Muestra Syfy 2016: Día 4 – Divisiones y alegorías | La Cabecita

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La decimotercera Muestra de Syfy daba su carpetazo final con la esperanza de remontar un poco el vuelo, algo que consiguió en sus dos últimas sesiones,  desde luego, aunque una gran parte del respetable no guarde una opinión tan favorable de High Rise, ellos se lo pierden… Pero no, parecía que sólo el esfuerzo de Leticia Dolera era capaz de mantener la Muestra en pie. Porque no nos engañemos, ella es la parte más importante del finde semana y la gran responsable de que el evento vaya siendo año a año más grande. En el último día volvieron los Huesitos, que además eran muy oportunos por su rima con Requisitos. Por supuesto, también hubo hueco para anécdotas personales porque sí, porque le apetecía, y una llamada frustrada a Raúl Arévalo que acabó con un mensaje en el buzón de voz, con el cálido saludo de un público que prácticamente ha obligado al actor a pasar por allí el próximo año.

Pero centrémonos en las películas de la tarde, y es que como decimos el día mejoró. Pero en sus dos últimas sesiones, antes de ello tuvimos que soportar la película polaca Demon, una película acerca de una boda con posesiones, o algo así.. Porque no sé jamás que es lo que quiere contar el director en una película en la que a ratos parece querer parecerse a Lanthimos o a Kusturica, pero se queda a años luz de eso. Tan sólo algunos chistes bastante acertados y a los que poco les importa el contexto de la película consiguen levantar unas cuantas carcajadas. La siguiente fue Jeruzalem, y aunque tenga el indiscutible honor de ser la película más abominable que hemos visto estos días, hay que concederle que al menos nos permitió disfrutar de una sesión de lo más entretenida, algo que Demon, un auténtico coñazo, ni siquiera consiguió. Jeruzalem es básicamente la unión de dos recursos habituales del cine de género: el found footage y el de turistas. Todo en la película es tan tonto como te puedes imaginar, después de las presentaciones de rigor de los personajes, esas tan obvias del cine de terror que consiguen que pronto les odies lo suficiente como para alegrarte de su muerte, llegamos a la escabechina, con una especie de zombis mutantes voladores provenientes de una leyenda antigua que no impresionan lo más mínimo. La película recuerda a Monstruoso y aunque parece obvio que la película de Drew Goddard fue una de las principales fuentes de inspiración, muy lejos quedan los resultados en una película donde lo más significativo es el hecho de que se rodase con unas Google Glass.

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Pero por suerte todo esto pasó pronto. La llegada de los Monty Python y su absolutamente todo levantaron las mayores carcajadas de la Muestra. Y aunque haya mucho espectador con recelo de esta especie de versión más adulta y más negra de Como Dios, el carisma de Simon Pegg y un buen puñado de chistes divertidos son motivo más que un suficiente como para reivindicar la película. Porque no nos engañemos, hay suficiente miga en lo que plantea Absolutamente todo como para sentir que la película está realmente desaprovechada, y posiblemente así sea, pero realmente es algo que ella misma ni se plantea, algo que queda indiscutiblemente reafirmado con su resolución, basada nuevamente en la mayor estupidez. Haciendo honor a su nombre, podemos decir que la película es absolutamente todo lo que se propone, una obra realmente divertida, maleducada y muy entretenida. Además, siempre agradecemos una reunión de los Monty Python, aunque sólo podamos escucharles las voces.

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Pero el momento de la gloria llegó con High Rise, al igual que ocurriera el año pasado con Under the skin nos encontramos ante una obra inusual y que amenaza con convertirse de culto, algo que también hizo que la opinión del público se dividiese. Personalmente, aunque me pueda gustar más o menos la elección de las películas, después de un fin de semana cargado de películas de cuestionable calidad, agradezco dar carpetazo con una obra que ose desafiar al espectador, algo que cierres anteriores como La bella y la bestia o El último exorcismo 2 desde luego no se quedaban ni cerca de conseguir. Dolera presentó la película como una especie de Snowpiercer en vertical, y lo cierto es que hay mucho en común entre la película de Bong Hang Hoo y la de Ben Wheatley, incluyendo esa división por pisos/vagones que parece casi videojueguil y la alegoría política. Pero la adaptación de la novela de J. G. Ballard es mucho más radical en su propuesta y no es complicado entender por qué motivos este proyecto estuvo años dando vueltas por los despachos sin encontrar la forma de llevarla a cabo. En su apuesta más osada y atrevida hasta la fecha, Wheatley no pierde nunca su sello, pero esto no es motivo como para que el director se adentre hasta los intestinos en la sociedad (no sólo la británica, sino toda la occidental) y la diseccione lentamente en un retrato que es bellamente osado, atreviéndose incluso a dar una imagen de la alta sociedad casi felliana. Pero la locura llega al final, cuando Wheatley consigue convertir una piscina en una bomba que para asombro del espectador detona casi de forma inesperada y juega con él a unir todas las piezas de un puzzle reventado. Aún presentando todo en un envase tan impoluto, parece que Wheatley jamás se olvida del espectador, solo así se entiende la forma de la que subraya la idea principal, perfectamente plasmada en la película, en la última escena, eso sí, totalmente justificada ante la belleza de tal escena. High Rise es la confirmación total de Wheatley, posiblemente el cineasta con ideas más radicales que ha surgido en los últimos años, y de esos que más amenazan con continuar el legado de Lynch y Cronenberg. No tengo ni duda de que estamos ante una obra que terminará siendo de culto, y que a cada nuevo visionado será capaz de proporcionar al espectador suficientes detalles como para hacer de esta experiencia tan gratificante con la primera.

Pero por desgracia mi entusiasmo no es compartido, y uno puede entender con facilidad el rechazo a la nueva película de Wheatley. Por suerte para mí, si consiguió levantar mi percepción general de lo que había sido la Muestra este año, pero es una sensación agridulce, la de alto que podía haber sido mucho mejor. El espectador que va a la Muestra lo hace con la idea de volver al siguiente año, porque sabe que la diversión está garantizada, también las colas eternas y las películas malas, pero, y pese a lo complicado que puede resultar traer algunas películas a un evento tan pequeño como éste, uno piensa que no estaría de más bucear un poco más en el mercado e intentar sorprender al espectador, una cuenta que este año ha quedado pendiente.

 

Lo mejor de la Muestra:

1 – High Rise

2 – The Mind’s Eye

3 –  Absolutamente todo

4 – The Green Inferno

5 – The Piper