La escena indiscreta – Escrito sobre el viento | La Cabecita

Escrito sobre el viento es una película de Douglas Sirk, director famoso por sus melodramas intensos, emotivos, estéticamente particulares y también poseedores de una sátira, humor y consciencia propia sobre las hipérboles, las situaciones inverosímiles y unos personajes que expresan sus emociones intensamente y de manera muy clara, aunque con gran cantidad de matices. Sirk usa esas características como vehículo para establecer un estilo estético y de narración únicos, que al primer visionado de sus películas o al introducirse en su obra puede no notarse, pero que uno poco a poco va comprendiendo y viendo lo apabullante y conmovedor que resulta esta suma de características.

En esta escena concreta -sí, hay spoilers- Sirk ejecuta brillantemente una serie de eventos relevantes y determinantes (tanto como consecuencia definitiva de una serie de eventos que se han ido dando hasta esta instancia del film sin explotar, en una tensión que se percibe mejor al visionar por segunda vez la película, como por la importancia que tendrán en el futuro de los personajes) ayudándose de un rápido montaje que resume los sentimientos de los personajes muy hábilmente, una música que sirve de perfecto contraste y como elemento irónico (nada sutil, cierto, pero no por eso errado) para exponer la irreverencia de la hija, muestra de la desestructuración de la familia del rico magnate del petroleo, quien probablemente ahora paga el precio de su ausencia en los momentos claves de la infancia de sus hijos, y el propio drama de este hombre, quien ve deshecho un imperio que ha construido sobre unos cimientos humanos muy deficientes (cimientos que solo se intuyen y no se muestran, en una sabia elección, en toda la película).

La muerte del hombre debido a todo el estrés y la pena por su desestructurada familia, la alegría exagerada y antinatural de una mujer (la hija del magnate) que se halla también en un mar de confusión y nostalgia auto-impostada (una infancia prolongada más de lo debido, un amor ya imposible pero que se intuyó posible muchos años atrás, una falta de lugar donde apoyarse y una falta de sentido en la vida, etc.), la preocupación del personaje interpretado por Hudson que presencia como un espectador resignado el estallido de un caos que se había mantenido oculto y en tensión demasiado tiempo y por último, como elemento material y no humano sobre el que gira la película, un arma (el otro hijo del magnate, amigo incondicional de Hudson, tiene siempre un arma como acompañante inseparable debido a una paranoia considerable y un temor a mostrarse débil, problemas que solo el amor sincero del personaje interpretado por Lauren Bacall consigue despejar temporalmente) que resultará capital para el desenlace de esta historia.

Todo ese torrente de emociones expresado en escasos minutos, donde Sirk hace uso de todas las posibilidades que otorga el cine para transmitir con gran eficacia y sentimiento todo lo descrito antes. Con esta escena uno puede comprender la importancia de ésta película y de la influencia que tuvo, a mi parecer, en directores (en más o menos cantidad) como Cassavetes o Pialat, entre otros.