Festival de San Sebastián 2015 – Día 2 | La Cabecita

En el segundo día de Festival hemos disfrutado de Truman, lo último de Cesc Gay que, con toda probabilidad, acercará a Ricardo Darín a la Concha de Plata, Sunset Song, lo nuevo de Terence Davies y Mi gran noche, la esperada película sobre Raphael de Álex de la Iglesia. También nos hemos acercado a la rara Evolution, al documental sobre Corea del Norte, The propaganda game, al drama juvenil Te prometo anarquía y a la ganadora de Sundance de este año, Yo, él y Raquel.

TrumanEl show de Darín

Truman

Después de la ovación que recibió en su primera proyección en el Festival de San Sebastián había muchas ganas de descubrir si lo nuevo de Cesc Gay era tan bueno como se decía. Para su nuevo trabajo, el director ha contado con la presencia de dos de sus actores predilectos, Ricardo Darín y Javier Cámara, con los que ya trabajó en su anterior proyecto, Una pistola en cada mano. Tres años después del estreno de aquella película, Gay vuelve para contarnos la historia de dos amigos de la infancia, Julián y Tomás, que se reúnen después de muchos años para pasar cuatro días juntos antes de darse el último adiós…

Si yo fuera Cesc Gay tendría muy claro lo que habría hecho tras la primera proyección completa de Truman: llamar a Ricardo Darín y darle las gracias. Lo haría porque esta película, a pesar de la evidente belleza de su historia y de su maravilloso alegato a la amistad y a la vida (o al no temer morir), le debe todo a su actor protagonista. El argentino se marca una actuación inconmensurable que consigue eclipsar los principales defectos de un filme que, si bien cumple a nivel emocional, se conforma con muy poco. Javier Cámara, Dolores Ponzi e incluso el perro que da nombre al filme, son tan solo testigos incómodos de la decadencia de un hombre, pero a nivel individual aportan más bien poco (o nada interesante). No obstante, Gay consigue remover los sentimientos del espectador sin necesidad de remarcar los momentos de mayor dramatismo y eso en una historia de este corte se agradece enormemente. Al final la película se desarrolla y concluye de la manera más lógica, y aunque no sea la más impresionante sí es muy efectiva. Porque al fin y al cabo Truman es eso, una cinta que funciona a la perfección y que vuelve a recordarnos por qué debemos amar a Ricardo Darín.

Sunset Song – Infierno y melancolía

Sunset Song

Hay películas que sabemos que van a ser bonitas incluso antes de verlas. Eso es lo que nos ha pasado con Sunset Song. Nos valía con saber que era un drama de época británico y que lo dirigía por Terence Davies para estar seguros de que, como mínimo, la película sería bonita. Y no nos equivocamos: el nuevo trabajo de Davies es una auténtica maravilla a nivel artístico. El problema es que esa majestuosidad no se extiende de igual forma a su historia. En este caso el británico nos traslada a la Escocia de comienzos del siglo XX para contarnos una historia sobre el amor y la tragedia vividos por una pareja antes y durante la Primera Guerra Mundial.

Sunset Song tiene todo lo que se podía esperar de una cinta de Davies: mucha lentitud pero también mucha elegancia. El director se toma su tiempo para ir avanzando en la historia, pero el extremado cuidado que muestra por cada resquicio de la imagen, cada detalle encuadrado por la cámara, hacen que la quietud imperante en muchas escenas apenas se perciba. Puede que la trama inicial de Sunset Song no sea la más novedosa, pero el minucioso tratamiento de la imagen que hace Davies consigue que te olvides por completo de eso y te centres en el impresionante apartado visual del filme. El problema es que la historia no consigue aguantar el ritmo de la imagen. La película de Davies planea entre dos extremos (amor-odio) y comete el error de creer que al público no le importará, pero no es así. El tramo final de la cinta se convierte en un despropósito por un problema de equilibrio a la hora de reflejar las emociones de los personajes, y el espectador acusa demasiado. Eso, unido a un final demasiado alargado, hacen que los últimos minutos de Sunset Song, aunque buenos, se hagan poco llevaderos.

