de menos a más y eso es justamente lo que le pasa a ésta. La obra de Katz comienza lentamente mostrando a una madre que cuida de su hijo sola ya que su marido está en Chile filmando un documental. Preocupada por el crecimiento del bebé en tal entorno, decide conocer a otra mujer en un parque. Aquí empieza el recorrido por la vida de esta mujer y su hermana, las cuales parecen guardar un pasado convulso y un presente extraño que se desvela poco a poco y nunca completamente. 

Mi amiga del parque sorprende, sorprende por la calma y el respeto con el que la historia se muestra y el ritmo pausado pero nunca muerto que Ana Katz le inyecta. Sorprende porque teniendo el argumento que tiene puede dar lugar a prejuicios, a creer que se trata de una película mediocre, sin nada que ofrecer, y solo hay que esperar noventa minutos para observar que eso es mentira, que esta obra, tan simple y modesta que parece, tiene mucho que decirnos y hacernos sentir. Obviamente tiene puntos flacos, como la actuación de la protagonista, que cuando llora es poco creíble y hay que decir que en la película llora bastante, y tampoco acaban de convencer esos primeros 20-30 minutos en donde no entendemos muy bien qué se propone ni qué se busca, por suerte, con el paso de los minutos, ese principio va cobrando relevancia. 

Siempre es grato encontrarse sorpresas así, más cuando esperas que la película que estás por ver sea algo plano y sin gracia. Y esa es una de las cosas que más se deben evitar en el arte: los prejuicios a la hora de enfrentar lo que sea. Esta podría haber sido una película más sobre la dificultad de tener hijos, sobre la angustia que surge del día a día en donde nada pasa y lo que pasa es solo para peor, sobre el dolor de un pasado que nos atormenta y no puede ser dicho ni se puede rehuir de él, sin embargo, trata de todo eso y más, pero lo trata con una sensibilidad y un tacto que ya muchos querrían eso para sus obras. Es cierto que Mi amiga del parque no será una de las más grandes cosas que ha parido este arte, pero tampoco se puede pedir eso en cada película, me parece que está bien con pedir que lo que se nos cuente sea coherente con lo que se propone y que todo lo que se propone tenga algún significado, ya sea más terrenal, como sucede en este film, o sea más experimental y lúdico como sucede en los cortos que a continuación trataremos.

The Exquisite Corpus – Peter Tscherkassky

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Peter Tscherkassky es un director que viene hace años jugando con la imagen cinematográfica, con desmenuzar aquello que hace al cine lo que es, creando obras que visualmente son desafiantes, complejas pero sobre todo impactantes. La sensación con la que uno se queda después de ver un corto de este director austriaco es de haber visto algo revolucionario (a pesar de ser algo que Tscherkassky viene haciendo hace tiempo, cosa que me sirve para recomendar su anterior film a éste, Coming Attractions, donde este juego sobre el lenguaje cinematográfico es más importante y más placentero), de haber visto algo que se nos quedará en la retina, algo a lo que le daremos vueltas luego de visionar este corto. 

En veinte minutos se consigue que veamos el lugar que ocupan de los cuerpos y el erotismo en el cine, pero el director austriaco solo lo insinúa y deja todo esto en medio de un ambiente surrealista que nos acribilla a imágenes y sonidos que convierten a The Exquisite Corpus en una experiencia audiovisual que cada uno puede intentar encontrarle sentido o pasar de ello y dejarse llevar. De lo mejor que hemos podido ver en todo el festival.

Brouillard Passage #15 – Alexandre Larose

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En este corto Alexandre Larose presenta un experimento visual en el que el tiempo se desdobla y se multiplica, creando algo similar a una pintura impresionista, pero también creando algo que es personal y único. Las imágenes se yuxtaponen prolongadas en el tiempo creando así varias capas de planos repetidos (que se van moviendo) que nos llevan de un lugar a otro sin casi notar la transición de sitios. El problema es que el resultado se antoja demasiado corto, sin que podamos experimentar totalmente esa fantasía y sensación visual que Larose nos propone. En obras como Wavelength de Michael Snow el tiempo se somete a la obra y no al revés, por lo que si un único plano debe durar casi cuarenta minutos, dura cuarenta minutos, todo en pos de que podamos experimentar y sentir aquello que el director intenta transmitir. El único fallo de este corto interesante y arriesgado es su duración.

Sin Dios ni Santa María – Samuel M. Delgado y Helena Girón

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Uno de los cortos que más me han descolocado no solo en este evento, sino de todos los cortos experimentales que he visto. Una obra que deja al espectador sin saber qué pensar sobre lo que ha visto, que lo suelta en medio de lo que cuenta para, cuando acaba, retirarlo de ese sitio. Obviamente los directores saben esto y construyen en once minutos una atmósfera que, como pasaba en el anterior corto, requeriría una duración más extendida para que podamos entrar del todo. Sin embargo, aquí se nos enseña un relato relacionado con la brujería y tiempos pasados mientras observamos imágenes aparentemente actuales pero con una sensación intempestiva que acaba de cerrar esa atmósfera opresiva, mística, misteriosa y confusa. 

El final me parece a mi el punto más fuerte de este corto, donde nos vamos de la historia que se nos narra de la misma manera en la que hemos entrado, de repente, sabiendo poco y enigmáticamente, con ganas de saber más pero también con la idea de que hemos visto una pieza que documenta algo como si se tratase de cine hecho hace miles de años, idea que, repito, me hubiera chocado e impactado más si se desarrollase con más tiempo y potencia. 

The Occidental Hotel – Lewis Klahr

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Este era el último corto de la sesión, el más largo y también resulto ser el peor con diferencia. Un collage de imágenes donde no se entiende nada de lo que pasa durante veintiséis insoportables minutos. No hay atracción estética por lo que vemos, no hay intención narrativa, ni reflexiones de ningún tipo, ni el gesto de experimentar y explorar cosas nuevas e impactantes como si pasaba en los anteriores cortos. Fueron veintiséis minutos donde uno intentaba saber por qué estaba viendo tal cosa pero nunca se le acaba de encontrar sentido. El corto acabó y la gente aplaudió, yo solo espero que fuese por el resto de cortos y por la sesión completa y no solo por esta última obra, que es de lo más inerte que he visto en mi recorrido cinéfilo. También dejo lugar a la posibilidad de que no haya entendido nada de lo que se muestra en The Occidental Hotel y si tal situación es así, pido encarecidamente que alguien le otorgue significado a esos veintiséis minutos de mi vida.