Mi gran noche – Qué fácil es odiar

Mi gran noche

Cuando supimos que Álex de la Iglesia estaba preparando una película sobre Raphael no sabíamos muy bien cómo tomárnoslo. Es cierto que se trata de uno de los iconos musicales más grandes de la historia de nuestro país, y no nos cabe duda de que se merece esto y más, pero no terminábamos de encontrar el punto a este proyecto que los juntaría. Después de ver la película entendemos que este trabajo haya salido a la luz, porque se nota que ambos lo han hecho para pasárselo bien, para reírse de ellos mismos y de una industria repulsiva de la que, a pesar de todo, ellos también forman parte.

Creo que la única manera de disfrutar mínimamente de Mi gran noche es siendo conscientes de que la película es exactamente lo que quiere ser. Se trata de un producto excesivo, bizarro, absurdo e increíblemente tonto (y en algunos casos insultante) pero si entendemos que eso era lo que quería ser podemos llegar a disfrutar de momentos realmente lúcidos. Me alegra que la crítica a las grandes empresas de comunicación esté ahí (la indirecta a Mediaset es genial), así como crueldad de De la Iglesia al reírse ya no sólo de la industria del espectáculo en general sino de la juventud lobotomizada por las tecnologías, de los falsos ídolos y de los fans enloquecidos. Me gusta que todo eso esté ahí, porque hacen que Mi gran noche no sea una película tonta sin más. Hay personajes, tramas y humor que huele mal a kilómetros pero todo tiene un ritmo tan ágil que al final decides dejarte llevar y no dar importancia a cosas a las que ni siquiera la propia película se la da. No, no estamos ante una gran película, pero sí ante un espectáculo muy excesivo y divertido que convencerá a los que se esperen una gran chorrada y nada más (y les guste Álex de la Iglesia).

EvolutionLa isla de los secretos

Evolution

Los primeros minutos de Evolution son probablemente, y a seis días a falta de que termine el festival, los más bellos que podremos ver en él. De la mano de Benoit Debie, director de fotografía de Gaspar Noé entre otros, Lucile Hadzihalilovic se las ingenia para poner las bases visuales y atmosféricas de la que probablemente sea la propuesta más atrevida de todo el festival.

Una isla y una intriga, las dos bases sobre las que se construye un relato de ciencia ficción, deudor  de la anterior película de la directora, Innocence, en tanto que construye una historia en base a unas premisas similares: una  colonia apartada de la sociedad en la que viven recluidos unos niños que son sometidos a un tipo de control y vigilancia concreta por parte de alguien, cuyo origen y motivaciones son siempre desconocidos.

Innocence y Evolution contienen una estructura muy similar, casi de principio a fin. Además en ambas existe una fascinación con el agua como lugar que oculta secretos y como lugar de escape y salvación pero también como un lugar peligroso. No obstante, este continuismo no existe en todos los aspectos de la película: Evolution es un relato de ciencia ficción algo gore, impactante a ratos y construido a base de elipsis que no terminan de dotar de fluidez al relato.

Pero donde en Innocence uno podía adivinar o intentar hacer hipótesis sobre lo que ocurría en la película, en Evolution no existe suficiente información o no se termina de dar de forma satisfactoria como para, no ya saber lo que realmente ocurre, pero sí para otorgarle un sentido, aunque sea personal, a la historia de la película.

Desgraciadamente esto es tarea ardua y Evolution se convierte en una película exigente pero satisfactoria con un espectador que probablemente note que necesita una revisión para ver si se trata de un fraude o una genialidad.

The propaganda gameLa globalización de la desinformación

The Propaganda Game

Encontrar información de Corea del Norte en occidente despojada de todo tipo de parcialidades e intereses es prácticamente imposible. La propaganda juega un papel vital en cualquier tipo de noticia; más aún en las relativas a un país tan hermético y tan odiado en occidente como Corea del Norte.

Por eso The Propaganda Game sorprende: sorprende por ofrecer un crisol de puntos de vista sazonados con la opinión personal del director en su visita al país, que permite hacerse una idea  aproximada y muy básica de lo que ocurre en Corea del Norte y por qué ocurre lo que ocurre allí. Naturalmente no es un documental que incida demasiado en los hechos; se limita a estudiar diferentes aspectos de Corea del Norte tales como su economía, sociedad o religión y emitir las opiniones de diferentes personajes tanto de Corea del Norte como del extranjero, que dan su opinión sobre el tema.

Esta es quizá la forma más honesta que vamos a tener de momento de descubrir lo que pasa en Corea del Norte, teniendo en cuenta que las propias opiniones de los entrevistados también pueden estar profundamente sesgadas. El juego de la propaganda no cesa, no ya en las televisiones o periódicos, sino en las opiniones emitidas en el propio documental.

Yo, él y RaquelMuerte y vida

Yo el y raquel

La ganadora del Premio del Público de Sundance defiende su logro con uñas y dientes en la sección de Perlas del Festival de San Sebastián, escapando de los convencionalismos del cine adolescente (a veces con demasiado ímpetu) para ofrecer una historia vital sobre la amistad, la vida y la muerte (que curiosamente forma un interesante díptico con Truman) y un ejercicio de estilo deudor del cine indie del siglo XXI, Wes Anderson a la cabeza.

La comedia de la vida se ve representada aquí de la mano de tres adolescentes, aunque el verdadero protagonista es sólo uno (los otros están bien construidos pero condenados a funcionar como secundarios), un joven que se ve forzado a hacer compañía a una chica enferma de cáncer. De este modo va desarrollando una radiografía de los problemas adolescentes de una forma novedosa, totalmente desmarcada del cine de género, que lo hace carne de Sundance y otorga un crédito a su director como renovador de un estilo bastante mascado y muy común en el cine independiente americano.

Yo, él y Raquel toca gran variedad de temas y problemas adolescentes, pero su centro es el enfoque que da del cáncer y sobretodo, de la enfermedad; del duelo por estar enfermo y de la degradación de las relaciones que ésta provoca. Esto lo consigue sin perder su humor ni su condición de comedia dramática. Un logro increíble llegar al corazón con la más terrible de las condenas y a la vez hacer reír de una forma tan fácil y tan continua durante toda la película.

Es un clásico del (sub)género desde ya, pero también es una de las películas del festival. Al igual que Truman mezcla con igual atino comedia y drama, y convierte al cine en experiencia vital y en reflejo de una edad irrepetible.

Te prometo anarquíaJuventud perdida

Te prometo anarquia

Estamos al tanto de la degradación de una gran parte de la sociedad mexicana, víctima y dueña de la violencia y la pobreza, que se mutila sin cesar en los suburbios de las grandes ciudades del país centroamericano.

La juventud, perdida para siempre,  deformada por la violencia y la falta de moral y educación se convierte en los brotes de la delincuencia. En Te Prometo Anarquía, el protagonista, un adolescente que comercia con la sangre de la gente con las mafias, es un fiel reflejo de esta sociedad. Es un gánster atípico; un joven que sabe que ese no es su sitio (por su origen, por su condición sexual) pero que se ve lanzado a una vida miserable, de hedonismo sucio y peligro extremo por la propia falta de futuro que tiene ante sus ojos.

Te prometo anarquía es la crónica de toda una sociedad a los ojos  de un adolescente. Y es una crónica irregular, libre en su forma y poco satisfactoria en el relato, potentísima en algunos momentos y algo mal cerrada con su final. No es cine generacional; no es cine gay. Es cine social, un cine social que se ayuda de estos dos aspectos para desarrollar su discurso y construir una historia distinta del problema que se ha narrado mil veces, que no es otro que el problema de México.

 Crónica escrita por Beatriz Bravo y Guillermo Martínez